domingo, junio 21, 2020
NOVELA CONTRA LITERATURA EN RUIZ ZAFÓN
Ostende, paseo marítimo (la digue) A la izquierda el pasillo (interminable) de soportales que le acompaña. Teatro de mis noches de estudio –yo solo- cuando allí viví, y poblado de fantasmas más tarde cada vez que vuelvo allí (…) No menos rico de motivos de inspiración en relatos de terror que la Barcelona de la posguerra inmediata y de la guerra civil. ¿“Terror” –histórico”- apolítico en mí, guerra civilista en cambio en la novela de Ruiz Zafón?
Se ha muerto Carlos Ruiz Zafón, de un cáncer de colon –en Los Ángeles donde residía- , a los 55 años. ¡Vaya por Dios! Y no se vea un deje de ironía o falta de respeto en esta glosa funeraria, porque no hay tal, sí en cambio algo de ese halo de frustración –común o frecuente en otros por lo que leo en comentarios a su muerte en la Red- ante un autor tan vendido y tan plebiscitado (y jaleado) –en la critica, en los medios y en la Moncloa (nota bene)- del que nunca me entró ni una línea tan siquiera. Misterio de aversión, al que rindo culto y homenaje no obstante dedicándole estas líneas, a él y sobre todo a la lengua y a la literatura española –la única patria que me queda en verdad, tras tantos años de expatriación (…)- que de puertas afuera por razones literarias o muy otras tan mal que bien él llego a encarnar. Con (el) Falcones, Mendoza, Montalbán, Juan Marsé, y siguen las firmas como diria Francisco Umbral. Todo lo que la marca España -se diría- consiguio vender fuera, libros y con ellos se diria tambien toda una lengua todo un alma (colectiva) a la par. “La Sombra del viento” una obra de la que escribo sin haberla leído lo confieso, como un (callado) homenaje más que otra cosa –lo digo y lo repito.- a su autor (….) Páginas y más páginas por lo que leo, de las que cabe preguntarse si los que tanto la elogian consiguieron leerla hasta el final, o si así lo consiguieron, si ello fue por criterios o incentivos literarios u otros que no lo fueron. Misterios de guerra civil, como muchos otros, los que rodean al encadilamiento que rodea a esa novela y a ese autor. Algo rayano en la obsesión (sic) y no lo digo yo,
sino otros muchos autorizados y fuera de toda sospecha, hasta el punto que leo –blanco sobre negro- en un articulo necrológico sobre él, que "los libros olvidados" de la misma trilogia que" la Sombra del viento no son mas que una alegoría de la fosas del franquismo–y hablo en serio-, por desenterrar (…) “Novela gótica”, un filón de actualidad extrema que el autor fallecido supo explotar tan bien. Terror en iglesias y monasterios, y con el telón de fondo omnipresente de las sombras –de leyenda negra- que rodean nuestra historia, lejana o reciente, legenda negra de la Santa Inquisición –como en el Nombre de la Rosa- o leyendas de la memoria de los vencidos de la guerra civil española en el caso que nos ocupa, da igual (….) El miedo ¿fuente de inspiración –y de conocimiento-, no digo que no, y le brindo mis respetos, en memoria y homenaje de aquel genero o subgénero de terror –el de la pequeña pantalla- que supieron ilustrar omo nadie las célebres “Historias para no dormir”(y sobre todo "Los Bulbos") (...) –Televisión Española, años sesenta- de Narciso Ibáñez Menta y de su hijo, Ibáñez Serrador ) Pero aquel era un miedo para/niños, de/verdad, aunque el relato fuera pura ficción, mientras que el miedo que nos vienen vendiendo ahora tiene algo de postizo y selectivo, de cuento de buenos y malos no para aterrorizar (inocentemente) al lector sino mas bien para exorcizar o conjurar a modo de terapia los miedos y aprensiones y fantasmas –guerra civilistas- de su autor (…)¿Barcelona misteriosa? no más llena de encanto y misterio que cualquier ciudad española o europea, con tal que se lo consiga palpar o auscultar. Como el misterio por ejemplo que rodea a la ciudad/balneario de Ostende donde viví largos años de mi expatriación y donde enfermo de nostalgia cada vez que vuelvo, por el tiempo que allí se paró –todo el tiempo que viví allí- y que se fue (sin despedirse) después de marcharme yo, y por el halo de misterio de aquel largo pasillo –de soportales- en donde me da últimamente por ver fantasmas, que no los veía yo entonces, las horas muertas de noche yo solo, yendo y viniendo por aquel pasillo, cara al mar, preparando exámenes (y buscándome un porvenir, ay de mí) ¿Fantasmas como los que resucitan hora en torno a la figura y a la estatua deñ rey Leopoldo (II) que la preside en uno de sus extremos y que fue quien mandó (re) construir –a su gusto- la ciudad? No lo se, creo que no.
Pienso no obstante que los pasillos del paseo marítimo (la Digue) de Ostende no son menos motivo rico y fecundo de inspiración para un relato de terror que las iglesias y monasterios de Barcelona –en la posguerra, y en la guerra civil- de la novela de Ruiz Zafón, de un terror apolítico me refiero, a años luz de nuestra guerra civil del 36 (…) Pero tal vez no este ahí el fondo de la cuestión, la raíz última de mi indiferencia (inocente y no culpable) ante este fenómeno de actualidad literaria, comparable mutatis mutandis al boom latino/ché de los sesenta, que es el que representan y personifican la generación de escritores castellano/parlantes de Barcelona entre los que destaca Ruiz Zafón (…) Y di con la clave buscando después de mucho buscar un párrafo semi olvidado que había leído no hace mucho de entre los escritos de Francisco Umbral, un autor (se me dirá) no inocente o neutral, esto es, en las antípodas de la referida generación: y es en un capitulo -"Literatura de la Literatura"- de su monografía biográfica –“Ramón y las vanguardias"-sobre Ramón Gómez de la Serna (op. cit. pp. 125-129) donde Umbral expone y explica tal vez mejor que en ningún otro sitio textual de su obra ingente el problema que diagnosticó -o destapó- mejor que nadie en la biografía -"Francisco Umbral. El frío de una vida"- que le dedico Ana Caballé, esto es, "su" problema con la novela como género (op.cit,pp.276-277), con el género narrativo como contrapuesto al género lírico o poético –en prosa o en verso- que él supo tanto y tan bien cultivar (…)
Retrato de Jean Cocteau, autor (vanguardista) francés preferido de José María Peman y Francisco Umbral y exponente –según este último- de un corriente narrativa –y lírica y autobiográfica a la vez- que murió -con él- al nacer. En las antípodas de la generación –barcelonesa y castellano parlante- que encarna Ruiz Zafón
Y es donde evoca a uno de sus autores mimados y preferidos, el inclasificable autor francés, Jean Cocteau, y una de sus obras de juventud “Les enfants terribles” (1929) que Umbral presenta como muestra o prototipo de una corriente literaria narrativa, de novelística –junto a “Bon jour tristesse” de Francois Sagan-. , que no llegó a fraguarse o a cuajar, y en la que a todas luces él, Umbral, mejor se veía reflejar. Novela kitsch como se la denomina (o califica) hoy, lÍrica o propiamente literaria .lo que es lo mismo que decir autobiográfica en Umbral-, a años luz de la corriente narrativa que acabaría por imponerse y de la que el autor que aquí abordamos parece erigirse en exponente arquetípico. De una novelística “todo lo contrario de la literatura”, como Umbral así conviene, en la conclusión del capitulo citado, por glosar. Novelista más que escritor, o escritor/profesional –mayormente de guiones cinematográficos (de Hollywood)- y sin estilo (¡ay dolor!) Carlos Ruiz Zafón –el pecado que no se perdona en la critica de Umbral-, lo que me absuelve a mi, de esa indiferencia o alergia o (insuperable) aversión que aquí ya confesé. Y lo que me mueve en cambio a hincar el diente a la obra del autor fallecido, de lo que daré cuenta en este blog. Palabra de honor
Se ha muerto Carlos Ruiz Zafón, de un cáncer de colon –en Los Ángeles donde residía- , a los 55 años. ¡Vaya por Dios! Y no se vea un deje de ironía o falta de respeto en esta glosa funeraria, porque no hay tal, sí en cambio algo de ese halo de frustración –común o frecuente en otros por lo que leo en comentarios a su muerte en la Red- ante un autor tan vendido y tan plebiscitado (y jaleado) –en la critica, en los medios y en la Moncloa (nota bene)- del que nunca me entró ni una línea tan siquiera. Misterio de aversión, al que rindo culto y homenaje no obstante dedicándole estas líneas, a él y sobre todo a la lengua y a la literatura española –la única patria que me queda en verdad, tras tantos años de expatriación (…)- que de puertas afuera por razones literarias o muy otras tan mal que bien él llego a encarnar. Con (el) Falcones, Mendoza, Montalbán, Juan Marsé, y siguen las firmas como diria Francisco Umbral. Todo lo que la marca España -se diría- consiguio vender fuera, libros y con ellos se diria tambien toda una lengua todo un alma (colectiva) a la par. “La Sombra del viento” una obra de la que escribo sin haberla leído lo confieso, como un (callado) homenaje más que otra cosa –lo digo y lo repito.- a su autor (….) Páginas y más páginas por lo que leo, de las que cabe preguntarse si los que tanto la elogian consiguieron leerla hasta el final, o si así lo consiguieron, si ello fue por criterios o incentivos literarios u otros que no lo fueron. Misterios de guerra civil, como muchos otros, los que rodean al encadilamiento que rodea a esa novela y a ese autor. Algo rayano en la obsesión (sic) y no lo digo yo,
sino otros muchos autorizados y fuera de toda sospecha, hasta el punto que leo –blanco sobre negro- en un articulo necrológico sobre él, que "los libros olvidados" de la misma trilogia que" la Sombra del viento no son mas que una alegoría de la fosas del franquismo–y hablo en serio-, por desenterrar (…) “Novela gótica”, un filón de actualidad extrema que el autor fallecido supo explotar tan bien. Terror en iglesias y monasterios, y con el telón de fondo omnipresente de las sombras –de leyenda negra- que rodean nuestra historia, lejana o reciente, legenda negra de la Santa Inquisición –como en el Nombre de la Rosa- o leyendas de la memoria de los vencidos de la guerra civil española en el caso que nos ocupa, da igual (….) El miedo ¿fuente de inspiración –y de conocimiento-, no digo que no, y le brindo mis respetos, en memoria y homenaje de aquel genero o subgénero de terror –el de la pequeña pantalla- que supieron ilustrar omo nadie las célebres “Historias para no dormir”(y sobre todo "Los Bulbos") (...) –Televisión Española, años sesenta- de Narciso Ibáñez Menta y de su hijo, Ibáñez Serrador ) Pero aquel era un miedo para/niños, de/verdad, aunque el relato fuera pura ficción, mientras que el miedo que nos vienen vendiendo ahora tiene algo de postizo y selectivo, de cuento de buenos y malos no para aterrorizar (inocentemente) al lector sino mas bien para exorcizar o conjurar a modo de terapia los miedos y aprensiones y fantasmas –guerra civilistas- de su autor (…)¿Barcelona misteriosa? no más llena de encanto y misterio que cualquier ciudad española o europea, con tal que se lo consiga palpar o auscultar. Como el misterio por ejemplo que rodea a la ciudad/balneario de Ostende donde viví largos años de mi expatriación y donde enfermo de nostalgia cada vez que vuelvo, por el tiempo que allí se paró –todo el tiempo que viví allí- y que se fue (sin despedirse) después de marcharme yo, y por el halo de misterio de aquel largo pasillo –de soportales- en donde me da últimamente por ver fantasmas, que no los veía yo entonces, las horas muertas de noche yo solo, yendo y viniendo por aquel pasillo, cara al mar, preparando exámenes (y buscándome un porvenir, ay de mí) ¿Fantasmas como los que resucitan hora en torno a la figura y a la estatua deñ rey Leopoldo (II) que la preside en uno de sus extremos y que fue quien mandó (re) construir –a su gusto- la ciudad? No lo se, creo que no.
Pienso no obstante que los pasillos del paseo marítimo (la Digue) de Ostende no son menos motivo rico y fecundo de inspiración para un relato de terror que las iglesias y monasterios de Barcelona –en la posguerra, y en la guerra civil- de la novela de Ruiz Zafón, de un terror apolítico me refiero, a años luz de nuestra guerra civil del 36 (…) Pero tal vez no este ahí el fondo de la cuestión, la raíz última de mi indiferencia (inocente y no culpable) ante este fenómeno de actualidad literaria, comparable mutatis mutandis al boom latino/ché de los sesenta, que es el que representan y personifican la generación de escritores castellano/parlantes de Barcelona entre los que destaca Ruiz Zafón (…) Y di con la clave buscando después de mucho buscar un párrafo semi olvidado que había leído no hace mucho de entre los escritos de Francisco Umbral, un autor (se me dirá) no inocente o neutral, esto es, en las antípodas de la referida generación: y es en un capitulo -"Literatura de la Literatura"- de su monografía biográfica –“Ramón y las vanguardias"-sobre Ramón Gómez de la Serna (op. cit. pp. 125-129) donde Umbral expone y explica tal vez mejor que en ningún otro sitio textual de su obra ingente el problema que diagnosticó -o destapó- mejor que nadie en la biografía -"Francisco Umbral. El frío de una vida"- que le dedico Ana Caballé, esto es, "su" problema con la novela como género (op.cit,pp.276-277), con el género narrativo como contrapuesto al género lírico o poético –en prosa o en verso- que él supo tanto y tan bien cultivar (…)
Retrato de Jean Cocteau, autor (vanguardista) francés preferido de José María Peman y Francisco Umbral y exponente –según este último- de un corriente narrativa –y lírica y autobiográfica a la vez- que murió -con él- al nacer. En las antípodas de la generación –barcelonesa y castellano parlante- que encarna Ruiz Zafón
Y es donde evoca a uno de sus autores mimados y preferidos, el inclasificable autor francés, Jean Cocteau, y una de sus obras de juventud “Les enfants terribles” (1929) que Umbral presenta como muestra o prototipo de una corriente literaria narrativa, de novelística –junto a “Bon jour tristesse” de Francois Sagan-. , que no llegó a fraguarse o a cuajar, y en la que a todas luces él, Umbral, mejor se veía reflejar. Novela kitsch como se la denomina (o califica) hoy, lÍrica o propiamente literaria .lo que es lo mismo que decir autobiográfica en Umbral-, a años luz de la corriente narrativa que acabaría por imponerse y de la que el autor que aquí abordamos parece erigirse en exponente arquetípico. De una novelística “todo lo contrario de la literatura”, como Umbral así conviene, en la conclusión del capitulo citado, por glosar. Novelista más que escritor, o escritor/profesional –mayormente de guiones cinematográficos (de Hollywood)- y sin estilo (¡ay dolor!) Carlos Ruiz Zafón –el pecado que no se perdona en la critica de Umbral-, lo que me absuelve a mi, de esa indiferencia o alergia o (insuperable) aversión que aquí ya confesé. Y lo que me mueve en cambio a hincar el diente a la obra del autor fallecido, de lo que daré cuenta en este blog. Palabra de honor
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