jueves, septiembre 19, 2019

SÁNCHEZ ANTE EL SUPREMO

Diálogo en el infierno (entre Maquiavelo y Montesquieu) Fuente de inspiración de los Protocolos (judíos) de los Sabios de Sión. Choque entre el poder ilimitado de los medios - de la opinión pública- (en democracia), y la (sacrosanta) separación de poderes: voces de ultratumba, de los muertos -de los "caídos"-, las que quiere despertar y hacernos oír Pedro Sánchez.  Como un oráculo o hechizo o maleficio de guerra civil. Desenterrando cadáveres (con la coartada "suprema") En la jornada misma de reflexión (¿y por qué no?) Y si el poder judicial es tan celoso de su independencia, y la Constitución del 78 tan sagrada e intocable -igual que una vestal romana-, como así los vienen ensalzando los turiferarios del régimen (del 78) –in crescendo en los últimos tiempos-, ¿dónde están los desmentidos o desautorizaciones resueltos categóricos y fulminantes del Tribunal Supremo ante los rumores y “fake news” que están circulando por su cuenta –y en el tema de la exhumación de los restos de Franco- en las últimas horas?

 Los sondeos y encuestas de opinión marcan el terreno y las reglas del juego en democracia. Eso es lo que a algunos les enseñaron de niños, u otros, un poco mayores, tuvimos que aprendérnoslo de prisa y corriendo cuando empezó la transición. Aprenderlo sí, como estaba mandado, de sopetón, pero eso no quiere decir que nos lo creyéramos como verdad del evangelio a pie juntillas y sin que no diésemos cuenta –¿y como no?- que en aquellas encuestas y sondeos había gato encerrado. De “monstruo" (el de la opinión pública) habló en una obra muy difundida en los medios que frecuenté de (muy) joven, un fascista francés –Bernard Faÿ- que estuvo refugiado en Suiza después de la Segunda Guerra Mundial (y de la “Libération”) y volvió mucho después (años setenta) cuando yo le conocí dándonos clases sobre la Masonería y las sociedades secretas en el Seminario tradicionalista (suizo) de Ecône. Un monstruo –la opinión publica (u Opinión a secas, y con mayúsculas)- de reacciones imprevisibles, y con reflejo condicionados también y a la merced pues de los que les sabían (bien) trabajar en ese plano y es porque le conocían mejor que otros de por haberla visto nacer, a saber las sociedades secretas –en sociología de lengua francesa, “sociétés de pensée”- que crecieron y pulularon como hongos en la Revolución Francesa. Y del desprestigio (y desgaste) de sus encuestas y sondeos de opinión –entre españoles- habrán dado cuenta hasta ahora el CISS y su inefable director Tezanos, viejo conocido del que esto escribe como ya lo dejé registrado en este blog.
Pero la cosa viene y de muchos antes, al menos desde los atentados del Once de Marzo y del vuelco electoral que trajeron como resultado, con la ayuda de un factor casi inédito hasta entonces en la política española como lo eran las redes sociales, de factor de agitación y de revulsivo y de combustible -o detonante- de indignación (y deflagración) Y así surgió, cual conejito mágico de la suerte, José Luis Zapatero de invicto (e insólito) vencedor. Hubo después alguno que otro vuelco revelador, casi todos ellos al día siguiente -como por casualidad - de atentados mortíferos de la ETA, como el que le dio su segundo mandato al Nietecito, justo a seguir -como un puro azar- al atentado que costó la vida en Guipuzcoa al concejal socialista de Mondragón. Y ahora todos, a izquierdas como a derechas, desde Casado y Rivera a Pedro Sánchez están a la espera del vuelco salvador. Los unos, que les permita gobernar por mayoría absoluta, y los otros, Sánchez –y su partido del PSOE-, que aquel le consolide y le otorgue al paso o que les proporcione ese plus o suplemento que les falta para esa legitimidad que tanto se le discute, y es entre los que no dejan de ver su ascenso a la primer magistratura de la nación no por las vías ordinarias sino de resultas de chantaje (léase, una “okupación”) En materia de vuelcos electorales la izquierda lleva pues mucha ventaja, como lo acabamos de ver.
Al lado -en el centro de la foto- de Ramón Tamames, del PC, Enrique Tierno Galván. "El Viejo Profesor", que no era de Ávila ni de Segovia –como nos vendieron los medios de la Transición- sino de Madrid, barrio de Embajadores donde ejerció de miliciano (¿sólo?) durante la guerra civil. Nos contaba Eugenio Vegas Latapié en su tertulia (principios de los setenta) que Tierno Galván, en tiempos del franquismo heroico aún, era director (un respeto) de la única academia de preparación de ingreso a la Escuela Diplomática en Madrid. Un botón de muestra apenas de la táctica de infiltración de los vértices y vectores de poder del Régimen anterior, que Stalin decidió tras el fracaso (y derrota) del maquis y la resuelta oposición franco-anglosajona en las conferencias de Yalta y de Potsdam a un ataque frontal contra España que el líder soviético pretendía privilegiar. Así fue en la Universidad, en la Iglesia, en el Ejercito incluso –y en la Brigada Político Social (…)-, y en el Colegio de Abogados y en el Frente de Juventudes, y en la Diplomacia ¿Y en la Magistratura también? Es no obstante lo que parece que hay que concluir ante el caso de Pablo Lucas (Murillo de la Cueva) ponente del Supremo en el caso de la exhumación de los restos del Caudillo. Estrecho colaborador en verdad –como nos informan ahora a los medios- al comienzo de su carrera judicial, de Enrique Tierno Galván. Y lo que parece revestir la operación de exhumación de los restos de Franco de todos los trazos y perfiles de enésimo episodio –en su fase asimétrica- de la guerra civil interminable ¿Quien nos lo podrá negar?
Y es la que les da la experiencia reciente y sobre todo la que les otorga su arma tan temible como imprevisible – a fuer de manejo discreto- y que no es otra- que la de los restos mortales del anterior jefe de Estado, Francisco Franco, y su procedimiento (en curso) de exhumación. Que hay no que ser muy lince para ver el escenario que en la Moncloa –y sus innumerables tentáculos- nos están guisando o queriendo vender, lo quieran ver algunos o no. Y es que hay que ser muy ingenuos para no ver que el inquilino de la Moncloa no se habría aventurado a este salto del trapecio o jugada de póker (embustero, “menteur”) –con el ejemplo tan reciente del batacazo de Salvini además- si no tuviera una llave o trofeo en mano, léase si no contase ya de antemano con una sentencia favorable del Supremo –que los medios dan ya por descontada, aunque no deje de ser para ellos (qué remedio) objeto de especulación- que le permita una exhumación rápida y fulgurante ( a lo “santo súbito”) justo antes, y en la mismísima jornada de reflexión (y por qué no?) que es esa -y que nadie se engañe- el arma secreta y incisiva con la que Pedro Sánchez cuenta (y no otra): la única que le puede dar –a él- el vuelco salvador , y no el que la opinion publica le haga o no haga responsable del adelanto electoral y que se lo perdone o no, que aquí no estamos ni en Italia ni en Inglaterra, (piense lo que quiera Luis María Ansón). La victoria final, -eso es con lo que cuenta- en esa guerra a los muertos con la que esperan ganar tantos años después la (interminable) guerra civil. Los restos exhumados del anterior jefe de estado, el talismán o ensalmo mágico invencible, el arma secreta, de destrucción (...)
“El Papa de la juridicidad” como se le llegó a llamar entonces, en alusión a su militancia primera en la corriente democristiana (y en el Partido Conservador de Don Antonio Maura) . Ossorio y Gallardo fue embajador de la Republica en Bruselas –¿por qué aquí? (la sombra alargada de Ferrer Guardia ¡manes de la Leyenda Negra!)- hasta bien avanzada la guerra civil y "se mandó" unas declaraciones beligerantes contra la Corona (belga) y el rey Leopoldo en el momento de su cese. Exponente emblemático -el "bisonte de la juricidad" como lo llamaron también en las páginas de "F.E", -órgano de la Falange- de una moralina juridica (o jurídico/constitucional) , de sesgo liberal -y a la vez nota bene de raiz judeocristiana-  hipocrita y funesta y calamitosa, y de hondo eco en los medios y en la sociedad española de entonces que criminalizaba implacablemente-por un delito o crimen de lesa Constitución, sin excusa ni perdón- a Alfonso XIII por cuenta de la Dictadura del general Primo de Rivera. Y fue como tal, la causante principal de la proclamacion de la II República y de la caida de la Monarquía. ¿La Historia se repite? Su recuerdo -y de todo lo que arrastra- nos viene irresistible a la mente como sea, ante el protagonismo político –y en extremo partidista y beligerante- que están atribuyendo los medios al ponente –en el tema de la exhumación del Valle de los Caídos- del Tribunal Supremo, Pablo Lucas Murillo (de la Cueva) en los últimos momentos, sin que haya desmentido alguno hasta el momento, de su parte

