jueves, agosto 11, 2022

BOLÍVAR Y LOS JUDÍOS


 Pablo VI, Giovanni Battista Montini, predecesor del papa Wojtyla. En los medios católico tradicionalistas del Seminario de Ecône oí siempre decir -sotto voce, por falta (evidente y comprensible) de la caución del fundador- que era de madre judía (de su nombre Judith) Fue él quien dicto la suspension "a divinis" de Monseñor Lefebvre y de su obra -seguida de excomunión pos su sucesor, Juan Pablo II- y tras su nombramiento pontificio durante el concilio impuso contra la resistencia tenaz de la minoria defensora de linea tradicional, sin enmiendas ni retoques la versión original de la declaración"Nostra Aetate (Iglesia y religiones no cristianas), principalmente sobre el judaísmo- uno de los textos más dicutidos del Concilio Vaticano II, en el cual -y bajo la coartada teologica (nota bene) de la libertad religiosa- se borran -de un plumazo- todos los "pecados de Israel", y se cargan en cambio sobre nosotros todas las culpas. Y en donde se condenó nota bene cualquier tipo de anti-semitismo (sic) Rompiendo así  con veinte siglos de historia de la Iglesia, de una tradición del Magisterio de silencio y de reserva y discreción en temas y asuntos de naturaleza predominantemente política, como en esa cuestión tan espinosa. Con la consiguiente puesta en entredicho de nuestra Tradicion, de especial incidencia en los paises católicos de la América ex-hispana. Tal como lo ilustra la polémica (escandalos) reciente sobre la figura (en la sombra) de Simón Bolívar, judío sefardita. Palabra de Dios

San Simón Bolívar, válgame un santo de palo, que diria Valle Inclán. Del santoral cristiano, que me diga judeocistiano y así se aclaran las cosas un poco más, sin riesgo serio de empozoñar aún más el debate y la polémica en los que se habrá visto envuelto y en peligro de atascamiento el soberano Felipe VI, que da muestras una vez mas -él y los de su dinastía- de tener una memoria mucho más despierta contra más antigua e historica -y dinástica-, en Europa y en América, como (buen) rey Borbon. Más memoria y lucidez como sea, se estará aquí de acuerdo conmigo, que aquella de la que dio muestras el regimen anterior. 

Presos estos -qué remedio!, qué otra opción?- del compromiso historico con la América (ex) hispana, en paralelo al que sellamos con los países árabes, de resultas del desenlace -en el 45- de la Segunda Guerra Mundial. A base de Hispanidad, de Madre Patria, de Evangelización, santo mestizaje y bla bla, en un relato piadoso bendecido por la Santa Madre Iglesia, y que se me vino abajo cuando puse los pies -durante casi dos años- allí. Lo que me salvó de un tris la vida, que hoy pasado tanto de aquello lo sigo viendo así. De rebelion mestiza hablé (mucho), y no me arrepiento. A saber, de los criollos -mestizos de indio y de español (sic)- que impulsaron y dirigieron el levantamiento en aquel (sub) continente y dieron al traste en toda la América ex hispana (léase Latinoamérica) con el Imperio español. 

Pero hoy cambio el fusil de hombro -"changer le fusil d'épaule"- y enfoco y subrayo sobre todo lo de fatalidad historica que tuvo aquello -como reza la Doxa oficial en Argentina por ejemplo (tal y como repetidamente yo la oí)- y aún más el papel y destacado protagonismo de factores y vectores más o menos exógenos como el de la Masonería, O de la judeo/masoneria, me da igual (que siempre lo oímos así) 

Y en pimera fila de todos aquellos próceres, héroes de la Emancipación y de la Independencia, Moreno en Argentina, Bolívar en Colombia (y Venezuela, y América Central) y en Cuba (más tarde, y con nota o aura de martirologio) ("San") José Martí. Mestizo Bolivar? pero qué dices!, que ya les estoy oyendo. "Si era más español que tú y que yo!" Judio español sefardita, puntualizo, y así se nos aclaran las cosas un poco más. Tal y como lo recuerdan ahora los sefardies (fuera pues de toda sospecha) de la radio y revista Sefarad. Lo que escandalosamente se obvió -causa de su fracaso?- en el antisemitismo argentino, el del escritor católico Hugo Wast y de los discipulos del sacerdote (francés) Julio Meinvielle. El de Argentina y de otros países ex-hispanos como el de Méjico (que conozco peor que aquél)  

