martes, junio 09, 2020
ODIO ANTI-BLANCO AL REY LEOPOLDO
El buen/rey Leopoldo de los Belgas, y la amenaza de implosión de Bélgica. Sus estatuas que jalonan la capital de la UE –la cual le debe tanto- son desde hace un tiempo blanco sistemático de vandalismo, aventado ahora por la onda de protesta anti-racista –léase de racismo anti-blanco- desatada –y orquestada- a raíz de los sucesos de Minneapolis por la Prensa global americana y europea. Victima (como nosotros) de una leyenda negra alimentada en parte en los tópicos raciales –de guerra de propaganda- de la Guerra Civil americana (antiesclavistas) Como el bulo de que aquel monarca hizo exhibir personas de raza negra en el Zoológico de Bruselas. ¿Pruebas?
“Yo comparo –y cito de corrido y de memoria- con el maestro de Flemalle al rey Leopoldo II que cuando sir Stanley volvió del Congo le hizo llamar para ver si era verdad lo que había oído contar sobre las selvas vírgenes”, de lo que recuerdo haber leído de Eugenio Montes en el libro “Falange y Literatura” (de José Carlos Mainer, Labor, 1971), reproducido de una de las obras principales de aquél “El viajero y su sombra” Y el hecho de que se me halla quedado grabado denota lo poco trivial de la citación por su cargazón evocadora del personaje, y de su faceta sin par, aventurera y soñadora, y por el hondo anclaje de un texto anecdótico en apariencia en lo mas hondo de la Memoria, de españoles como de belgas. Y es sobre todo por revestirse de rabiosa actualidad con los últimos acontecimientos, con la honda de choque global,
planetaria, desatada por la muerte del joven de raza negra en Minneapolis y las manifestaciones de protesta que se seguirían entre las que destacan las que se celebraron ayer en Bruselas, a las que aquí que añadir o asociar –por un nexo de causa a efecto- los actos de vandalismo de los que desde hace un tiempo vienen siendo (in crescendo) blanco predilecto las estatuas que jalonan el centro de la capital de la UE, dedicadas a Leopoldo II rey de Bélgica y del Congo –del que fue propietario a titulo personal en los primeros tiempos de la colonización (a creer a las malas lenguas)- y como tal, blanco de una campana de denigración de los sectores de izquierda y chivo expiatorio de predilección de los fabricantes de leyendas negras. Una leyenda más –y de ello los españoles sabemos un poco- la que rodea y persigue al buen/rey Leopoldo, que se hizo querer de los belgas (por lo menos en su época) y que dejó su sello –egregio, y personal- bien impreso en su capital, Bruselas ¿Y que me dices de los flamencos?, ya oigo aquí a un abogado del diablo de entre los que me leen como un eco del cuaderno de agravios que arrastra el nacionalismo flamenco –¡aparte de mi ese cáliz!- en contra de la dinastía de Sajonia (Saxe) y Coburgo acusada por aquellos de todos los pecados de Israel, para con una mitad lingüística (flamenca) de la nación, lo que se contradice no poco con la verdad de la Historia y en particular con el capítulo de la Segunda Guerra Mundial y la conducta y actuación entonces del rey Leopoldo III descendiente del anterior acusado a su vez por la mitad francófona de delito de colaboración junto con los nacionalistas flamencos durante la Segunda Guerra Mundial en la que aquel soberano asumió o hizo suyas no pocas de las reivindicaciones históricas del nacionalismo flamenco (Vlaamse Beweging), sumado a no pocos guiños en dirección de esa comunidad lingüística, el más elocuente y llamativo de lo cuales tal vez lo fue su casamiento –durante la ocupación alemana (...)- con la princesa Liliane (Baels) de una familia (“plebeya”) de la alta burguesía flamenca e incluso del sector de la misma comprometida (a fondo) con la Colaboración, pero con lo que no logró ni la aprobación –ni el perdón- de la nobleza belga, ni la adhesión de la componente flamenca de la Nación, que demostró no haber olvidado lo agravios (presuntos o verdaderos) de su predecesor durante el conflicto anterior la Primera Guerra Mundial (la Grande Guerre), al que acusaban de haber llevado al matadero –como carne de cañón- a los reclutas flamencos en los frentes de guerra, víctimas de indefensión –por razón de discriminación lingüística de parte de sus mandos como lo ilustra la coletilla que se viene transmitiendo en la leyenda con la que los jefes y oficiales –y a menudo suboficiales- francófonos tenían por costumbre concluir naturalmente (y arrogantemente) en francés sus voces de mando y su consignas, “Y para los flamencos –en francés- lo mismo" (“la même chose”) Con lo que estos quedaban (se suele vulgarmente decir) a dos velas, con las consecuencias fáciles de suponer, trágicas, catastróficas (...)
