viernes, septiembre 11, 2020

CHILE CUARENTA Y SIETE ANIVERSARIO


Santiago de Chile 11 de septiembre 1973. Cuarenta y siete Aniversario. Escena del ataque a la Moneda. El golpe de Estado chileno fue un éxito completo, un golpe quirúrgico conforme a nuestra secular divisa del "cirujano de hierro", en la más pura línea del regeneracionismo español. Pinochet y los militares chilenos que se aprendieron bien la lección española –de 1936-, salvando a todo precio la unidad de la cúpula militar, evitaron a los chilenos la guerra civil, y sentaron las bases de la prosperidad de Chile, uno de los países punteros de la America (ex) española en estos momentos. Respondiendo así al desafío de un presidente de izquierdas, electo, es cierto, pero no con mayoría suficiente -no más que la (reciente) en Bielorrusia, de Lukashenko  (...)- para el programa radical, de izquierda extrema, de violencia y confiscaciones- en  que Chile se vio entonces  envuelto. Y los garantes del pensamiento/único en el mundo entero y en Europa sobre todo en Bélgica –de donde procedía por la rama materna (flamenca) el presidente marxista (y radical) Salvador Allende (con un busto de recordación iconográfica en la ULB, Universidad Libre de Bruselas, un respeto)-, tendrán que acabar reconociéndolo.


 


General Gustavo Leigh Guzmán, comandante en jefe (entonces) del Ejército del Aire en Chile. Fue la suya una de las “cuatro espadas” (los cuatro miembros de la Junta) Arrastró hasta hoy la imagen de ser el más duro de la Junta militar, por sus declaraciones -de una repercusión internacional enorme- que había que extirpar “el cáncer marxista”. Fue él quien ordeno el bombardeo –con aviones caza “Hawker Hunter”- del palacio presidencial de la Moneda, y de seis radioemisoras (6) de la capital chilena favorables a la Unida popular pro marxista. “La cirugía de hierro” –casi incruenta- de la tradición española regeneracionista. Entró al final en disidencia con Pinochet -al que había invitado él a sumarse al golpe- y al que acusó de sumarse a ellos -a él y sus camaradas- (como Franco en el 36) solo en la ultimísima hora. Fue también blanco de un atentado del grupo terrorista FPMR -que le costo la perdida de un ojo- en sus últimos años de vida

 

Estaba ya casi por pasar pagina de lo que tengo aquí ya escrito –o más bien glosado, fotos acompañando- del Cuarenta Aniversario del Alzamiento (cívico) en Chile del 11 de noviembre de 1973, cuando me veo envuelto en una (sorda) polémica sobre el tema con amigos –y camaradas- belgas, y no de otra nacionalidad, como si no pudiese ser de otra manera, como si la barrera de incomprensiones (mutuas) que nos separa de ellos a los españoles se extendiese a todo género de cosas, y de asuntos y de temas. Y así, me replica ahora en el tema que nos ocupa un (buen amigo) antiguo partidario de Pinochet, y que el tiempo –y los vientos- llevarían a acabar cantando públicamente la palinodia. Capitalismo, la CIA y qué sé yo cuantas otras cosas. Y me pregunto si la magnitud y el alcance –tan grandes, tan hondos y tan innegables- del desafío que plantea el triunfo del golpe en Chile lo vienen a ser así, sobre todo en la medida que todo ello viene a representar un rotundo mentís al pensamiento único no sólo en el terreno ideológico sino también en ese otro –más crucial y decisivo si cabe- de la economía. Fuera de toda sospecha (me curo en salud de inmediato), el autor de estas líneas, que una larga trayectoria de expatriación -en las más precarias de las circunstancias- me habrán llevado a preguntarme si no tengo derecho a sentirme (un poco) “Lumpen” yo también, me explico de ese lumpen/proletariado, al que Marx carga con todos los pecados de Israel. Sin duda porque en el conjunto de su análisis vienen a representar una grande y honda y clamorosa laguna (….) Desclasados por completo, y sin conciencia de clase alguna –sin renegar no obstante de los orígenes, que quede claro- yo y muchos como yo, transitando desde hace ya mucho por un estrecho sendero, o desfiladero más bien, entre el lumpen -y la marginalidad-, y la clase obrera (organizada, y española)(...) de la que me sentí siempre un extraño o excluido sin arrastrar no obstante ningún complejo de culpa (…) ni sentimiento de inferioridad tampoco de manera alguna, y sin dejar de rendirme no obstante a la evidencia a la vez de sus muchas oportunidades y posibilidades en el orden que impera en el mundo occidental –y democrático- de las que me sentí también excluido o de las que me excluyeron ellos también para que no me quedaran dudas (….) 

