sábado, noviembre 30, 2019

DEL ODIO LEGÍTIMO (Y "PERFECTO")


Judío en Auschwitz (última fase de la Segunda Guerra Mundial) Auschwitz, “una copia compulsada a penas (“copie conforme”) del Archipiélago Goulag" (Ernst Nolte díxit) Hasta en sus formas más refinadas de exterminio, como la pena "del régimen de la caterga" (condena -y suplicio a una muerte lenta) de la que testimoniaron –sólo de testigos visuales- los presos españoles de la División Azul, que era la que se veían reservada los peores enemigos de la Unión Soviética, como los nacionalistas ucranianos, los “banderas” (“Embajadores en el infierno” p.102, de Torcuato Luca de Tena)
“Odio perfecto oderam illos” (Pablo/Chaúl a los Efesios) , una cita biblico/evangélica (fuera de toda sospecha) de mis lecturas y devociones del tiempo de mis años del seminario de Ecône –y de una de las estampas de mi ordenación sacerdotal, no se olvide- , referida a la madre/de/dios, que en mi celo piadoso aficionaba entonces de invocar y recordar ante el escándalo y solivianto de mis cofrades (compañeros de seminario, franceses casi todos ellos) En lo que venían –sólo muy recientemente acabé cayendo en la cuenta- a destapar el fondo o el poso judeo-cristiano de la religión que tan celosa y enfervorizadamente tanto ellos como yo (entonces) profesábamos. Baste un apunte de sentido común, de lo que aquí decir quiero, el odio es lo contrario del amor, del que es –como la verdad (doxa) y el error – absolutamente inseparable, hasta el punto que el uno sin el otro no se concibe, como si fueran puestos recíprocamente en entredicho, como si el primero fuera la prueba irrefutable del segundo (e imprescindible) , y viceversa. "Quien no es capaz de odiar no es capaz de amar", ¿dónde leí eso yo? Y una religión que profesa el Amor con mayúsculas no puede desterrar aquel del alma y de la mente de sus creyentes, so pena de llevarlos a un laberinto sin salida que es en donde se encuentran –o nos encontramos- todos los pueblos y naciones herederos de dos mil años de tradición bíblico/evangélica, en la presente encrucijada histórica, como un signo inconfundible de nuestra hora Y es donde nos encontramos los pueblos y naciones de Europa a vueltas con la amenaza mortal para nuestra civilización que esconde (agazapada) tras suya la inmigración en masa no europea a la que asistimos, léase la invasión silenciosa. Y un trance tan crucial y transcendente en el que nos encontramos es lo que viene a poner de manifiesto en sus recientes declaraciones la canciller alemana Angela Merkel que en palabras recientes pone o propone al odio (sic) como correctivo -o purgativo- de la libertad de expresión, de la que niega (contra todas las evidencias) que se encuentre coartada del modo o medida que sea en la Alemania de hoy, que ella -de mano de hierro a veces- dirige y gobierna. 

Y esas declaraciones lo habrán sido en un contexto especial y parcialmente ilustrativo pues, y lo son las manifestaciones en masa –dirigidas o debidamente orquestadas y canalizadas- por el partido anti-inmigración AFDP (Alleanz für Deutschland)- de los últimos días que habrán tenido como detonante la muerte, acuchillados –a manos de inmigrantes musulmanes (un sirio y un irakí)- de dos de sus compatriotas. Ironía sangrienta en verdad las palabras de la canciller alemana, y es por el buenismo -tan escandalosamente provocador- del que dan muestras, ¿o es que hay que interpretar sus recientes declaraciones leyendo amor donde dice odio y viceversa? O es que los acuchillados lo habrán sido “no por odio sino por amor”, parafraseando así la “Oración – como una piadosa letanía- por los muertos de la Falange” de Rafael Sánchez Mazas, que mostraba así encontrarse en el mismo laberinto sin salida en el que hoy (todos) nos encontramos, como lo prueba e ilustra la suerte que deparó el destino a todos sus camaradas y en particular a su jefe (e íntimo amigo) -salvajemente e asesinado- José Antonio Primo de Rivera. Los pueblos que no aprenden de la Historia, etcétera, etcétera (…)

Que esa fórmula o letanía piadosa del falangista tan edificante y tan moral –de tanta moralina, que me diga- contra el odio (sic), no les libró del odio de sus enemigos, incapaz –como así se mostró- de exorcizarlo o de conjurarlo y era por el sofisma que encerraba (léase, palabras no mas que palabras) Hay un odio (sic) legitimo –y santo y sagrado, a fuer de “perfecto”- y hoy mas que nunca hay que atreverse a exhumar esa verdad ancestral y milenaria, aunque el cielo se nos venga encima y se nos cierren (por siempre) las puertas entreabiertas y las redes (sociales) nos confundan con sus estruendos (hipócritas) y sus insidiosos “incendios” y llamaradas (siniestras). Más aún, el odio es inseparable de la moral guerrera que llenó de gloria y de honra y honor las páginas más sobresalientes e inmarcesibles en el recuerdo de nuestra historia. Y donde no hay amor, el odio es inconcebible (como ahora) y me refiero al amor auténtico y verdadero, que es –como ya lo tengo aquí directamente sentado (por escrito)- una mezcla sacrosanta e indisociable de Ágape y de Eros, y al lado de la cual la caridad (judeo-cristiana) no se revela más que como un sucedáneo (funesto y embustero)

