domingo, octubre 29, 2017
CATALUÑA, THEO FRANCKEN Y EL COMPLEJO ANTI-ESPAÑOL DE LOS FLAMENCOS
Caricaturas con intención denigratoria aparecidas recientemente en la prensa belga. A la
izquierda, Bart De Wever, diputado, alcalde de Amberes, líder del principal partido
nacionalista flamenco, la NV-A (en el gobierno belga actual) y conspicuo partidario y
amigo (de antiguo) de separatistas vascos y catalanes. A la derecha, el (super) ministro
de Inmigración, Theo Francken del mismo partido (alter ego del actual ministro del
Interior, Jambon) que quiere dar a Puigdemont asilo político en Bélgica (… )
Nacionalismo flamenco, o el separatismo antiespañol de coartada de sus propios fracasos
y derrotas: no perdonan a España el (según ellos) haberlos dejado –siempre- en la
estacada: hace cuatro siglos como al final de la Segunda Guerra Mundial en el 45. Y la
actual crisis en Cataluña les ofrece un inesperada ocasión de revancha (antiespañola) Lo
reconozcan o no sus aliados y compañeros de viaje españoles (los llamados patriotas)
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He estado largo tiempo callado o impuntual o ausente en mi cita diario en este blog
en su versión española- por razones ajenas a mi voluntad-, pero el acelerón que ha
sufrido últimamente la crisis en Cataluña hace que mi silencio resulta atronador
a algunos y literalmente insoportable e inadmisible . Y me habrá tirado al final de
la lengua –o de la tecla- el brusco empeoramiento de la crisis en las relaciones entre España y Bélgica con motivo del tema catalán como lo fue hace exactamente diez años
en el tema vasco, que algunos tenemos (también) memoria, consignada por
escrito además n los antecesores de este blog y en alguno de mi libros. Y la crisis
entre los dos países habrá alcanzado hoy un punto álgido con las declaraciones
del consejero de Estado (especie de superministro aquí) a la Inmigración, Theo
Francken, nacionalista flamenco (N-VA) y gran estrella de la política belga, y la tormenta y la protesta enérgica y conjunta del ejecutivo que habrá de modo fulminantemente provocado.
Bélgica es país hispano por antonomasia –por no decir el único- por cima de los
Pirineos este dato rodeado sistemáticamente de espesos tabúes entre españoles y
belgas da la clave de esa anomalía/belga tan estridente y ruidosa en la política
internacional española y en los contenciosos catalán y vasco de nuestra política exterior
y nuestra diplomacia, como en la dificultad de la que dan variablemente muestras
al abordar el fenómeno los articulistas y comentaristas españoles.
Un problema estrictamente de memoria histórica. Y por eso no es de extrañar que la
actualidad catalana más candente de o último días encuentre grande eco sobre todo entr flamencos, un pueblo que
arrastra un pasado y un problema de memoria que no se lo salta un cualquiera. (Y me
conozco el percal, que conste) Y es un problema que se
da `por partida doble entre flamencos nacionalistas (de la corriente que sean) de la
memoria de la guerra de Flandes –y por extensión la de lo Treinta Años que fue su
prolongación y desenlace, y memoria casi igual de fresca y palpitante
-pese a lo antiguo de la anterior- de la Segunda Guerra Mundial en la que el
nacionalismo flamenco -no así el franquismo (oficialmente al menos)- figuró en el
bando de los vencidos o perdedores.
Y ese resentimiento antiespañol de vencidos -en el juicio de Nuremberg, como en la
paz de Westfalia- es lo que resalta a primera vista de un
ojo avizor- en ese enzarzamiento anti-español del que se ve periódicamente presa
fatalmente la diplomacia belga en relación con España, Con España y con motivo de
algunos de sus mas sensibles
–y en carne viva- asunto internos, como el País Vasco o Cataluña. Aunque tanto la clase
política a como los medios le
quiten hierro y se empeñen sistemáticamente en negarlo ante su propia opinión pública
belga ¿Por pro/hispana o proclive a abrazar la posición española? (…) Un resentimiento
histórico tenaz ý arraigado en parte de la p oblación- de innegable signo antiespañol,
como sea, que no perdona a los españoles ni la derrota relativa
frente los protestantes holandeses ni la derrota total en el 45. Una España
mal/afamada –y calumniada- y convertida en chivo
expiatorio de predilección de todos los males de los belgas y a la que (en resumidas
cuentas) no perdonan ni entonces ni ahora el haberles dejado la estacada. Por nuestra
beligerancia anti-protestante entonces, y por le neutralidad oficial (u oficiosa) más tarde,
en la última gran guerra europea y en la confrontación histórica entre nazi fascismos y
democracias.
Con eso se explica todo lo que está sucediendo entre ´los dos países, y sin eso no se
explica nada de nada, y sé a fe mía de lo que hablo.