Eso al menos es lo que oí contar (siempre la misma cantinela) una y otra y otra vez los treinta y dos años que llevo aquí: ¿Verdad o leyenda? Sea como sea, es un hecho incuestionable el desafecto del que se ve objeto (en la memoria) aquel rey de los belgas, como lo ponen flagrantemente de manifiesto innúmeros visos y señales en las actuales manifestaciones de protesta (…) Y a fe mía que me duelen. ¿Por que? Y ahí me rindo a la evidencia. Porque me duele Bélgica, o que no me dejan indiferente su cuitas y sus problemas. Treinta y dos años –casi la mitad de los que tengo- no pasan en balde. Y caigo precisamente en la cuenta ahora que Bruselas –donde mi vida habrá (mayormente) transcurrido desde que aquí llegué- habrá sido para mi algo más que un lugar de paso o etapa (importante) de mi expatriación, algo así como una forma de vivir o un estilo de vida (a mi aire, en la fidelidad a mis convicciones e ideales y en la libertad –absoluta- de ir y venir, de circulación y de movimientos, sin encierros ni confinamientos), y libre en fin de complejos de culpa (y de sexto/mandamiento) (…)- , el que me habrá dado o el que habrá sido para mi Bruselas, que ahora veo a punto de arder en las llamas o en las ascuas y rescoldos una guerra global, guerra de razas, como una factura o una cuenta pendiente y a rastras, heredada de su historia. Como una trampa o celada en la que confluyen su pasado colonizador y un presente incierto amenazador, por el factor dominante de telón de fondo -cual espectro amedrentador- del Gran Reemplazo, léase el de la población autóctona por la inmigración afro/magrebí, agazapado en el actual aflujo migratorio en masa que configura todos los trazos y características de una invasión silenciosa. ¿Racismo lo que qui acabo de exponer? ¿En flagrante –y
Monumento -gigante- (“Padrao”), a los Descubrimientos, a orillas del Tajo en Belem, Lisboa, mandado construir por Antonio de Oliveira Salazar y erigido en 1960 con ocasión del Quinto Centenario de la muerte de Enrique el Navegante. Simboliza a más no poder el sueño portugués “multirracial” –el de “la Raza de Civilizacion” (y no "de sangre") (Almada Negreiros)- del Estado Nuovo, roto en pedazos por la Revolución del 25 de Abril y puesto ya a arder desde años antes por la guerra colonial. Como el sueño del mestizaje español de América lo adulteró y echó a perder la rebelión mestiza antiespañola de la (llamada) Emancipación americana. Lo dije y lo mantengo (por mi propia experiencia allí). Vincit Omnia Veritas
escandalosa- contradicción con nuestra idiosincrasia y nuestra tradición? “No hay más raza que la raza de los hijos de Dios” (¿¡), dejan colgado como pregonándolo alto y fuerte en altavoz- bien a la vista en mi cuenta en la red (...) ¿Provocación?, a tanto no llego, no (aunque no me vea menos obligado a darme por aludido). Porque yo pensaba hace mil diluvios (exactamente) así, pero como dice Nietzsche –¿una cita todo menos trivial aquí?