Hablo en los plano social y profesional sobre todo, no es óbice que la realidad y yo mismo siendo como un todo, –tal y como lo dijo Wittgensein (fuera de toda sospecha)- me siento mutilado o excluido o desposeído también en muchos otros registros y facetas. Y digo todo esto en lo que se está empezando a asemejar a un alegato “pro domo” más que otra cosa, con ánimo únicamente de centrar el problema que el éxito del modelo económico chileno a muchos les plantea. Éxito arrollador y fulgurante, -como se ve aun mejor si cabe desde aquí, en Bélgica. Y ahí esta el problema. El de un modelo capitalista o neocapitalista, inspirado o fundado (horresco referens!) en la escuela de Chicago, que en Chile ha dado sus resultados y mostrado como aquí dicen “sus pruebas” “Bienvenido a un mundo mejor”, le dijo en un cierto tono (amistoso) de sorna al entonces jefe de gobierno español Mariano Rajoy, a su llegada allí, el actual presidente chileno –de derechas- Sebastian Piñera. Lo que en un fino observador no escondía un (sano) orgullo o suficiencia o satisfacción –en sus legítimos mandatarios- de los logros que habrá alcanzado en estas ultimas décadas -tras el golpe militar- la sociedad chilena. Y como lo pude sentir y calibrar yo mismo a mi paso por allí –en un viaje fugaz, desde la Argentina en donde yo entonces residía-, a finales de los setenta (cincuenta años ya pasados, madre mía) Un despegue económico o socioeconómico innegable que habrá convertido a Chile en uno de los países punteros –si no el que más (contando el Brasil incluso)- de la America ex - española o ex - hispano/latina. Luces y sombras, me curo otra vez en salud de inmediato, y lo son en el capitulo de las desigualdades, estas ultimas. Y ahí me “la cojo con papel de fumar” o me pongo a andar con pies de plomo, y es que ese capítulo de desigualdades se debe traducir –aquí y en todo el mundo hispano, o hispánico o mediterráneo o católico - mediterráneo (Drieu-la-Rochelle díxit) si se me apura-, en el plano social, de clase y a la vez, en el otro plano racial o étnico / racial –“de civilización”- y que nadie se escandalice. Chile es un país –que me diga una nación- de cultura e impronta española, con una innegable aportación o elemento de composición a la vez de raíz criolla, léase mestiza, como en mayor o menor medida ocurre en los demás países de la América (ex) española.  Y no lo digo yo (sólo) español, sino que no hay más que acudir a los clisés y estereotipos de ese cariz que llenan y surcan el español –perdón (señores de la RAE), el castellano pan/hispánico- hablado o familiar o coloquial, que usan los chilenos entre ellos, -en las ciudades y en las “poblaciones”-, a base de cholos, y de rotos, y de rotaje (…) etcétera, etcétera- y que usan sin rubor y sin complejos y sin vergüenza ninguna. Pues bien, pese a eso, pese a todo, el balance de régimen militar no deja de registrar –en ese aspecto- cifras y elementos y datos positivos, así a primera vista, que es la impresión –de ho-mo-ge-nei-dad social- que no ofrecía ni Chile ni ningún país latino (ex/hispano) hace décadas. Pese a las carencias (fatales e  inevitables) en ese aspecto que no habrán dejado de explotar –demagógica e irresponsablemente- en los últimos meses y en sus manifestaciones de protesta, los medios de la prensa global, como a toque de silbato, y con un eco e impacto innegable en el mundo entero. 

¿Mentís chileno a la teoría de la crisis del capitalismo en la doctrina marxista? Síntoma o vestigio o viso de vitalidad más bien de una civilización –católico - mediterránea (sic)- amenazada de muerte por asfixia desde hace siglos y que mira por dónde parece ahora resurgir por donde nadie o casi nadie se esperaba, en la otra punta casi del planeta. ¿Como un resurgir del "paraíso perdido" –de antes de la Conquista- que aflora en la poesía animista –y de toque de indígena (de lo que ya me explique en este blog- del  conjunto de la obra (hermética, y en clave ideológica/marxista) de Pablo Neruda? Y a fe mia que en esa dirección no avistamos pista o señal ninguna. Al contrario, una afirmación europea –y occidental irreprochable y sin vergüenza alguna ni complejo de culpa- que les viene (mayormente) de su legado español (no se olvide), lo que vemos en el Chile que emerge hoy ante los ojos absortos de muchos –y el espanto de algunos-, que prueba lo que aquello fue, y me refiero a la efemérides del 11 de septiembre. Un despertar colectivo al cabo de una grande gesta (heroica) Lo que presentimos entonces –cuarenta y siete años más jóvenes (….)-, sin que hasta hoy nada ni nadie nos lo desmintiera            

 


Escena del tanquetazo (29 de junio de 1973) en Santiago. A cargo del coronel Roberto Souper (Onfray), un nombre que no se me fue, ni se me va ya mientras viva.  Que sublevó (sin éxito) a su guarnición (Regimiento Blindado n.2)  contra el presidente marxista. Y de idea de cómo viví todo aquello –en la indiferencia (proverbial) de la sociedad española entonces (incluso en los medios “patriotas”) y en la beligerancia hostil del "personal" en la Universitaria madrileñ, diré que fue uno de los momentos (cuando supe el desenlace) más tristes de mi vida, y fue a decir verdad culpa mía, porque no supe ver el renacer  -uno de los momentos más felices y alegres desde entonces para mí en cambio- apenas dos meses más tarde (el 11 de Septiembre) que aquel fracaso inicial (entre nubes) anunciaba. El general Pinochet –que estuvo entonces (nota bene) del lado de los legalistas- declaró  a toro pasado, que el tanquetazo permitió a los servicios de inteligencia del ejercito chileno calibrar la fuerza de los sectores favorables a la Unidad Popular (pro marxista) , registrar su tipo y clase de armamento y comprobar que los llamados insistentes por radio de Salvador Allende no encontraron prácticamente eco alguno en la población (al contrario de lo que sucedió hace años en Turquía) El ejercito chileno pues –y en cabeza el general nombrado- escarmentó en cabeza ajena con el tanquetazo –como el Movimiento de las Fuerzas Armadas (pro marxista) lo hizo, en la Revolución de los claveles, con la intentona de Caldas da Rainha- , y sobre todo, en el fracaso de la sublevación militar del 18  de julio de 1936, que dio paso a la guerra civil española

No hay comentarios: