viernes, agosto 23, 2019

JOSÉ ANTONIO Y EL VALLE DE LOS CAÍDOS

José Antonio el Dioscuro (el Otro): el Mártir frente (y junto) al Caudillo. Mártir de España y de au ideal político (falangista) El sacrifico por la Patria no es en su origen –dijera lo que dijera Francisco Umbral- una idea islámica o integrista/musulmana, sino que era algo muy arraigado en la tradición europea (romana o pre-romana) Y por supuesto en “la devotio ibérica” de los pobladores de la Península. Y el mito que nació del sacrificio de José Antonio –asesinado salvajemente y con ultraje a manos de sus verdugos, después de una parodia de justicia (popular republicana) - es de seguro el escollo fatal en el que se van a estrellar la ley (funesta) de la Memoria y sus padrinos y mentores (socialistas) Palabra de profecía. José Antonio y el coronel Gadafi, comparaciones ineludibles (y reveladoras y a la vez engañadoras) en su tiempo y hora –que por eso en uno de mis libros la esgrimí. No es óbice: “comparaciones odiosas”
En Bruselas. De vuelta de Suiza. Sano y salvo, “of course”, y enfermo a la vez de melancolía. De los años que volaron, y que viví intensamente aquí hace ya tanto (más de treinta años, treinta ya) pateándome la ciudad -Lausanne-, bajo la lluvia, como lo hice en la nieve aquel invierno (un tanto aciago) ¿Por qué vuelvo a la larga a Lausanne, por qué me gusta tanto? Y la respuesta a esa pregunta me obliga a un tumbarme en el diván –el de la jerga del psicoanálisis- de mis sueños, de mis recuerdos y de mis olvidos (en lenguaje de la psicología profunda, lapsos), que es lo que son para mí muy a menudo estos artículos gratuitos –como un brindis al sol- que escribo por una irresistible pulsión, como un oficio de sobrevivir (que diría Umbral) Para levantarme el ánimo, o más serio aún y más trágico, en esta guerra asimétrica (o falsamente simétrica) que me toco vivir, para mantener la moral en alto.
En Suiza precisamente, en el lago (volcán) de Silva Plana –de la Suiza oriental, de los Grisones-, la Otra Suiza, más lejana y más hermética y recóndita y exótica, mas lejos del Rin que del Danubio (...), más bárbara en suma y menos latino/romana que por eso a él quizás tanto (en el fondo) le tiraba-, “a cien mil pies de las cosas divinas y más alto aún, por encima de las cosas humanas”, según lo cuenta el mismo en “Así hablaba Zaratustra”, encontró Nietzsche su luz, y en Lausanne, bajo la lluvia, y al encuentro de un pasado que voló (¡dulce amor!) me vino la revelación súbita, mayor como una luz astral bajo el sol negro de la guerra –hoy mas que nunca a rabiar- léase de la guerra de memorias, en los últimos estertores –¿últimos? ¡te lo crees tú!- de la guerra civil española. José Antonio Primo de Rivera, el otro muerto del Valle –el de los (Dos) Muertos o Caídos como unos Dioscuros- que parece que resucita ahora como un fantasma –familiar para los unos, para los otros en cambio (terriblemente) amedrentador- soliviantado (o escandalizado) por esta guerra a los muertos, que es el reto magno que tenemos que afrontar ahora, la asignatura o asunto pendiente –el único que cuenta por así decir- en la actual política española. Y todo lo demás – Salvini ¡que claro que lo vio!- luces de bambalinas, pura farfolla, para engañar al personal como lo están siendo (en España) el clima (léase el cambio climático) los barcos de emigrantes, e incluso la situación en Cataluña (….) en un continente amenazado por la invasión silenciosa: la guerra de los puertos es a los italianos lo que para mis (queridos) compatriotas lo es, lo fue o lo sigue siendo la guerra a los muertos, último capítulo -y lo que aún queda- de la guerra civil española (en la memoria) Cuestión de identidad en juego, de ser o no ser, de Identidad (y de Memoria)

