Obra primera y fundamental de Ernst Nolte. Y de su "primera época". La que le dio su gran audiencia y reputación (de historiador del fascismo) entre los estudiantes de la Universitaria madrileña de mi época, ganados en masa a la izquierda furiosa (díxit Pio Moa) Donde venía groso modo a decir lo que aquellos estaban diqspuestos a oír (...)Y en su primera parte -en volumen aparte- trataba de la Accion Francesa de Maurras en la que veía (no sin razón) la matriz ideologica y filosofica de los fascismos (y nazifascismos) que se seguirían. A la que refuta, condena pontificia en mano, por la via (fácil) de la censura eclesiastica y de la puesta en tela de juicio (canónica)
Ernst Nolte, aparte de mi ese caliz. Todos aquí saben -al hilo de mis entradas- la deuda (intelectual) que tengo contraída y lo deudor que me siento ( la vez) con el historiador alemán, lo que me vendrá pesando por demás, in crescendo, como me lo confirma la énésima y ultima lectura que acabo de hacer de él, de una de sus obras que tengo (confiteor) mas leída y releída de todo lo que de él lei, y es el volumen primero de su celebre trilogía sobre "el Fascismo y su época", que él consagra a la Accion Francesa (madre, en su óptica, de todos los facismos o nazifascismos que detràs se seguirían ) Que vengo desde hace tiempo leyendo y releyendo, como digo, sin comprender del todo, no propiamente lo que Nolte formula, sino más bien a dónde nos quiere llevar, -a sus fieles lectores y discipulos me refiero (entre los que aún me encuentro)- que no sea a un desierto (sobrecogedor) del vacio del fracaso y de la derrota. Ante lo que eché el freno de mano en un instinto reflejo, salvador como si fuera -como lo es-, una cuestión de ser o no ser, de simple sobrevivencia, física y psicológica. Lo que el paso del tiempo parece como que se me confirma.Y cómo tengo que interpretar si no, esa ruptura abrupta de nuestra larga correspondencia, de ese silencio final como una ruptura inexplicable de una vieja y longeva amistad, poco antes de su muerte -imprevista 'por insuficiencia cardíaca), sin previa enfermedad-, cuestión de semanas, justo después, ni meses tan siquiera? Y que la mosca no se me iba de detrás de la oreja me lo confirma uno de los últimos capítulos de la obra referida que acabo de leer, del fundamento filosófico de la obra de Maurras, repartido su análisis en cuatro estaciones (por decirlo asi), a cuál más sintomática y reveladora la una que la otra. "La eternidad de la natura" (nature eternelle) "l'antinature" (contra natura, o sea), "el monoteísmo" -léase, el cristianismo-, y el fracaso (y la tragedia) (sic) Y un inciso a modo de prefacio o de guía de iniciación antes de continuar por ese hilo conductor: Nolte, al contrario de la imagen que acertó a difundir -justo después de conocerme a mí y de entablar nuestra larga correspondencia- en Francia, en el medio herméticamente cerrado de los garantes del pensamiento único, y en ese otro de su opinión publica, fue, más que historiador, un filósofo, un poseso o devoto de filosofía (alemana) -como buen alemán (sobre todo de Kant)- de filosofía alemana, y la lectura de esta obra que aquí evoco, si necesario fuera, en ello nos confirma (...) Y análogamente (mutatis mutandis), lo mismo o casi cabe decir de Maurras, filósofo profundo antes que pensador político o ideólogo (y jefe de escuela) Y ahi estriba a no dudar lo que Nolte califica de su fracaso y de su tragedia. Y la raiz de la "angustia primordial" ("originaire") de Maurras -como Nolte la califica- no es política ni ideológica sino propiamente religiosa, como lo ilustra a la perfección lo que fue la causa primera de su fracaso en política -y su derrota final, se me antoja, la suya y de sus partidarios-, no otra que su condena pontificia. Y ello, contra lo que entonan como una retahíla a repetición la masa de sus partidarios en Francia -tal y como se lo oí a ellos de viva voz (en mis años del seminario de Ecône) El magisterio, en el puesto o lugar del tribunal eclesiástico que le condenó-a él y a su movimiento, no se equivocaba, no daba puntada sin hilo, no, y Maurras tampoco se equivocaba , sino que iba sólo a destiempo en adelanto de un concilio -materia de libertad de conciencia y de expresión (o me lo podrá negar aquí algun lector?) Sino en su posición -a la defensiva- de esquivar el tema en el terreno de la doctrina, y de escoger, de alternativa, la vía -llena de trampas y erizada de peligros- de la política/religiosa (una expresión nota bene de su cosecha) Y es lo que Nolte -de motu propio o como de encargo?