miércoles, agosto 28, 2019
ITALIA: LOS HIJOS DE LA DERROTA
PRÓLOGO DE ÚLTIMA HORA (EXPLICACIÓN) El desenlace –en las últimas horas- de la crisis italiana parece quitarme la razón y presentarme en cambio –a los ojos de todos- como (el) perdedor (o apostante del caballo perdedor) Me equivoqué en este último pero no por lo que es –un político italiano después de todo (enigma de los enigmas para un español)-, sino por lo que aparenta, un hijo de la derrota cuando no es en realidad –como lo muestra él ahora (Di Maio)- más que una criatura o una marioneta del sistema –léase del régimen del 45-, como Marine Le Pen, o como el sucesor de Almirante a la cabeza del MSI) -y "amigo" de Blas Piñar (como se lo oí yo a éste último, hablándome a mí) (...)-, Gianfranco Fini, modelo o referente supremo de la política francesa en materia de desdiabolización, léase de desfascistización, hijo de partisano comunista este último, de madre griega guerracivilista -del 45 al 48- de izquierdas (nota bene), la hija de Jean Marie Le Pen) (...) Salvini en cambio -a los ojos de todos el gran perdedor-, sí que lo es, como (sin saber yo no obstante quien es) nos lo acaba de demostrar esta vez , las orejas gachas y su capital electoral en cambio rigurosamente intacto y cargado de promesas, y sin dar su brazo a torcer. Por eso cabe decir que su derrota o fracaso de ahora no es más que parcial –como lo apuntan ya algunos comentaristas. Por eso, quité el articulo de mi blog. Y por eso lo vuelvo a poner. Entretanto -últimas noticias- "Il Capitano" le ha marcado una prórroga por sopresa al desenlace de la cris política italiana. Hasta el 19 de Ocubre
Salvini, el candidato a Duce de la guerra de los puertos en la que se ve envuelta –por encima de sus puertos y playas- toda la sociedad italiana. Y frente a él (y a ellos), el Papa de Roma. Y a su lado, su aliado –o más bien su comodín (o su joker)- Di Maio, el paria, el desclasado –hijo (nota bene) de un fascista o misino (neofascista)- “que no ha trabajado nunca”. Un marginal, un aventurero –periodista freelance (¿)- y exponente emblemático de ese sub-“lumpenproletariado” –surgido de lo bajo (o más bajo) de las clases medias- que consiguieron –a duras penas y a sus expensas (…) - zafarse de los corsés y disciplinas y trabas e impedimentos, y prohibiciones y discriminaciones (flagrantes) e imposiciones (odiosas) del mercado del empleo, y desafían hoy (más o menos) abiertamente al sistema democrático italiano y a su casta política (y a su clase/obrera, y a su Mafia protectora) Y un electrón por libre, Di Maio además, que amenaza “pari passu” en la actual crisis política italiana –y en las últimas horas- , de darle al sistema y a sus mecanismos y engranajes –secretos e intrincados- de poder, el toque final, o la puntilla (digan los medios lo que digan), La hora de la venganza –de Némesis, su diosa pagana- para los vencidos de la Historia (en el 45). Esa es mi apuesta Por los Hijos de la Derrota
Un juego de mus de envites y órdagos -a la chica o a la grande-, o de póker/mentiroso (menteur) –como le dicen aquí los medios- la política italiana a los más altos niveles del Estado y de la clase política en la crónica de actualidad (más candente) de aquel país los últimos días y la últimas horas. Fui jugador de mus de (mucho) más joven –que se me daba bien (o eso creía yo), eso de echar envites y órdagos (o faroles)- no fui nunca en cambio un jugador de póker, juego de sociedad extraño por lo que fuera –¿por su origen extranjero anglosajón?- a mi medio familiar y a mis amistades veraniegas –en aquella zona geográfica muy precisa (la sierra/madrileña, provincias de Madrid y de Segovia) y divulgado y popularizado en cambio un poco más tarde (y demasiado tarde para mí) en los años (finales) de la transición y de la democracia. ¿Quiere decir que me declaro nulo e incapaz a la hora de formular un análisis y de arriesgarme a un diagnóstico de la partida que están jugando a la vista de todos -y la atención (en foco) de los medios- los principales actores de la política italiana, en una crisis de gobierno tal vez la mas crucial y decisiva de toda la historia política de la Italia contemporánea? Estaba tentado de rendirme y de darme por vencido (y decir que sí), si uno de los actores o jugadores de ese póker mentiroso, no me hiciera pensarlo dos veces dándome ánimos y ganas de seguir el juego, ese juego de póker en el que como en todos los juegos –y como casi siempre ocurre también en política-, las apariencias engañan. Y me refiero a uno de los jugadores estrella de esta interminable crisis –que casi no se puede darse aún por comenzada-, Luigi di Maio, especie de “joker” para unos que no se dan cuenta que él está jugando sus propias cartas, figura enigmática a la vez, y con un no sé qué de terriblemente familiar para otros como el autor de estas líneas, y es que el joven líder de Cinco Estrellas va o puede ir de incógnita o de enigma insondable para algunos, ¿para muchos?, no importa, que a mi en cambio no me engaña.