Por donde nos vino –un hecho históricamente irrefutable- la Peste Negra (circa 1347) en su momento, y por donde hoy –en su faz o en su rostro actual de samaritanismo (pontificio)- se le abren de par en par las puertas a la invasión silenciosa (musulmana). ¿Odio a los judíos pues?, no, ni siquiera por el victimismo tan odioso –y arrogante- del que algunos (o algunas) del pueblo/elegido no dejan de dar muestras. Lo que no nos veta el execrar y el odiar(sic) -con toda nuestra alma con todas nuestras fuerzas-, la tiranía -de naturaleza espiritual y por ende mas insidiosa si cabe y perniciosa-, del lobby judío del que habré sido testigo excepcional en primera fila tras largos años aquí de residencia –léase (¡ay dolor!) de sobrevivencia-, los de mi expatriación por cima de los Pirineos y en los desiertos de Europa. Y si ese odio/legítimo les salpica (fatalmente), en parte aunque sólo sea, a los representantes del pueblo/magnífico, no es culpa nuestra. Como los efectos colaterales de las armas más modernas y mortíferas de guerra (…) ¿Cínico por demás? Legitima defensa apenas (…) Y a buen entendedor pocas palabras sobran (…)
Liliana Segre, senadora vitalicia –como los catedráticos del tardo/franquismo- judeo-italiana, nombrada (a dedo) por el presidente (de izquierdas) de la República italiana, Sergio Matarella. Icono emblemático –en su calidad de sobreviviente de Auschwitz (en donde murió su padre, desaparecido) , y por las amenazas que (dicen) que ahora la acompañan-, de victimismo judío en la política italiana: Salvini –discrepando así abiertamente con algunos de los suyos- ve en ella un “modelo” y dice que los que la critican (y niegan o trivializan a la vez el holocausto/judío) deberían ir al psiquiatra (…) Como diría Francisco Umbral, nadie le pide tanto
Y fijo en mi mente también mientras escribo estas líneas, el caso de la senadora judía (judeo/italiana), Liliana Segre, por quien viene el escándalo (judío) ahora, convertida o travestida por los medios allí en un nuevo icono de victimismo judío, léase en victima del odio (fascista y antisemita) –por lo que dicen (…)- lo que habrá llevado a ofrecerle protección –en forma de permanente escolta- al gobierno italiano, y al papa Francesco y todos los “monseñores” vaticanos a hacerla objeto preferente de sus cuidados –de sus mimos y caricias- y de su (evangélica) deferencia. Sumamente débil y sumamente poderosa (arrogantemente poderosa), la contradicción –reza el catecismo de Carlos Marx- yaciente en la esencia misma de las cosas (…) Victimas de la guerra y no de nadie más, ni de ninguna otra cosa. Y en el caso de los judíos en la Segunda Guerra Mundial –como la Segre-, víctimas del nexo causal entre la violencia y la beligerancia de una parte y de otra: “No hay fascismo sin la provocación (previa) del bolchevismo”, la formula electrochoque de Ernst Nolte -que fue mi amigo-, que es traducible en otra formula –del mismo autor- más electrocutante (y escandalosa) si cabe todavía. “Auschwitz, el calco o el doble, o la copia compulsada (en francés, “copie conforme”) del archipiélago Gulag”.

Y no es negacionismo –¡a mil años luz!- el decir o insinuar o dar a entender –como lo hizo entre mil circunspecciones y precauciones del lenguaje el profesor Nolte en la ultima fase sobre todo de su trayectoria (académica)- que los autores y mentores del holocausto/judío tenían en quien inspirarse. Un ejemplo más elocuente que un chorro de palabra: las fotos –humanamente insufribles, insostenibles (de acuerdo)- de judíos esqueléticos en campos de concentración, en fase de agonía por inanición, no son más que la versión alemana o nazi/alemana de la pena del régimen de la caterga (sic), de lo que testimoniaron los prisioneros en las cárceles soviéticas de la División Azul, a saber la condena (y suplicio) a una muerte lenta, que reservaba a sus peores enemigos la Unión Soviética (…) (“Embajadores en el infierno”, p. 102, de Torcuato Luca de Tena) Y no les faltaban otro modelos o precedentes en la historia mas reciente contemporánea, como el genocidio armenio (“el crimen asiático”, Ernest NOLTE díxit): ley de guerra y no le demos más vueltas. Tan fatal e inexorable como la máxima que el evangelio judeo-cristiano se apropió de la sabiduría clásica grecorromana. “Quien a hierro mata a hierro muere” Y a buen entendedor, etcétera, etcétera. Eso es lo que pienso (hoy). En voz alta. Y me atengo a las consecuencias. Mientras no me falten las fuerzas (…)

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