- pone de manifiesto en su alusión, en la página final de su estudio -dato revelador-, a un episodio crucial de la historia (en su tramo final) de las guerras de religión. De la guerra de los Treinta Años, tal y como yo lo tengo recordado y recalcado en este blog. "Por qué -Nolte interpela post mortem (y en voz alta) a Maurras- no valió para él lo de "París bien vale una misa"?. Madre del cordero, cuestión irresuelta en materia de historia de la Iglesia y del catolicismo. Pecado orginal del catolicismo frances? como lo piensan los españoles, o botón de muestra por el contrario del genio politico de Enrique IV (de Borbón)? en el marco o contexto histórico de la pugna -entonces en su apogeo- de la monarquia francesa y del Imperio (católico) español? Y Nolte, esquivando suavemente la espinosa cuestión -en un terreno no obstante que era el suyo, el de la Historia (aunque sea la historia de las guerras de religión)- concluye -en un recurso fácil a mi juicio, el del magisterio o del derecho canónico (se me podrá negar)?-, y a modo de veredicto inatacable para un católico, con un referencia al protestantismo (sic) que habría justificado (sobreentendido) la condena pontificia.
Protestante Maurras? Víctima mas bien de un lapso de memoria histórica del catolicismo francés, tal y como me apercibí de ello en el seminario de Econe. Y no a titulo de reo de heterodoxia, Maurras, sino preso de una fatalidad (histórica) de política religiosa. Y como él -Nolte me refiero- sintió todo eso que precede en mi -en mis escritos más que en mi corresondencia-, lo interpretó en guisa de censura o desautorizacion a no dudar. Si no del conjunto de su obra, sí de un tramo de su trayectoria, léase de su primera época -de antes de la "historiker streit" en Alemania y de su resonante articulo -de tonalidad (descaradamente) revisionista- "El pasado que no pasa (o que quiere pasar)" (FAZ, 6 juin 1986)- que hacen figurar a modo de snítesis dialéctica de su primera época oficialmente "anti-fascista" -lo que hizo que trabase conocimiento con él a mi paso por la Universidad, cuando conoció gran éxito y estaba de moda entre los estudiantes de "la izquierda furiosa", y de lo que nunca haría (nota bene) la menor revisión crítica. Lo que explica (a mi juicio) su silencio final, que me sonó como a ruptura, en verdad. Poco explicable no obstante en un filósofo aleman, poseso o devoto de la dialéctica -sin hacer ascos pues ni a la menor ni a la mayor contradicción (...)- tal como Nolte lo demuestra al cabo y a lo largo de su extensa obra. Lo que me permite a mí en cambio abstenerme en el debate que en su obra -sin demsmentirlo nunca después en su trayectoria- Nolte plantea, y que post mortem aún dura (más crucial y actual si cabe que nunca) Sobre Maurras. A favor o en contra
La Acción Francesa de Maurras fue la matriz -ideológica o incluso en algunos casos, filosófica- de todos los fascismos, nazifascismos, y mvimientos (más o menos) fascistizados que se seguirían. En la foto, la revista que fundó -durante los años de la República- Eugenio Vegas Latapié, preceptor del Rey emérito, y maurrasiano de pro entre españoles (a título confidencial, entre los suyos por lo menos), que me honró con su amistad y con un sitio en la tertulia dominical en su domicilio a la que asistí regularmente los meses que precedieron a mi marcha -octubre del 74- al Seminario de Ecône
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