Y confieso que su silueta o su trayectoria me interpelaba (como aquí dicen) o me intrigaba. Como un espejo de mi mismo, confíteor, por esa imagen inconfundible -.de perdedor, en el plano laboral o profesional quiero decir-, léase de –eterno- desempleado (de “chomeur”)- que le colgaban como un ferrete de ignominia o como un titulo de gloria –el no haber trabajado nunca (sic)- cuando empezó a brillar hace algún tiempo en la crónica de actualidad mas rabiosa de la política italiana. Y fue casi por casualidad repasando su biografía en la Red, de puro azar ya digo cuando di con la clave –o una de ellas de su personalidad, y a la vez de su imagen o de su fachada. Clave familiar, de tal palo tal astilla, y ya me estoy oyendo (llover) las críticas. Y es la que nos da el detalle -nada anodino- de ser o de tratarse de un hijo de un tal padre, que fue –todo menos trivial- miembro el Movimiento Social Italiano. MSI, los misinos (¡mamá!, ¡horresco referens!) -tan denostados o según los gustos tan añorados) de los años (azarosos) de mi adolescencia y de mi (primera) juventud universitaria.
Y ahí se nos caen rodas las escamas de los ojos y las ideas se nos aclaran, y se nos desvela (“pari passu”) el misterio de este político inconformista, "alternativo", léase “de izquierdas” que a los de izquierdas de verdad no les entra o no les gusta (pero nada de nada), como se está comprobando en las noticias que de allí nos llegan a rachas o en tiros de andanada. Un vencido, léase hijo de vencidos -“neri” (“negros”) - de la Segunda Guerra Mundial, y no otra cosa, Luigi Di Maio, cargado como tal de hipotecas a sus espaldas–históricas o ideológicas, para comenzar- que su juventud azarosa -en su caso como en el mio como en el de tantos jóvenes de mi generación ou un poco más jóvenes (muchos de ellos compatriotas)- toma como aventuras y así las vive (y vivimos) y las arrostran –ingenuos y generosos- sin darse cuenta (a tiempo) de lo que en realidad son, (o somos), unos excluidos, marginados, “dejados por cuenta” –“laissés pour compte”- de la Historia (y de la democracia) –o “arrojados -como diría Trotski- "en las alcantarillas" de aquella, e hijos de una derrota (de una o de mil) y por vía de consecuencia, cargados -qué digo, abrumados- de deudas y de hipotecas (no forzosamente inmobiliarias) en resumidas cuentas.
Una clave histórica e ideológica, familiar y sociológica a la vez, la figura o el personaje de Luigi Di Maio, a la vez de la política de actualidad y del mundo que vivimos. La de ese fenómenos –realidad sociológica insoslayable en todo análisis medianamente serio- que se podría definir –como yo lo hago (por mi cuenta y riesgo)- de sub/lumpen proletariado de los países occidentales en la actualidad: esas masas informes -y desclasadas -de las clases medias/bajas mayormente de procedencia- cada vez mas difundidas y numerosas que resbalan o se escapan o se escurren vergonzantes, huidizas y sigilosas, a las leyes del mercado –del mercado del empleo me refiero- y a los “diktados” y a los lazos y tentáculos de sus múltiples agentes: bancos, centrales empresariales, multinacionales y sindicatos. Y fatalmente pues, dejadas a la intemperie (o "de la mano de dios"), léase desprovistas de la protección social –en todos los planos-, y de una economía mucho menos saneada (entre paréntesis) de la que gozan las clases/trabajadoras (con sus “conquistas” de la posguerra) Di Maio, -periodista “free lance” (¡por dios!)- un aventurero, un vagabundo, un paria y un marginal que “no ha trabajado nunca” -dicen y repiten chorreantes de ironía (y de desprecio y de irrisión) los medios por cuenta suya.
Y por detrás del eufemismo (democrático) política y sociológicamente/correcto, y de su rostro y de sus ojos (dolientes en realidad, “patibularios” en apariencia) hay forzosamente que traducir que ha trabajado –y “babeado” del francés “baber” (léase echar espuma por la boca)- mucho más que nadie buscando así (incansable) su puesto en la sociedad o su camino en la vida –sin más- que tan tercamente –y tan discriminatoria e injustamente- se le negaba (y sé, y mido perfectamente lo que estoy diciendo) Y al final -¡oh sorpresa!- ha acabado por encontrarlo donde (él mismo) menos se le esperaba, en los más altos niveles y en las más altas esferas de la política italiana: la noticia mas terrible o mas extraordinaria (sic) estaríamos tentados de decir, parafraseando a Nietzsche- de nuestra hora, echando un vistazo sin ojeras a lo que nos sirve en caliente, en bandeja y en crónica de actualidad (candente y crujiente) la prensa de esta mañana. Di Maio la estrella, la baza “in extremis” de Matteo Salvini- el joker pues de la crisis italiana, por el que nos vamos a permitir el formular un diagnostico, el echar nuestra apuesta de lo que allí ira a ocurrir en las próximas horas.
Y es que se les está acabando el tiempo (de juego), cuando el arbitro –el presidente (siciliano, ex DC) Mattarella- debe pitar el final del recreo. Y a lo que llegarán de manos vacías, por culpa de Di Maio precisamente, ocupado –de toda su alma y cuerpo (como quien se venga o desquita así él mismo y todos los suyos, de todas las villanías y de todas las afrentas, de la vida y de la historia) en echar balones fuera (pidiendo, exigiendo la Vicepresidencia, el Ministerio del Interior o lo que sea), contra las derechas (el establishment) o contra las izquierdas (el otro establishment), poco importa.
Contra esas izquierdas –comunistas o ex comunistas marxistas o pos/marxistas- que ganaron la guerra (mundial) pero que habrán acabado echando (a los perros) -por un plato de lentejas- su investidura , me explico, la realidad social o la visión real -y exacta y cierta- de la misma que tuvo (¡ay dolor!) durante más de un siglo esa misma izquierda (tanto la moderada como la más extrema). La revuelta o rebelión de los (auténticos) marginados de hoy, de los hijos de los vencidos –de la Derrota-, a la que asistimos en Italia las últimas horas
Salvini, el candidato a Duce de la guerra de los puertos en la que se ve envuelta –por encima de sus puertos y playas- toda la sociedad italiana. Y frente a él (y a ellos), el Papa de Roma. Y a su lado, su aliado –o más bien su comodín (o su joker)- Di Maio, el paria, el desclasado –hijo (nota bene) de un fascista o misino (neofascista)- “que no ha trabajado nunca”. Un marginal, un aventurero –periodista freelance (¿)- y exponente emblemático de ese sub-“lumpenproletariado” –surgido de lo bajo (o más bajo) de las clases medias- que consiguieron –a duras penas y a sus expensas (…) - zafarse de los corsés y disciplinas y trabas e impedimentos, y prohibiciones y discriminaciones (flagrantes) e imposiciones (odiosas) del mercado del empleo, y desafían hoy (más o menos) abiertamente al sistema democrático italiano y a su casta política (y a su clase/obrera, y a su Mafia protectora) Y un electrón por libre, Di Maio además, que amenaza “pari passu” en la actual crisis política italiana –y en las últimas horas- , de darle al sistema y a sus mecanismos y engranajes –secretos e intrincados- de poder, el toque final, o la puntilla (digan los medios lo que digan), La hora de la venganza –de Némesis, su diosa pagana- para los vencidos de la Historia (en el 45). Esa es mi apuesta Por los Hijos de la Derrota
Un juego de mus de envites y órdagos -a la chica o a la grande-, o de póker/mentiroso (menteur) –como le dicen aquí los medios- la política italiana a los más altos niveles del Estado y de la clase política en la crónica de actualidad (más candente) de aquel país los últimos días y la últimas horas. Fui jugador de mus de (mucho) más joven –que se me daba bien (o eso creía yo), eso de echar envites y órdagos (o faroles)- no fui nunca en cambio un jugador de póker, juego de sociedad extraño por lo que fuera –¿por su origen extranjero anglosajón?- a mi medio familiar y a mis amistades veraniegas –en aquella zona geográfica muy precisa (la sierra/madrileña, provincias de Madrid y de Segovia) y divulgado y popularizado en cambio un poco más tarde (y demasiado tarde para mí) en los años (finales) de la transición y de la democracia. ¿Quiere decir que me declaro nulo e incapaz a la hora de formular un análisis y de arriesgarme a un diagnóstico de la partida que están jugando a la vista de todos -y la atención (en foco) de los medios- los principales actores de la política italiana, en una crisis de gobierno tal vez la mas crucial y decisiva de toda la historia política de la Italia contemporánea? Estaba tentado de rendirme y de darme por vencido (y decir que sí), si uno de los actores o jugadores de ese póker mentiroso, no me hiciera pensarlo dos veces dándome ánimos y ganas de seguir el juego, ese juego de póker en el que como en todos los juegos –y como casi siempre ocurre también en política-, las apariencias engañan. Y me refiero a uno de los jugadores estrella de esta interminable crisis –que casi no se puede darse aún por comenzada-, Luigi di Maio, especie de “joker” para unos que no se dan cuenta que él está jugando sus propias cartas, figura enigmática a la vez, y con un no sé qué de terriblemente familiar para otros como el autor de estas líneas, y es que el joven líder de Cinco Estrellas va o puede ir de incógnita o de enigma insondable para algunos, ¿para muchos?, no importa, que a mi en cambio no me engaña.
Y confieso que su silueta o su trayectoria me interpelaba (como aquí dicen) o me intrigaba. Como un espejo de mi mismo, confíteor, por esa imagen inconfundible -.de perdedor, en el plano laboral o profesional quiero decir-, léase de –eterno- desempleado (de “chomeur”)- que le colgaban como un ferrete de ignominia o como un titulo de gloria –el no haber trabajado nunca (sic)- cuando empezó a brillar hace algún tiempo en la crónica de actualidad mas rabiosa de la política italiana. Y fue casi por casualidad repasando su biografía en la Red, de puro azar ya digo cuando di con la clave –o una de ellas de su personalidad, y a la vez de su imagen o de su fachada. Clave familiar, de tal palo tal astilla, y ya me estoy oyendo (llover) las críticas. Y es la que nos da el detalle -nada anodino- de ser o de tratarse de un hijo de un tal padre, que fue –todo menos trivial- miembro el Movimiento Social Italiano. MSI, los misinos (¡mamá!, ¡horresco referens!) -tan denostados o según los gustos tan añorados) de los años (azarosos) de mi adolescencia y de mi (primera) juventud universitaria.
Y ahí se nos caen rodas las escamas de los ojos y las ideas se nos aclaran, y se nos desvela (“pari passu”) el misterio de este político inconformista, "alternativo", léase “de izquierdas” que a los de izquierdas de verdad no les entra o no les gusta (pero nada de nada), como se está comprobando en las noticias que de allí nos llegan a rachas o en tiros de andanada. Un vencido, léase hijo de vencidos -“neri” (“negros”) - de la Segunda Guerra Mundial, y no otra cosa, Luigi Di Maio, cargado como tal de hipotecas a sus espaldas–históricas o ideológicas, para comenzar- que su juventud azarosa -en su caso como en el mio como en el de tantos jóvenes de mi generación ou un poco más jóvenes (muchos de ellos compatriotas)- toma como aventuras y así las vive (y vivimos) y las arrostran –ingenuos y generosos- sin darse cuenta (a tiempo) de lo que en realidad son, (o somos), unos excluidos, marginados, “dejados por cuenta” –“laissés pour compte”- de la Historia (y de la democracia) –o “arrojados -como diría Trotski- "en las alcantarillas" de aquella, e hijos de una derrota (de una o de mil) y por vía de consecuencia, cargados -qué digo, abrumados- de deudas y de hipotecas (no forzosamente inmobiliarias) en resumidas cuentas.