Un reto fundamentalmente geopolitico (sic) -hoy como ayer- el que nos plantea a la Humanidad toda entera el poder (omnímodo, y hegemónico) de los judios en la modernidad y en la civilización occidental. Misterio de la Historia -como dijo el padre Meinvielle (y dijo bien)- y no misterio teológico, que a la luz de la Tradicion catolica y española -la de las Tres Culturas- se resuelve y aclara sin dificultad, sin censuras ni condenas. Contra el enfoque teológico -todo ello- de la línea (anti-cabalística) que acabó por emprender Meinvielle en su trayectoria, hacia el final (...) 

Y es lo que da la clave de explicación igualmente del tabú (espeso) que les envolvia y protegía en la doctrina y propaganda del régimen anterior. En otros términos, el antisemitismo -léase, en la terminología de antes de la Segunda Guerra Mundial en vigor, anti-judaísmo- fue como un telón de fondo omnipresente de la historia de la Civilizacion europea hasta la Revolucion Francesa, que los encumbró so pretexto o bajo la coartada de emancipacion. Una especie de sucedáneo (ersatz) -el término es de Andreas Hillgruber, historiador aleman de la II Guerra Mundial- o de sustitutivo de religión, el antisemitismo, que pronto sustituiría a la religiosidad tradicional. O dicho mejor: que acabaria integrándose (sic), en una evolucion natural -sic- del Magisterio, sin choques ni rupturas. Hasta que el Concilio llegó

Lo que ese mismo concilio (Vaticano Dos) -O Felix Culpa?- tuvo, en uno de sus mas discutidos documentos -declaracion "Nostra Aetate" (28 de octubre 1965)- el valor de destapar o de aclarar, como de casualidad -igual que la mula de Balaam (...)-, ante la oposicion resuelta de la minoría defensora de la línea tradicional y bajo la presión decisiva del nuevo pontifice Pablo VI que impuso el documento sin enmiendas ni retoques en su version (filo/judía o judaizante y filo/semita) original. 

Lo que explica también el revuelo ahora armado en  nombre del protocolo (republicano) y por cuenta de la memoria histórica (y democrática) de la Emancipación (americana), en contra de Felipe VI, en la polémica que aquí estamos tratando de comentar y de aclarar. 

 

 

Cardenal Bea (Agustín), jesuíta alemán, de ascendencia judía. Fue el gran propulsor de la condena conciliar, por cuenta de la libertad religiosa, del anti-semitismo (sic) -declaración "Nostra Aetate"-, convertido desde entonces en (nuevo) dogma mayor de la doctrina católica y norma suprema en materia de moral, además de piedra angular en paralelo -y en el terreno politico- del orden (democrático) internacional. Clave pues del primer orden en la interpretacion y valoracion de aquella augusta asamblea, que no fue más que un compromiso histórico o santa/alianza, de la llamada ala "marchante" -progre para entendernos, y claramente mayoritaria- sellada y propulsada e impulsada por los padres conciliares comprometidos de una manera u otra, en tiempos de la ocupación alemana, con la Colaboracion -Liénart, Suenens (*), Alfrink (a imagen y semejanza del secretario de Estado -mediático y superinfluyente- y brazo derecho de Pablo VI, Agostino Casaroli, Sustituto, anteriormente, de la Secretaria de Estado en la Italia fascista (de después de los Acuerdos de Letrán) Con cuentas pendientes (en rojo) a liquidar, pues, y con un pasado a redimir y un pesado complejo de culpa a olvidar (y hacer olvidar) todos ellos, de un lado, y del otro,  los judios, como el cardenal Bea o como el mismo papa Pablo VI (tal y como ya lo explicamos aquí)

 

(*): Administrador apostólico de la Universidad Católica de Lovaina bajo ocupación alemana en Bélgica, y confesor egregio de la Reina Fabiola después

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