¿Me equivoco? ¿Exagero? Que más quisiera yo. Pero no puedo dejar de llevarme por mi intuición, como la seguí contra viento y marea antes de la moción de censura, y casi un día si y otro también, en las entradas de este blog. Y es lo que me hizo ver el fanatismo guerra civilista del actual inquilino de la Moncloa, de lo cual –y aunque yo errase en más de uno de mis postulados- el tiempo no ha dejado de darme la razón. Horas decisivas pues, la que nos esperan. Pedro Sánchez ante el Supremo. La formula, o la imagen inmejorable de este trance tremendo, ante el desenlace de este asunto que se asemeja cada día más y más que pasa –y que nadie se escandalice- a una ordalía o juicio de Dios. Donde el futuro en suspenso –y el alma en vilo- decide si nos da el sí o si nos da el no.

Si es esto ultimo –y no me las quiero dar de Casandra- las cosas estarán ya claras y el camino marcado también para lo que lo quieran seguir por las vías del autoexilio y de la expatriación –en la tierra/madre Europa- (como lo habré seguido yo) Y si es que si, habrá sonado para mí la hora de la reconciliación. Léase de la repatriación. Separación de poderes, sí y también libertad en el foro interno. Y de poder reservarnos en un trance como este el derecho de decirles –a esos jueces- NO

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