martes, junio 11, 2024

« FRONT POPULAIRE » COMO EL 36?

 


París, place de la Concorde, 6 febrero 1934. Escena de los graves incidentes en la tentativa de asalto al Senado francés junto al Sena -Palais Bourbon- a cargo de grupos y ligas de extrema derecha, frustrada in extremis por la intervención decisiva de las fuerzas de orden público. Con un saldo (elevado) de muertos y heridos, y de preludio a la formación del Front Populaire, en Francia primero y en España después, en la antesala de nuestra guerra civil. Esa foto (igual o parecida) figuraba en primera página de la edición facsímil de « F.E », primer semanario de Falange Española que andaba por todas partes en mi domicilio familiar (fija en mi retina hasta hoy), de compañía fiel en mis años niños. Y que sale hoy curándome de viejas nostalgias del baúl de mis recuerdos, ante los patéticos. (y calculados) llamamientos de las fuerzas de izquierda en Francia, a un nuevo Front Populaire, tras la victoria inapelable del Rassemblement National de Marine LE PEN. Y la cuelgo aquí en guisa de advertencia (y escarmiento, a los unos y a los otros) antes de que sea demasiado tarde. Que los pueblos que no aprenden de la Historia (ya se sabe)




Manon AUBRY, de origen corso como Napoleón, y más francesa que las francesas. Ninfa Egeria de la izquierda francesa ( e « insumisa »), omnipresente en Francia estos días en la pequeña pantalla (como Marion MARÉCHAL LE PEN, su alter ego en rubio o sea, pese a sus diferentes ideas) (…), con la mención a modo de arma arrojadiza -la boca llena- de la expresión « extrema derecha ». Pero los tiempos y los vientos cambiaron. No hay más que verla (a ella, tan fragante, y la sombra de sus pelos y su risa encantadora)

Tengo que rendirme a la evidencia y no es que me haya vuelto francés, pero si que alcanzó a analizarlo todo al hilo de la crónica de actualidad más rabiosa como si fuera -o más y mejor- que un francés, y es siguiendo los debates televisivos con telón de fondo en el desenlace de las elecciones europeas, y en las voces de reproche que se oían desde la izquierda por cuenta de las cuitas y fatigas -madre del cordero!- de la clase obrera. Y era de los reproches como flechas puntiagudas que les dirigía -a los votantes y seguidores del partido de Marine LE PEN- uno de los intervinientes, de no haber visto (sic) un obrero en sus vidas, en sus poltronas de burgueses de clase media, de « pijos » a la francesa (o sea) 

Lo que tal vez sea verdad o tal vez no, no lo sabría juzgar, pero que apunta con el dedo en la llaga, y en donde más duele, y es de la brecha social corolario fatal -dentro y fuera de Francia- de la lucha de clases’, cual enigmática aporía anclada en lo más hondo del misterio de la Historia.  Y ahí es donde viene fatalmente a colación mi memoria común, y personal e intransferible a la vez, de la guerra civil española, donde los franceses, que me diga su clase obrera como ya lo deje claramente sentado en este blog, supo escarmentar tal como se vio justo después durante la II Guerra Muundial en cabeza ajena (…) Y va de cuento o de fábula (y el que quiera entender que entienda) 

Érase una vez un paisaje social idílico visto entre ruinas y entre escombros desde el lado o la óptica de la clase obrera. de todos los obreros lato sensu , -asalariados, obreros o empleados (y funcionarios) en resumidas cuentas- que formaban una comunidad sin-di-cal de sustitución (sic) (*)  -en francés « remplacement » (como por casualidad)- en el sitio y lugar de la comunidad nacional desgarrada así por culpa de la brecha fatal que separaba o « desempataba » a los unos y a los otros, los primeros viviendo en paz y armonía con la vista puesta en un horizonte de guerra, léase de batalla final (sic) a la que se preparaban con todas sus fuerzas yendo y fichando todos los días sin falta a sus lugares de trabajo como lo recordaba hace poco con acento épico y en tonos gloriosos un sello de Correos ad majorée gloriam de las Comisiones Obreras. Y de los otros? de los otros -como el Fernández de Pepe Iglesias el Zorro- ?  nunca más se supo, enterrados o arrojados en las alcantarillas de la Historia o sea. 

En un horizonte como digo de guerra (o de lucha de clases) y en la visión retrospectiva de una memoria desdichada (sic) -de mil desdichas- y contenta y feliz (sic) a la vez, de autocompasión (y victimización) individual y colectiva, tal como la disecó vez finamente y la analizó el filósofo francés Paul RICOEUR, fuera de toda sospecha, en su obra tardía sobre la Historia, el Olvido y la Memoria. Y al final, el idilio social (de unos cuantos, que no todos) se acabó, ay dolor! Que de tanto ansiar y cantad la guerra de lejos, la batalla final nos acaba estallando de lleno y ahí cerca, y los sueños a prueba de autocríticas se hacen añicos y saltan en mil astillas. Lo que le ocurrió a la clase obrera francesa, testigos privilegiados en primera fila, de la guerra civil española. 

Y por eso el fascismo allí -excepción a la regla- tuvo una componente tan fuerte (ejemplo, uno más a penas, el de Jacques DORIOT) de izquierdas de clase obrera, particularmente en Saint Dénis -extrarradio de Paris- zona principal de acogida en Francia de la corriente de inmigración española,  y por eso la sangre allí no llegó al río, entre franceses me refiero, peseta a los rigores de l’Epuration, entre partidarios de la Resistencia y de la Colaboración, telón de fondo del nacimiento del Frente Nacional primera época, visto así, sin tapujos, y desde fuera (y repito que no quiero entrar en polémica. Y eso explica -ante el desconcierto y frustración de sus adversarios- el gancho innegable -sin parangón en la extrema derecha española- del Rasseblement national en el sector de la población de extracción social humilde (léase obrera) (continuará)


(*): la idea y el concepto -del sindicato como comunidad de sustitución (sic) de la comunidad nacional-y por ende, de ex-clu-sión- son recogidos por el historiador judío del fascismo Zeev Sternhell en  una de sus obras sobre la derecha francesa del periodo de entreguerras, pré-fascista y anti-marxista






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