sábado, agosto 01, 2020

¿TRUMP FUERA?

3 de junio del 2011. Regañina (en publico) o seria advertencia –y no otra cosa (circulan fotos de la instantánea todavía más explícitas)(...)- del vicepresidente de Obama, Joe Biden, favorito de las encuestas ahora, al papa de los católicos, Benedicto XVI, un pontífice alemán y de pasado nazi (para más inri) y como tal a la merced de todos los chantajes y las presiones de fuera, y ya en aquellos momentos en la puerta de salida (dimitido justo después -cosa inaudita en la Historia de la Iglesia- de aquella audiencia misteriosa). La prueba por el nueve –¡escamas de los ojos fuera!- de quien mandaba (y manda) en el mundo (y no los papas de Roma) Y si la derrota de Trump se confirma, se verá mucho mas claro ahora
Biden, ¿futuro presidente USA? No creí yo nunca a pie juntillas -aquí lo saben muchos- en los sondeos, pero raramente (¡ay dolor!) se equivocan, una vez sí -como con la señora Clinton- pero no dos, y esta vez llevan insistiendo de forma inquietante en el descalabro electoral de Trump el día D (comparable en verdad -en el plano electoral- al desembarco de Normandía). ¿La peste y el cólera? El corona virus, la agitación racial –por cuenta del caso (o del escándalo) Floyd- y la recesión económica de resultas de la pandemia amenazan con darle al presidente saliente le puntilla. Si esto se confirma, China, la China popular emergerá
como la primera potencia del planeta (Tierra) Una noticia como diría Nietzsche “la más terrible y la más extraordinaria de nuestra época”. ¿Buena nueva o la peor de todas? ¿Declive del lobby –que no osa decir su nombre- de los vencedores en el 45 del eje nazi-fascista, o sentencia de muerte para Europa, léase la civilización europea? Se admiten apuestas, pero esta claro que se anuncia –si las previsiones agoreras se confirman- el comienzo de una nueva era.

Una nueva invasión de los bárbaros –si se puede hablar así- la que apunta en el horizonte como en el periodo de entreguerras. Y lo crucial y decisivo será –igual que entonces- el cómo afrontarla, y antes de ello, cual tramite previo, el cómo interpretarla, como una amenaza, como un desafío o –cerrando los ojos como hicieron algunos entonces (…)- ni una cosa ni la otra. Dos datos configuran el escenario de crisis que a europeos y occidentales –y españoles- se nos presenta. Uno, el nuevo eje Moscú-Pekín-Teherán-Damasco emergente en la esfera internacional –junto con el presidente vencedor Bachar el Assad- de la guerra (civil) en Siria, y (dos) el fracaso (estruendoso) de la derecha evangélica o protestante -marca USA- que tenemos todo el derecho del mundo en calificar de judeo/cristiana, como ya lo hice en este blog- y de su operación de marketing –Steve Bannon a la cabeza, consejero en materia de comunicación y y brazo derecho de Donald Trump- en el coto cerrado de las corrientes identitarias emergentes de un tiempo a esta parte en suelos de Europa, e incluso en la Península (…)

Las que se ven lastradas por una sucesión de eclipses de sus luces o luminarias principales, tales que Mateo Salvini o Jean Marie Le Pen, el uno de resultas del corona virus (que le habrá pillado de cara) y el otro, de una estratagema –con nombre (francés) de “desdiabolización”- en el terreno de la guerra de propaganda y de la Memoria (poblado de complejos) (…)- que habrá conseguido arrebatarle de las manos el propio partido que el fundo y (de mano firme) dirigió, de la mano de su propia hija (….) ¿No hay mal pues que por bien no venga? ¿Como dijo o dicen que dijo el Caudillo tras la noticia de la muerte de Carrero? Trump arrastra un balance mitigado aunque cabe decir que acabó por decepcionar mayormente a los que –como el autor de estas líneas- tenían las esperanzas en él puestas. Y fue sobre todo por culpa de su alianza israelí que le llevó a intervenir calamitosamente en Siria, aunque no tanto –también eso es cierto- como sus amigos y aliados querían. ¿Y lo que le habrá llevado a empecinarse en una guerra comercial  con China, con las secuelas que todos vemos (con grande asfixia)?

Un tercer dato del análisis –por nuestra cuenta, en exclusiva- del desafío chino (en la era pos/pandemia): y lo es de política religiosa. Xi-Jin-Ping pasa por pos/marxista en clave china- léase menos marxista que los marxistas al revés de lo que es, en su variante pos-marxista, la regla en toda Europa-, y además exponente, en las filas del PC chino, de la tendencia religiosa o filo religiosa –lo que en clave china se traduce por confucionista. Y ahí parece que pisamos un terreno más sólido y firme los occidentales, con la memoria aun bien fresca de la experiencia –y aventuras, con sus aciertos y sus errores-- de los jesuitas en China.

Y el otro dato de política religiosa, lo es el cisma latente desde hace uno o dos decenios -Asociación Patriótica "versus" Iglesia clandestina en China- que fomentó y alentó a sabiendas Pekín según el modelo –de fidelidad a la tradición sobre todo en materia liturgia- de la rebelión o resistencia (al Concilio) de Monseñor Lefebvre y la corriente tradicionalista. Una vía -de abordaje y comprensión que nos es abierta a occidentales, directamente y sin intermediarios. Clericales o eclesiásticos (a abstenerse) me refiero. Y el que sepa entender que entienda (….)


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