miércoles, septiembre 02, 2020

GUERRA HÍBRIDA Y JUSTICIA MONTONERA ARGENTINA

 

General Jorge Rafael Videla, militar patriota y hombre de convicciones y de honor. Que dio a a la Argentina años de prosperidad, de paz y de tranquilidad bajo su régimen (Primera Junta Militar), como doy fe de ello, yo que viví entonces allí. Y guarda aun hoy el afecto y el respeto y el aprecio –y agradecimiento- de una mayoría de sus compatriotas, como lo prueba el que una justicia “montonera” politizada y partisana se sintiera en el deber de perseguirle, acosarle y ridiculizarle hasta  en sus últimos minutos de vida. Sin que él reconociese -¡ni cinco!- de todos los horrores y las atrocidades de las que se  le acusaban Por cuenta de su origen español (nota bene),  además de por la derrota en las Malvinas, y de la (interminable) guerra civil española. Segunda mentira de Ulises, o el cuento o la leyenda de  la “guerra sucia” en Argentina 

 

 

Rodolfo Martín Villa, ministro del Interior en la Transición, y titular de otros altos cargos en el régimen anterior. Me lo crucé hace años transitando solos los dos por la avenida Luisa en el centro de Bruselas: le paré y me di a conocer, evocando mi gesto de Fátima ante lo que  tuvo un gesto desaprobador y siguió su camino. No se lo guardo, no. Y hoy se lo guardo menos aún. Me pareció un hombre de complexión corpulenta y seguro de sí mismo. Y me parece aún hoy uno de los grandes artífices de la Transición que me pilló fuera y a mil años de allí en todos los sentidos. ¿Le van a condenar tantos años después por esa foto ahora? ¿O por culpa de una huelga insurreccional (“sucesos de Vitoria”) en el marco de una “guerra hibrida”, como califica hoy Alexandr Lukachenko la movida de protestas –y de guerra de propaganda en los medios- en Bielorrusia? ¡Basta de ingerencias de la justicia “montonera” argentina!

Me pillaron fuera, a años luz, “los sucesos de Vitoria”. Mirando yo –cuatro años- las estrellas. En el seminario (tradicionalista) de Ecône, dando vistas al Mont Blanc (sin parar). O felix culpa! ¿O acaso no “deserté” como lo leí un día en un articulo (por mi cuenta) en la Red? ¿O no fue –como piensan aunque no lo dicen (de mí) los llamados patriotas- lo que me hizo, como al rey de la fábula, perder “mi corona”? Como quiera que sea no tuve en aquello nada que ver (…) Violencias de la Transición o de la guerra híbrida aquella, como le dicen ahora, o como le llamo yo, de aquella guerra asimétrica. Que se soldó como lo pensé entonces por el fracaso y la derrota (de los patriotas). Y lo sigo pensando aun hoy, pero sólo a medias. Porque evitaron la ruptura e hicieron posible la Transición, que evitó al régimen anterior las ampollas (y el tormento) de la humillación total y de la derrota, como fue en Argentina la suerte, en las Malvinas –esas aguas estos lodos-de la Junta Militar (de Gualtieri, y antes de Videla y de Viola) Y eso es a todas luces lo que escuece y hace rabiar a los dignatarios allí de un justicia partisana (y “montonera”) Y lo que me da la fuerza moral a mí de hablar –de manos limpias- en cierto temas (….) ¿Déspota y asesino el general Videla? No más que como presentan hoy –al calor de los acontecimientos en Bielorrusia- a Aleksandr Lukachenko. Victima de una derrota el infortunado general, no en las Malvinas –en lo que no tuvo nada que ver y por eso tal vez que sus enemigos le cargaron con el muerto de aquella deshonra. Sino en la guerra hibrida (o asimétrica) ¿Escuela Mecánica de la Armada –donde (a toro pasado estuve yo, como quien visita (que así fue aquello para mí) un museo de historia- ¿vuelos de la muerte, en el colmo del sadismo y de la tortura? Como dicen allí, milongas. Historias para no dormir, cuentos tristes, como decía el poeta aquí- que nos cuentan. O chismes y afabulaciones de un amasijo de mujeres (y madres o tías o abuelas) locas (…) Segunda mentira de Ulises, que se creyeron (piadosamente) por igual –va a ser eso, sí- los “verdugos” y las “victimas” Para galvanizarse y darse moral de victoria los primeros, y para continuar por otros medios –los segundos- la interminable guerra hibrida (o asimétrica) Porque de las dos guerras en que los “argentos” se vieron entones envueltos, una –la de las Malvinas- la perdieron todos ellos, pero la otra la guerra civil entre ellos, si se sabe quienes la ganaron y quienes la perdieron, como lo declarÓ tiempo después, Saúl Carlos Menem, peronista (fuera de toda sospecha) (…) Y eso es lo que la justicia montonera no perdona (…) Y por eso quieren internacionalizar esa guerra civil oculta o secreta, a costa –como una fatalidad histórica en los países de la América (ex) española- de nuestra interminable guerra civil, guerra hibrida o asimétrica (…) a seguir a la Victoria (…) Sucesos de Vitoria? Los seguí por los medios, los de la prensa extranjera (en lengua francesa) Con el alma en vilo por que no se me escapaba su enorme transcendencia (…) Como seguí bastantes años después la operación Toma del congreso, siempre desde fuera. Do episodios mas a penas –en fases (cruenta e incruenta) distintas cada una de ellas- de la guerra hibrida o asimétrica (…) Por eso le quieren condenar tantos año después, precisamente ahora?(CONTINÚA)