Don Mariano Rajoy y sus ministros –y ministras-
tomen nota, por favor. Antes de que sea demasiado tarde.
izquierda, Bart De Wever, diputado, alcalde de Amberes, líder del principal partido
nacionalista flamenco, la NV-A (en el gobierno belga actual) y conspicuo partidario y
amigo (de antiguo) de separatistas vascos y catalanes. A la derecha, el (super) ministro
de Inmigración, Theo Francken del mismo partido (alter ego del actual ministro del
Interior, Jambon) que quiere dar a Puigdemont asilo político en Bélgica (… )
Nacionalismo flamenco, o el separatismo antiespañol de coartada de sus propios fracasos
y derrotas: no perdonan a España el (según ellos) haberlos dejado –siempre- en la
estacada: hace cuatro siglos como al final de la Segunda Guerra Mundial en el 45. Y la
actual crisis en Cataluña les ofrece un inesperada ocasión de revancha (antiespañola) Lo
reconozcan o no sus aliados y compañeros de viaje españoles (los llamados patriotas)
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He estado largo tiempo callado o impuntual o ausente en mi cita diario en este blog
en su versión española- por razones ajenas a mi voluntad-, pero el acelerón que ha
sufrido últimamente la crisis en Cataluña hace que mi silencio resulta atronador
a algunos y literalmente insoportable e inadmisible . Y me habrá tirado al final de
la lengua –o de la tecla- el brusco empeoramiento de la crisis en las relaciones entre España y Bélgica con motivo del tema catalán como lo fue hace exactamente diez años
en el tema vasco, que algunos tenemos (también) memoria, consignada por
escrito además n los antecesores de este blog y en alguno de mi libros. Y la crisis
entre los dos países habrá alcanzado hoy un punto álgido con las declaraciones
del consejero de Estado (especie de superministro aquí) a la Inmigración, Theo
Francken, nacionalista flamenco (N-VA) y gran estrella de la política belga, y la tormenta y la protesta enérgica y conjunta del ejecutivo que habrá de modo fulminantemente provocado.
Bélgica es país hispano por antonomasia –por no decir el único- por cima de los
Pirineos este dato rodeado sistemáticamente de espesos tabúes entre españoles y
belgas da la clave de esa anomalía/belga tan estridente y ruidosa en la política
internacional española y en los contenciosos catalán y vasco de nuestra política exterior
y nuestra diplomacia, como en la dificultad de la que dan variablemente muestras
al abordar el fenómeno los articulistas y comentaristas españoles.
Un problema estrictamente de memoria histórica. Y por eso no es de extrañar que la
actualidad catalana más candente de o último días encuentre grande eco sobre todo entr flamencos, un pueblo que
arrastra un pasado y un problema de memoria que no se lo salta un cualquiera. (Y me
conozco el percal, que conste) Y es un problema que se
da `por partida doble entre flamencos nacionalistas (de la corriente que sean) de la
memoria de la guerra de Flandes –y por extensión la de lo Treinta Años que fue su
prolongación y desenlace, y memoria casi igual de fresca y palpitante
-pese a lo antiguo de la anterior- de la Segunda Guerra Mundial en la que el
nacionalismo flamenco -no así el franquismo (oficialmente al menos)- figuró en el
bando de los vencidos o perdedores.
Y ese resentimiento antiespañol de vencidos -en el juicio de Nuremberg, como en la
paz de Westfalia- es lo que resalta a primera vista de un
ojo avizor- en ese enzarzamiento anti-español del que se ve periódicamente presa
fatalmente la diplomacia belga en relación con España, Con España y con motivo de
algunos de sus mas sensibles
–y en carne viva- asunto internos, como el País Vasco o Cataluña. Aunque tanto la clase
política a como los medios le
quiten hierro y se empeñen sistemáticamente en negarlo ante su propia opinión pública
belga ¿Por pro/hispana o proclive a abrazar la posición española? (…) Un resentimiento
histórico tenaz ý arraigado en parte de la p oblación- de innegable signo antiespañol,
como sea, que no perdona a los españoles ni la derrota relativa
frente los protestantes holandeses ni la derrota total en el 45. Una España
mal/afamada –y calumniada- y convertida en chivo
expiatorio de predilección de todos los males de los belgas y a la que (en resumidas
cuentas) no perdonan ni entonces ni ahora el haberles dejado la estacada. Por nuestra
beligerancia anti-protestante entonces, y por le neutralidad oficial (u oficiosa) más tarde,
en la última gran guerra europea y en la confrontación histórica entre nazi fascismos y
democracias.
Con eso se explica todo lo que está sucediendo entre ´los dos países, y sin eso no se
explica nada de nada, y sé a fe mía de lo que hablo.
Don Mariano Rajoy y sus ministros –y ministras-
tomen nota, por favor. Antes de que sea demasiado tarde.
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2 comentarios:
Hola, sigo los artículos del blog...gracias por la información (LLanos de Alba)
Llanos del Alba, mujer! ¡No me digas que eres tú! Cuánto tiempo, qué sorpresa! No olvidé ni ese nombre ni la sal y pimienta de tus mensajes ya no recuerdo dónde, eso sí, desde Barcelona. Animo y suerte a ti y a los tuyos en estas horas difíciles. Yo, como ves, siempre en mis trece (....) ¡Mi más cordial saludo, española de Cataluña!
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