sábado, diciembre 07, 2019

DE LA CONSTITUCIÓN ("DEL 78")

17 de diciembre 1970 (Consejo de guerra de Burgos) en la Plaza de Oriente. Yo estuve allí, y se me quedaron grabadas las breves palabras que Franco pronunció entonces “Porque somos un Estado de Derecho (sic) tenemos solución para todos nuestros problemas” Como una réplica (sin nombrar a nadie) –lo que se me escapó, lo confieso- a la critica –de Derecho publico y de teoría política- que emanaba de la Ciudad Universitaria contra su régimen por aquel entonces. El régimen anterior fue un Estado de Derecho. Y es lo que hizo posible la Transición (“de la Ley a la Ley”). Y la Constitución “del 78”
El aniversario de la Constitución todos los duendes se despiertan y los guardianes del Sepulcro –léase del régimen democrático- se ven obligados a un brusco retorno sobre los orígenes, dejando de lado –o para dentro de un rato- la veleidades de Reforma constitucional ante otras veleidades, por ejemplo las de VOX, que vienen a sumarse ahora a los que atacan desde sus incios la Constitución (“vende patrias”) del 78. ¿La Constitución panacea de todos nuestros males o la raíz ultima de todos ellos? La polémica esta servida se puede decir que desde los inicios. Y el autor de estas líneas figuró siempre –en primera fila (de todos es sabido)- entre los que la atacaban. Ocurre que con el paso del tiempo todos nos hicimos más serios –como decía Nietzsche- en las cosas del Espíritu. La Constitución, ¿puente –“de la ley a la ley”- entre el Estado de Derecho y el régimen anterior y la democracia que vino depuse (más o menos “inorgánica”)? Es lo que se me ocurre leyendo o releyendo aquel librito (“Estado de derecho y sociedad democrática”) que hizo entonces furor y en el que esa tesis se venía a diseñar entre líneas por más que su autor –curándose en salud- viniese a corregirla (“democráticamente”) más tarde, a agua pasada: de las leyes fundamentales –la ultima de todas ellas- la Ley Orgánica-, a la Constitución (“de todos nuestros males”) Y es que no tiene vuelta de hoja.
Porque el emplearse –como están haciendo ahora en el sector patriota- en descargar toda su munición dialéctica contra los (llamados) traidores de diciembre –léase los (siete) padres de la Constitución aquella- comparándolos a los traidores (alemanes) -léase "los criminales"- "de noviembre" , de la República de Weimar (como los llamó el Fuhrer), les lleva ellos y a los que a ojos cerrados todavía les siguen a un callejón sin salida, o a una caida a tumba/abierta. Y es al que les lleva la negación de la derrota (Umbral) en el 45, en resumidas cuentas. Porque o una de dos, o traicionaron los (siete) “padres de la patria” –de la constitución que me diga- buscando a todo precio a acomodarse en el terreno de la legalidad al orden (de Yalta) de los vencedores en el 45, que es lo que fue la historia de la evolución del régimen español desde entonces, en resumidas cuentas, o los que traicionaron fueron los que optaron por la neutralidad cuando las espadas estaban todavía en alto, y veían y comprendían bien -como así lo confió Franco mucho después a más de un testigo- lo que el futuro les deparaba
Este librito fue la biblia de bolsillo –doy fe de ello- de mis compañeros de facultad de aquel entonces principios de los setenta. En el que se venia a poner de manifiesto –sólo ahora caigo cabalmente en la cuenta, lo mismo que de los cascos de la portada, un detalle todo menos trivial del que no me acordaba siquiera (…)- de la incompatibilidad irreductible entre la noción de Estado de Derecho, de una raigambre –el romanticismo jurídico alemán- inconfundible y el ideal (`políticamente correcto) de democracia (o de Sociedad Democrática) Y me suena hoy a todas luces como una retractación o una revisión (radical) de anteriores posturas de su autor, abrevado como todo el estamento universitario español hasta entonces en esa corriente de pensamiento alemana, la que difundió durante décadas de posguerra (contra viento y marea) el instituto de Estudios Políticos, y de la que destacaba -hasta hoy- la figura y la obra de Carl Schmitt (al que aquel ensayo venia no se sabe si a atacar, como en su línea de flotación, o a justificar , con sus doctrinas del poder/constituyente, y de la soberanía absoluta (“la soberanía o es absoluta o no es”) (...) Calcada en la obra (fuera de toda sospecha) –“Leviathan”- de Thomas Hobbes. Y donde gravitan también de cerca autores “malditos entre los malditos”, Maurras y De Maistre
Y era esa constitución -parecida en tantos aspectos a la de Weimar- la única que fue posible o que ellos –los artífices y garantes de la Transición- hicieron posible (lo mismo me da que me da lo mismo) No fue perfecta, estamos todos de acuerdo, con lagunas y fallos flagrantes (y subsanables) –en el terreno sobre todo de las autonomías-, pero rechazarla de plano es hacer el juego a la izquierda asintiendo así o diciendo amén a sus constantes lecciones de moral en materia de legitimidad (y de muchas otras cosas) Tan legitima -comparaciones odiosas, dirán algunos- como lo fue la de Pinochet que ahora quieren o intentan (bajo presión de la calle) cambiar, al fuego de la crisis chilena. Y si la del 78 tenia carencias en el plano de la legitimidad de origen, las vinieron a suplir o subsanar con creces todos los que cayeron –en el País Vasco sobre todo- en su defensa. Como vino a legitimar la constitución chilena el asesinato de Jaime Guzmán, su principal artífice. ¿Lo que la suerte nos tiene reservada a los españoles constitucionalistas? La Historia. madre de la vida. Y lo que a Jaime Guzmán perdió fue el no saber verlas venir (…) Por su sumisión sin duda a la santa/madre (iglesia). La misma de la que dan muestra sin falla los sectores patriotas.
Carl Schmitt, un autor “maldito” (léase incorrecto) de una actualidad tan enigmática como innegable. Gravitando de cerca –con su doctrina sobre todo de la soberanía (absoluta)- en el soberanismo rampante, de Salvini a VOX pasando por Marine Le Pen- en varios países europeos. Y en la administración republicana de Donald Trump en los Estados Unidos. Dictadura del Derecho, es en lo que se viene a traducir –mal que les pese a los bien/pensantes- su doctrina de la soberanía absoluta (…)
¿Vox también? Mucho nos tememos en verdad que no vengan a ser –defraudando así tantos sueños y traicionando así tantas promesas- que una versión, una más -como así parece insinuarlo el latín de su nombre (…)- de la fatalidad (clerical) española. Errare humanum est (en román paladino, el que tiene boca se equivoca) Y aunque yerre, habré suscitado el debate (inclusive en los medios “patriotas”)

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