Hispanofobia. Algo más fuerte que yo, me puede, lo reconozco. Y tal vez que la única forma o fórmula de curacion (sic) sea el empezar primero reconociéndolo, publicamente de preferencia. En las páginas de este blog. Y es esa alergia invencible que me produce mi lengua materna en la boca de otros y al servicio (subalterno) de narrativas que no son mías (ajenas, inhóspitas, extranjeras) En boca de español/emigrantes que perdieron -como cosa de hace siglos- la práctica y el gusto de la lengua -aqui en Bélgica- , o de niñatos o niñatas en prácticas de corresponsales de guerra (o como si lo fueran) a cuento de la guerra en Ucrania, en el terreno del frente de batalla o de la propaganda de guerra. Alergia -casi/invencible- de mi lengua materna en la boca de otros, y apego irracional a la vez a esa misma lengua viéndola amenazada? Misterio. Será -si eso va a ser- que esa lengua que (al cabo de mi larga expatriación) conseguí conservar a base de soliloquios y en periodismo "free-lance" como el que practico en estas entradas, no era ya la misma que la que me dejé, o que en unos instantes, meses años después -cuando? no lo sé- dejo de serlo? A base o a costa de un no menos misterioso proceso de adulteracion o extrañamiento de la lengua común -del lenguaje hablado, el de la calle-, sin sal y sin sabor, tibia, deslavazada? Pues eso, Que esa sea la causa -que me diga la culpa- de mi desapego de la lengua en que creci, y no mi apego (altruista) a otras lenguas? Todo lo que me viene a la cabeza oyendo el discurso en traducción simultánea de una joven periodista española, de Volodimir Zelensky en la cumbre de Granada, o de la misma periodista prestando su voz a la presidenta de la UE en idéntica alternativa. De un español soso, insulso, ortográfica y prosódicamente correcto, por favor, pero sin fuerza y sin garra.
Vocación de subalternaje (se diría) de nuestra lengua patria. Lengua de subalternos (modelo) el español, pese a esa espantosa (sic) capacidad de afirmación que poseemos -gracias al idioma- y que me elogió como a regañadientes, rindiéndose a la evidencia y rezumando a la vez resentimiento, un enfatico -y sincero- portugués, compañero mío de cautiverio? De ahi -se me antoja- el protagonismo del primer plano de la clase política española y de nuestra diplomacia al servicio de la narrativa anti-rusa, de libre circulación en los medios de la pensa "mainstream". Tan dócil y tan sumisa y tan servil (en español) que dan ganas de escupirla por la boca. De pura hispanofobia. Vayan pues a modo de antídoto o de purgativo (sic) estas lineas bravías, en un español o castellano/español sin tacha ni reproche, ni él ni la carga de afrancesamiento (confiteor) que en él -deliberadamente- se vierte y se acarrea. Más madera que es la guerra, cuando la cacareada contra-ofensiva parece definitivamente estancarse y el temido invierno ruso asoma ya la oreja.
Mientras, nos tapamos los oidos, por nuestra parte, ante los cantos de sirena de esa narrativa insidiosa. Respeto (frente la impunidad) a la soberanía de las naciones? En Ucrania como (no lo fue) en Iraq. Respeto a las decisiones de la ONU y de su Consejo de Seguridad? Con mayor respeto como sea, que aquel del que la diplomacia USA dio muestras hasta hoy, en materias de sanciones contra la política agresiva israelí, por poner (sólo) un ejemplo. Y mientras el fantasma de la derrota se asoma, cada dia más cerca, salen al quite de los perdedores como por casualidad, la diplomacia española, junto con la belga. Y en estas, siempre Yo en el centro de la escena? Que se piense (de mí) lo que se quiera
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