Silencio papal ensordecedor’ el que cabe esperar en el tema que arde y más nos acucia de la visita papal a Bêlgica, país católico -e hispanico- más septentrional de Europa directamente amenazado por e choque de culturas
eEl papa Francisco, anunciado en pompa y esplendor entre el 26 de septiembre próximo, jueves, y el domingo siguiente, 29, aquí en Bélgica. Con un telón de fondo de amenaza (sic), contra la figura papal, y la que se desprende pr razón del nombre incluso del organismo directamente encargado de desactivar o de neutralizar aquella, a saber la OCCAM (tofo poderosa) que escond y tras esas siglas el organismo encargado del análisis y evaluación de la amenaza, el mismo encargado de gestionar el ambiente de pánico e inseguridad que se sucedió a los atentados del terrorismo islámico hace años en el Metro de Bruselas. Comparaciones odiosas? Legítimo siquiera el pensarlo si se ponen al lado una de otra: la psicosis plenamente justificada de atentados islamistas, y la psicosis en parte fundada en hechos ciertos ( y ya un tanto remotos) y montaje en parte, artificialmente cocido o cocinado de « atentado(s) contra el Papa, en plural siempre referidos, y por qué, si no hubo realmente más que uno, como ya me expliqué de antiguo dentro y fuera de este blog, y aquí ya addivinan algunos a lo que me estoy refiriendo, lo que me obliga a darme por aludidô sin tapujos ni complejos.
Leí en una de mis lecturas febriles y un tanto pueriles que de inmediato precedieron a mi gesto de Fátima sobre la leyenda dorada del santoseráfico, o sea Francisco de A sis’ il Poverellô que la vez que estuvo preso, por culpa de su propia madre, al inicio de su trayectoria, vio el mundo del reves, que es la única forma completa de vez las cosas, y me habré acordado de ello deambulando de prisa y a oscuras por el centro de Bruselas,de noche y a altas horas de la madrugada en un trance insólito -sin techo- en el que por primera vez me encuentro desde que aquí lleguê -11 de marzo 1987- en mi ya larga trayectoria de expatriación y de extrañamiento y de lo que la visita papal al decir de algunos próximos entrañaría sus más recónditos secretos. Yo no otro que Yo, la Amenaza (con mayúsculas) a la que aquí me estoy refiriendo !en otros términos) Y rumiaba todo ello mientras rozaba las paredes al pasart como un fantasma tal que los judíos en la Alemania nazi o en el Antiguo Testamento. No sin un deje profundo de nostalgia y melancolía, a la vista del estado en que se encuentra vista de noche como de al revés, la ciudad obscura, Bruselas, como así la llamé en uno de mis escritos (confidenciales) nada más llegar aquí al punto que me hizo recordar los versos insignes del genial Quevedo, , « y mirè los muros de la Patria mïa », muros agrietados de una ciudad que duerme de día y vive de noche se diría sin que se den cuenta a fuer de ingenuos algunos de los que la habitan, y que no la reconocen a fe mía. Bélgica empezada -en el sentido de devorar- o reemplazada en el sentido de Grand Remplacement: de los habitantes autóctono y por asimilación de los que aquí transitaron en un pasado -el suyo más o menos remoto- pr otros recién llegados (o hace poco) que son los que le imprimen ritmo y marcan sis reglas de juegô de noche al menos, que es lo que habré descubierto sonámbulo como se desprende de una venda de los ojos- en el transitar nocturno al que aquí me estoy refiriendo. Y entre esas reglas a las que me refiero, las de higiene o de moral (religiosas o cuasi religiosas) que lo belgas, de un país católico por definición, parecen ir aceptando o tragánose (para dejarnos de complejos) y ahí es donde esta o estriba el problema y ssólo ahí, el de la inmigración de confesión musulmana en suelo. Europeo y más concretamente en Bélgica, me refiero. O pora expresarlo en otros términos, los inmigrantes de origen magrebí que es de ellos de los que aquí se retara para dejarnos otra vez de complejos, son bienvenidos en su pita (belga) de acogida en donde hasta ahora dieron muestras de una destreza y de un acierto en el ascenso social y profesional por encima de la media, forzoso (me) es el reconocerlo. A unacondición empero, que sean o se sepan capaces de renunciarr a su ley -le la Charia o sea- en la vida de todos los dias’ hasta en sus aspectos más nimios y anodinos, que ahí precisamente es donde estriba el problema se me antoja.
A buen entendedor:, o u compromiso logrado que habrá hecho del país católico más septentrionalal en toda Europa a, costa o al precio de una de las hojas de ruta -precisamente sobre esa ley islamica- principal secuela o una de ellas del desenlace de la II Guerra Mundial en el 45, y en las grandes conferencias internacionales que de ella se seguirían ´ a defecto de lo cual Bélgica dejara de ser la principal puerta de acceso (o coladero) de la corriente migratoria de la referida confesión, Sin dejar de se ella misma.
Así las cosas y ante el anuncio de l visita papal cabe honestamente preguntarse a que viene el Papa Francisco a Bélgica? y qué es lo que viene a decir en los días de su visita a los belgas, habida cuenta del silencio de rigor que sabrá mantener por la cuestión rodeada del más espeso tabú la inmigración musulmana en masà Y me negaría a mi mismo si no li recordase en estos precisos momentos aquí, en el y trance tan dramático por el que atraviesa este pequeño y entrañable pais’ a riesgo de perder u olvvvidar para siempre la memoria de una historia común, y de echar por la borda su propia identidad colectiva.
Lo dicho, « mire los muros de la Patria mía, patria de adoopción que me ofreció hospitalidad y (en cierto modo) refugio los largos años que llevo ya residiendo aquí.. Me duele Bélgica. Y eso algo querrá decir o no? Y por eso me duele aún más el silencio papal en la visita que se avecina. Y lo firmó y rubrico. Con todas las consecuencias (…)