domingo, octubre 22, 2017
Desolación
Paz a costa de la guerra
luz detrás de las tinieblas
calma después de la tormenta,
esa es mi vida, mi divisa, princesa
Porque el vendaval (furioso)
en que mi vida se vio envuelta
amainará un día, lo sé
y se hará todo dulce y “cool”
como un helado de menta
y las luces brillarán de lejos
en mis noches de verbena,
esas luces de tus ojos
cual faros en la mar gruesa
que me orientan infalible
y me guían tan de cerca
de una atención tan materna
y de una visión tan certera
Y mientras los vivos
-en la leyenda
(y en la guerra/cristera)-
estaban muertos (¡qué horror!)
-¡oh aquel “boom• de los sesenta! (…)-
mis/muertos volverán al fin
en el eterno/retorno
de todo lo que pervive
(en ida y vuelta)
(Esa es mi fe, mi luz nueva
¡Qué nueva y a la vez qué vieja!
La que me traje yo, mi amigo,
a escondidas como a cuestas
como un pilar, como un poste
(o estuche de piedras preciosas)
Que me salvó del naufragio
de perderme –para siempre-
en un viejo “páramo en llamas”
o en el reyno de las Piedras Negras
Por eso te quiero ¡te adoro!
Porque ere más que tú, reina,
como una pitonisa
o una sibila antigua
¡O un hada o una diosa
o una orquídea !rara belleza!
( “De profundis”, un poeta de la desolación
Te envía esta ofrenda sincera)
Te vuelvo a encontrar
viejo rincón del recuerdo,
de las veladas/benditas
de antes del (gran) siniestro
donde fragüé mi poesía
poesía de amor…y del sexo
que tanto contento me trajo
y también tanto desvelo
y tanta reacción ingrata
tanta sucia injuria ¡qué tormento!
Tanto chisme en la oreja
de jóvenes y de viejos
Todo de lejos, más claro,
reanudando aún mis versos
-¡con mas ganas ¡dios! que nunca¡
(como un devoto, como un poseso
de la fe más antigua,
que “al principio era el Sexo”
que cantó el poeta “maldito”,
"yankee" hispano y europeo
de una memoria de vencidos
que hicieron pasar por loco
sin comerle al tiempo el coco”)
(o le sorbieran el seso)
rincón sagrado (alto/lugar)
donde reencuentro a mis versos
y a los míos, últimos/fieles,
los amigos verdaderos
que no dieron oídos
-¿como sospechaste? ¿de ellos?
(y también, más aún, de ellas)-
a bulos, rumores y desprecios
que al final (casi) me hunden
-no conocían al Abuelo
¡manga absurda de pardillos¡-
¡Y héme con más brío de nuevo!
luz detrás de las tinieblas
calma después de la tormenta,
esa es mi vida, mi divisa, princesa
Porque el vendaval (furioso)
en que mi vida se vio envuelta
amainará un día, lo sé
y se hará todo dulce y “cool”
como un helado de menta
y las luces brillarán de lejos
en mis noches de verbena,
esas luces de tus ojos
cual faros en la mar gruesa
que me orientan infalible
y me guían tan de cerca
de una atención tan materna
y de una visión tan certera
Y mientras los vivos
-en la leyenda
(y en la guerra/cristera)-
estaban muertos (¡qué horror!)
-¡oh aquel “boom• de los sesenta! (…)-
mis/muertos volverán al fin
en el eterno/retorno
de todo lo que pervive
(en ida y vuelta)
(Esa es mi fe, mi luz nueva
¡Qué nueva y a la vez qué vieja!
La que me traje yo, mi amigo,
a escondidas como a cuestas
como un pilar, como un poste
(o estuche de piedras preciosas)
Que me salvó del naufragio
de perderme –para siempre-
en un viejo “páramo en llamas”
o en el reyno de las Piedras Negras
Por eso te quiero ¡te adoro!
Porque ere más que tú, reina,
como una pitonisa
o una sibila antigua
¡O un hada o una diosa
o una orquídea !rara belleza!
( “De profundis”, un poeta de la desolación
Te envía esta ofrenda sincera)
Te vuelvo a encontrar
viejo rincón del recuerdo,
de las veladas/benditas
de antes del (gran) siniestro
donde fragüé mi poesía
poesía de amor…y del sexo
que tanto contento me trajo
y también tanto desvelo
y tanta reacción ingrata
tanta sucia injuria ¡qué tormento!
Tanto chisme en la oreja
de jóvenes y de viejos
Todo de lejos, más claro,
reanudando aún mis versos
-¡con mas ganas ¡dios! que nunca¡
(como un devoto, como un poseso
de la fe más antigua,
que “al principio era el Sexo”
que cantó el poeta “maldito”,
"yankee" hispano y europeo
de una memoria de vencidos
que hicieron pasar por loco
sin comerle al tiempo el coco”)
(o le sorbieran el seso)
rincón sagrado (alto/lugar)
donde reencuentro a mis versos
y a los míos, últimos/fieles,
los amigos verdaderos
que no dieron oídos
-¿como sospechaste? ¿de ellos?
(y también, más aún, de ellas)-
a bulos, rumores y desprecios
que al final (casi) me hunden
-no conocían al Abuelo
¡manga absurda de pardillos¡-
¡Y héme con más brío de nuevo!
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