Armagedón- La idea y el nombre o vocablo bíblico (apocalíptico) me venia irresistible, sin parar a la mente aquellos años ya idos –corría exactamente el año del 2006- dándole a la tecla con el trabajo que fui (laboriosamente) colgando por capítulos o por entregas -con mi nombre y apellidos (...), en uno de aquellos foros salvajes (¿Café de Artistas?)– infestados de troles, anónimos por definición, a cual más siniestro y desazonante y provocador- en los que malgasté o despilfarré (¿o no?) tanto chorro de energías y por donde se fue mi (segunda) juventud –o lo que de ella aún me quedaba- suave y silenciosa. Y era por cuenta de los restos y de la batalla (de Armagedón, sí señor) que ya se anunciaba, de Federico García Lorca: y no me equivocaba ¡oh no!, ni siquiera exageraba, porque lo que no se me ocurrió pensar fue que aquello no era más que el preludio o el arranque de todo lo que nos esperaba: la ley (funesta) de la Memoria y todo el sinfín de tentativas o intentos de su (fallida, e imposible por falta de consenso) (...) puesta en práctica, hasta el punto de llegar a convertirse todo ello en el punto de mira fijo (obsesivo), el horizonte único –de pasado y de futuro- de la sociedad española, hasta de sus generaciones de edades más tierna que no vivieron aquello, o mejor dicho que no lo vivieron como sus antepasados y sí acaso mas intensamente en cambio ahora que sus protagonistas directos (¿queda aún todavía alguno vivo?) en el plano de la Memoria. El asunto pendiente –como la Revolución de los joseantonianos puros aquella- ya digo, de la política española.
Un best-seller -¡cuatro ediciones en 23 días!- y como tal uno de esos signos de los tiempos (sic) que mandaba escrupulosa y atentamente escrutar a los fieles el concilio vaticano segundo. Y es del obstáculo insalvable que el sacrificio –cruento, pagano, por la Patria y por su ideal político- de Jose Antonio Primo de Rivera viene a oponer en la guerra a los muertos que tienen emprendida los herederos y sucesores de la memoria de los vencidos del 36. Y también en su empeño desenterrador: principal asunto pendiente de la política española, la guerra a los muertos –como la guerra de los puertos en la actual política italiana- que lleva emprendida el actual mandatario (y tras él su gobierno en pleno) socialista (disimulen lo que quieran y -quitándole hierro al tema- digan lo que digan) Jose Antonio el Dioscuro. Mito (ibero e hispano/romano) de la devotio ibérica. ¡¡¡EL VALLE NO SE TOCA!!!
La guerra a los muertos en España , como la guerra (italiana) de los puertos en la que se están embarcando tantos allí: guerra a los muertos, los mas odiados o necesitados de conjurar –o de exorcizar- a saber Franco y José Antonio Primo de Rivera. Y una obra sobre los “últimos días” de este último viene ahora a la luz, que no dice tal vez nada o casi nada nuevo de lo que su autor había escrito –y vendido con tanto éxito de ventas- en anteriores obras sobre un mismo personaje y un mismo tema, pero es que el fenómeno editorial (extraordinario) que representa viene a ser uno de esos signos de los tiempos (sic) que la iglesia nos mandó atenta y escrupulosamente escrutar, hoy en buena, ayer en cambio (¡ay dolor!) en mala hora (continúa)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

,,,aunque no tenga relación con el tema de este post, me presento como seguidor de este blog... y por eso te informo de este lamentable enlace y del más que penoso sitio que lo cobija:
https://www.secretolivo.com/index.php/2014/01/04/andalucia-y-la-barbarie-germanica/

Juan Fernandez Krohn dijo...

Gracias por tu comentario, comentarista anónimo (aunque me parece que sé quién eres, no importa) Me he leído el escrito de Blas Infante que me enviabas a través de ese enlace (lamentable) y de ese sitio (tan penoso, como tú bien dices) No lo conocía pero me habían llegado ecos de varias fuente, una de ellas de la hispanista belga flamenca Christiane Stallaert –¡aparte de mi ese cáliz!- que lo ha tratado en profundidad –y devoción (…)- en alguno de sus libros. Ella, junto con los familiares de Blas Infante –¡que van ellos a decir!- asegura que no se convirtió al Islam. Cuando nos aporten las pruebas les creeremos, contra tan numerosas evidencias. Y aunque sea cierto eso que dicen, poco importa.

Un “islamizante”, Blas Infante, más islámico que los musulmanes, como ocurre hoy día con el pos/marxismo y los pos/marxistas mas marxistas que los marxistas. Es un texto curioso no obstante e interesante en extremo su lectura, hasta el punto que las concordancias tan numerosas que ofrece el texto con la visión histórica de la España musulmana -y de la invasión islámica de la Península- que habrá divulgado en los tiempos modernos-y especialmente en los últimos veinte años el integrismo musulmán, sumadas a ciertas coincidencias cronológicas –como la de la fecha (1936) de ese escrito que se recoge en el enlace .sobre “el complot de Tablada” (“Andalucía y la barbarie germánica”), el mas revelador de la visión histórica del pensador andalucista-, hacen irresistiblemente pensar en el ensayo “Germanos contra bereberes” de José Antonio Primo de Rivera, (noviembre del 36) de estirpe andaluza él igualmente, como el líder andalucista.

Como una refutación –o un antitesis- a las puertas de la muerte, la que el líder falangista venia a legarnos –rubricada con su sacrificio (o martirio) tan atroz, y de no menor valor expiatorio el suyo (bien al contrario) que el del mártir”/andalucista y separatista, que nos permitiera la (libre) opción a los españoles –y muy en particular a los de estirpe andaluza (como el que esto escribe)- y es ante el dilema tan radical que nos ofrecen ambas figuras –la del fundador de la Falange y la del “padre de la patria andaluza”- y sus obras respectivas en la tesitura tan dramática y tan tremenda que nos brinda la Europa de hoy amenazada por la emigración en masa no europea –y mayormente de confesión musulmana- que viene a configurar un fenómeno de in-va-sión (silenciosa). Germanos –léase, godos o visigodos- como defendía José Antonio, o moriscos –de sangre mora- como proclamaba con el mayor descaro el líder andalucista. La polémica esta servida. Cual desafío magno a la propia identidad individual y colectiva, y la Memoria (propia)

Y a cada cual de decidir en tamaño trance, en su fuero interno, y mirándose al fondo y a lo más hondo del espejo para saber de dónde vengo, o de dónde venimos todos (los españoles) Mi postura entretanto –o mi apuesta- ya lo conocen todos. ¡ABAJO EL ISLAM! (antes de que se oscurezca el sol y el cielo se nos venga encima de nuestras cabezas)