- desde entonces todos nos hicimos (mucho) más serios en las cosas del espíritu. Y si hay algunos que parece que necesitan –en estricta relación de dependencia- todavía hoy aquellas canciones de cuna que mecieron -y arrullaron- nuestra adolescencia y juventud primera, ¡que le vamos a hacer! Y no hay resentimiento en estas líneas (pelo amor de Deus!) sino comprensión mas bien –por no decir “compasión”-, la que nos da el habernos visto libres hace un tiempo de esos cantos de sirena. Sobre el mestizaje (“glorioso”) por ejemplo, de nuestra historia. ¿Saben de lo que hablan o lo que dicen? Si hubieran siquiera puesto un pie allí y empezado a calibrar lo hondo y arraigado todavía hoy en las poblaciones de allí -del otro lado del Atlántico- de lo que yo llamo –por mi cuenta y riesgo- la rebelión/mestiza, no se expresarían ni respirarían de la misma forma. “Lo blanco es blanco y lo negro es negro”, decía (o gritaba) a modo de desafío un cantautor vasco (etarra) en aquellos recitales (enfermos) de la Universitaria madrileña (principios de los setenta) (…) Somos lo que somos, y se nos reconoce perfectamente, en América como en Europa. Y no nos sentimos obligados –por la globalización- a mirarnos (de nuevo) al fondo y a lo más hondo del espejo para saber quiénes somos, ni de dónde venimos, ni a ponernos de rodillas y a renegar de nuestra Identidad (española y europea) –de Hombres Blancos-, ni de nuestra Memoria
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2 comentarios:
Tus amigos de Religión Digital también reivindican a Nietzsche:
https://www.religiondigital.org/opinion/Dr-Fernando-Vergara-Henriquez-Aceptar_0_2234776517.html
Gracias por la referencia, Josete. No conocía a su autor –ni había oído hablar de él-, vicerrector de una universidad católica (“Silva Henríquez”) de Chile. Me harán falta varios días –¿cuántos?- para leer y poner en claro un texto tan elaborado y tan amazacotado en apariencia también. Pero de entrada ya te puedo decir, que ofrecen tanto el texto como su autor –como el sitio digital que los acoge, y mas aún, la universidad de la que procede (…)- todos los visos de un síntoma o de señal (felizmente) precursora, como un soplo de aire fresco en el panorama intelectual contemporáneo, eso desde luego Y es de la caída del tabú tan espeso que rodea de antiguo al pensador alemán en los medios católicos –e hispanos e hispánicos- de preferencia, como lo apunto (y denuncio) en mi último libro, “Krohn, el cura papicida”: no es un trabajo de investigación el mío, como el que tú me muestras, sino un panfleto apologético (y no poco revisionista) -o un manifiesto (ideológico y filosófico a la vez) si se prefiere- escrito en caliente, y no fruto de un debate académico cualquiera (de fines y objetivos que sólo conocen, bien, los que los lanzan y organizan)
Con sus ventajas y sus inconvenientes el mío por cierto, como el texto del autor chileno. Felicitarse se impone desde luego, como sea, por esta reivindicación inesperada de un autor tan interesante (y apasionante) y tan revestido de actualidad (rabiosa) –y tan cargado de promesas- convertido de antiguo, injustamente –en España sobre todo-, en un espantapájaros de espíritus (mayormente jóvenes) ávidos del Saber, y en birria titulada –y ridiculizada y desprestigiada- en los ámbitos académicos y universitarios, tan correctos y tan bien pensantes ellos. Nietzsche es por encima de todo –lo fue y lo sigue siendo- una bandera, te lo digo como lo siento, como lo acabo de sentir ahora leyendo tu comentario. La que no dejaré de alzar y enarbolar mientras no me falten las fuerzas.
En sus textos más cruciales –y más proféticos-, sobre todo, como lo es “El Anticristo” Muchas gracias de nuevo, y un fuerte abrazo, colega (o camarada) En espera del Eterno Retorno (“et residuum revertuntur”, profeta Isaías)
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