Una clave histórica e ideológica, familiar y sociológica a la vez, la figura o el personaje de Luigi Di Maio, a la vez de la política de actualidad y del mundo que vivimos. La de ese fenómenos –realidad sociológica insoslayable en todo análisis medianamente serio- que se podría definir –como yo lo hago (por mi cuenta y riesgo)- de sub/lumpen proletariado de los países occidentales en la actualidad: esas masas informes -y desclasadas -de las clases medias/bajas mayormente de procedencia- cada vez mas difundidas y numerosas que resbalan o se escapan o se escurren vergonzantes, huidizas y sigilosas, a las leyes del mercado –del mercado del empleo me refiero- y a los “diktados” y a los lazos y tentáculos de sus múltiples agentes: bancos, centrales empresariales, multinacionales y sindicatos. Y fatalmente pues, dejadas a la intemperie (o "de la mano de dios"), léase desprovistas de la protección social –en todos los planos-, y de una economía mucho menos saneada (entre paréntesis) de la que gozan las clases/trabajadoras (con sus “conquistas” de la posguerra) Di Maio, -periodista “free lance” (¡por dios!)- un aventurero, un vagabundo, un paria y un marginal que “no ha trabajado nunca” -dicen y repiten chorreantes de ironía (y de desprecio y de irrisión) los medios por cuenta suya.
Y por detrás del eufemismo (democrático) política y sociológicamente/correcto, y de su rostro y de sus ojos (dolientes en realidad, “patibularios” en apariencia) hay forzosamente que traducir que ha trabajado –y “babeado” del francés “baber” (léase echar espuma por la boca)- mucho más que nadie buscando así (incansable) su puesto en la sociedad o su camino en la vida –sin más- que tan tercamente –y tan discriminatoria e injustamente- se le negaba (y sé, y mido perfectamente lo que estoy diciendo) Y al final -¡oh sorpresa!- ha acabado por encontrarlo donde (él mismo) menos se le esperaba, en los más altos niveles y en las más altas esferas de la política italiana: la noticia mas terrible o mas extraordinaria (sic) estaríamos tentados de decir, parafraseando a Nietzsche- de nuestra hora, echando un vistazo sin ojeras a lo que nos sirve en caliente, en bandeja y en crónica de actualidad (candente y crujiente) la prensa de esta mañana. Di Maio la estrella, la baza “in extremis” de Matteo Salvini- el joker pues de la crisis italiana, por el que nos vamos a permitir el formular un diagnostico, el echar nuestra apuesta de lo que allí ira a ocurrir en las próximas horas.
Y es que se les está acabando el tiempo (de juego), cuando el arbitro –el presidente (siciliano, ex DC) Mattarella- debe pitar el final del recreo. Y a lo que llegarán de manos vacías, por culpa de Di Maio precisamente, ocupado –de toda su alma y cuerpo (como quien se venga o desquita así él mismo y todos los suyos, de todas las villanías y de todas las afrentas, de la vida y de la historia) en echar balones fuera (pidiendo, exigiendo la Vicepresidencia, el Ministerio del Interior o lo que sea), contra las derechas (el establishment) o contra las izquierdas (el otro establishment), poco importa.
Contra esas izquierdas –comunistas o ex comunistas marxistas o pos/marxistas- que ganaron la guerra (mundial) pero que habrán acabado echando (a los perros) -por un plato de lentejas- su investidura , me explico, la realidad social o la visión real -y exacta y cierta- de la misma que tuvo (¡ay dolor!) durante más de un siglo esa misma izquierda (tanto la moderada como la más extrema). La revuelta o rebelión de los (auténticos) marginados de hoy, de los hijos de los vencidos –de la Derrota-, a la que asistimos en Italia las últimas horas
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