ADDENDA

Estaba cavilando como poner fin a esta entrada sobre un tema tan complejo –y doloroso- y delicado cuando cae ante mis ojos navegando en la Red el suceso -uno más de la violencia política (y guerra civilista) de aquellos años en Argentina- del apresamiento y la muerte violenta del general Argentino (de su nombre) Del Valle Larrabure, tras mas de un año -372 días- de detención en “una cárcel del pueblo” –un zulo del ERP, grupo de extrema izquierda terrorista-, que se negó a calificar de “crimen de lesa humanidad” tras un interminable y tortuoso proceso la justicia montonera argentina. Complejo de culpa, esa es la idea que emerge en mi cavilación, sin que nada ni nadie lo remedie: en las mujeres de la plaza de Mayo, como en "los niños -y niñas- de la guerra", de la guerra civil española, victimas de lo que yo llamé “síndrome de abandono” que es lo que convine en concluir tras la lectura de una de las portavoces y dirigentes de aquellos colectivos que se hacían oír y leer aquí en Bélgica –hasta que se callaron de golpe (por qué?)- en un sinfín de tribunas a su disposición y a todas horas. Y es lo que  a fe mía leyendo las requisitorias de aquella mujer aquí en Bélgica en prensa de lengua española fatalmente se imponía, y era en lo que no se sabia bien –en sus interminables soflamas (por escrito)- si era un ataque a los causantes de su infortunio –léase los vencedores de la guerra civil, y altos y menos altos cargos del régimen franquista,- o una justificación y defensa cerrada de sus propios padres en suma, que les abandonaron a su triste suerte –de orfandad en el exilio-, mientras que muchos otros padres –la regla en zona nacional, y de muchos también en zona roja- no tomaron esa (drástica) iniciativa (…) Y es recordando a la vez el testimonio de viva voz que oí a la madre de una de aquellas jóvenes víctimas argentinas –durante la (primera) Junta militar- que ella frecuentaba estando yo allí –en ejercicio de ministerio sacerdotal (tradicionalista)- la capilla que abrió la FSSPX (de Monseñor Lefebvre) en Buenos Aires (finales de los setenta) Que repetía –sin la menor palabra de reproche o acusación al régimen militar(doy fe de ello), y sin el menor asomo de rencor ni desesperación, con un rictus risueño (y de disculpa) incluso en los labios- los propósitos beligerantes y de un fanatismo extremo, de su propio hijo (muerto o desparecido) Lo que a fe mía me sorprendió y por eso lo recuerdo hasta ahora. 

Complejo de culpa, si, en los que encendieron y propagaron aquella fiebre –“conciliar” quien lo podrá negar- en toda una generación argentina. Católicos, de “buenas familias” incluso “de derechas de toda la vida” y me abstengo ex profeso de citar nombre (y nombres) emblemáticos en extremo de aquella corriente (peronista). Un drama o una tragedia ideológica –y de signo generacional- de lo que cabria hablar mas bien en vez de agitar el espectro de la culpa colectiva (…) De una fiebre que convirtió jóvenes idealistas en una banda de asesinos. Rucci, el general Del Valle, Jordan Bruno Genta, sindicalistas (y peronistas), militares y escritores (o a lo sumo propagandistas) se yerguen en testimonios mudos de aquella locura asesina. Y del doble juego –no se olvide- de alguien en el vértice de los acontecimientos y en el epicentro de la efervescencia aquella, que no dudó en servirse de ellos, consciente no obstante de la aversión y hostilidad que generaban en sus propias filas, declarando frente a uno de sus íntimos –y más fieles- colaboradores en una de sus intervenciones en público más célebres, y por lo que pudiera venir (...) “¡mis niños no se tocan!” ¿Hurgando- de manos de extraño- en los rescoldos de una guerra civil y fratricida? ¿Y qué se empeña en hacer desde hace un rato con España y su pasado (aún en ascuas) la justicia montonera argentina?

 

   

  

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