Esta portada del último número de uno de los mas influyentes y más leídos semanarios norteamericanos da idea de los niveles de paroxismo que está alcanzando la recta final de la campaña electoral en los Estados Unidos y también del grado de pánico que se esta apoderando de alguno ante la hipótesis de una victoria electoral del candidato republicano, imposible e impensable para la inmensa mayoría de los medios hace tan solo una semana. ¿El pánico ante la inminencia de una bomba de último minuto, a saber la inculpación oficial de la candidata demócrata? ¿Vivir para ver fantasmas míos!Recta final de la contra reloj. La que están disputando los dos candidatos a laa presidencia de los Estados Unidos y la que esta corriendo el FBI en paralelo . El influyente diario norteamericano Financial Times publica un reportaje en su edición de hoy sobre las elecciones norteamericanas (fuera de toda sospecha) en el que el lector, a fuerza de separar las lineas directrices del articulo de su letra pequeña -como el trigo de la cizaña- acaba enterrándose que en los sondeos mas recientes de las últimas horas dan una ventaja significativa y considerable -sin especificar cuanta- al candidato republicano en el estado de Carolina de Norte que se perfila como el más decisorio de todos los estados aun indecisos -swing states- en el consenso de los análisis y sondeos que se viene sucediendo. Todos los comentaristas -salvo tal vez algunos (¡ay dolor!) en los medios españoles- concuerdan que la reapertura de la investigación judicial del FBI en contra de la señora Clinton habrá tenido el efecto fulminante de difuminar como por arte de magia la diferencia enorme en algunos sondeos de la candidata demócrata que los medios venían tanto aireando hasta ahora.
No sabemos nada o muy poco lo españoles y ene general de esta lado del Atlántico de los secretos y de las peculiaridades del funcionamiento electoral de la democracia USA. Quiero decir que por mucho que me haya venido documentando sobre la marcha y a toda prisa hablo aquí un poco de oídas, lo confieso, la intuición no obstante que tan valiosos servicios siempre me prestó, se me antoja que no me falla ahora tampoco. Ala hora por lo meno de detectar lo cojo o lo frágil de alguno análisis estimaciones. Trump puede ganar, nos concede algunos especialistas españoles maestros consumados -como si fueran gurús- en el arte de la prospección y la conjetura y politólogos profesionales, pero lo tiene muy crudo. Un milagro casi le haría falta a Donald Trump, dicen -léase un vuelco radical y como tal improbable- para poder arrebatar in extremis una victoria que se diría que ya tiene dueño, dueña que me diga. Me he estado repasando una y otra vez la geografía electoral americana -estado por estado- en las últimas horas, y en particular lo estados indecisos (swing states) -Florida (cn 29 grandes electores), Pensylvania (20), Ohio (18), Michigan (16), Carolina del Norte (15), Arizona (11), Wisconsin (10), Colorado (9), Iowa (6) y Nevada 6) y en ellos la situación se presenta ya sea claramente favorable a Trump -como en Florida, y en en Ohio incluso (la gran sorpresa)- ya sea indecisa en estados que venian dado ventaja demócrata en los sondeos de las últimas semanas, como Pensylvania, Carolina del Norte.
Una prueba contra reloj pues de los candidatos y también -yo diría sobre todo- del FBI. En sus mítines electorales de las ultimas horas Donald Trump viene especulando cada vez con mayor claridad e insistencia con la hipótesis de una bomba (electoral) de último minuto que es lo que seria la inculpación (indictment) de Hillary Clinton por el asunto de sus correos electrónicos, ante la avalanchade informaciones (Trump díxit) que estarían afluyendo a las manos de los que llevan la investigación (al interior de la célebre oficina federal norteamericana) Y está claro que un escenario así a fuer de surrealista e imposible tan solo hace unas semanas, traduciría una crisis sin precedentes en la historia del funcionamiento electoral norteamericano y en la historia misma de los Estados Unidos. Lo que parecía hace nada impensable e imposible e inimaginable habrá dejado de pronto de serlo, como si estuviéramos franqueando de nuevo uno de esos hitos propiamente históricos en los que todo de repente se vuelve posible. De cualquier modo, cualquiera que sea el resultado de las elecciones presidenciales norteamericanas del próximo martes -miércoles ya en España y de este lado del Atlántico a la misma hora- nada sera ya como antes. Informaciones en lo medios de la prensa global daban cuenta con grande alarma hace dos días que grupos paramilitares del estado de Georgia se estaban preparando -y armándose- para la hipótesis del estallido de disturbios en la jornada electoral, y de una falsificación de los resultados.
¿Exageran? es posible (unos y otros), la información no obstante da idea de lo extendida que se encuentre en un sector de la opinión publica americana la idea difundida por el candidato republicano que el sistema electoral esta viciado. Y todos en los medios de la prensa global -y no digamos en los medios españoles se rasgaban las vestiduras hace unos días tras el último debate televisado entre los dos candidatos contendientes, cuando Trump en guisa de conclusión del mismo no se decidió a responder por la afirmativa si estaría dispuesto a aceptar el resultado electoral. Veremos, respondió. Una afirmación de calado histórico no me digan. Que un candidato presidencial -nominado además por uno de los dos grandes partidos del sistema- ponga en duda las excelencias de la democracia americana que sirvió de causa ejemplar y modelo matricial a la vez del orden que sigue rigiendo el mundo desde el final de la segunda guerra mundial en el 45 y mas aun desde el final de la guerra fría con la caída del Muro.
El propio Serrano Suñer -el amigo de Hitler y Mussolini como le definía Umbral (que le admiraba)- declaraba en el prólogo a sus memorias que la democracia era algo fuera de discusión en el mundo que vivimos suscribiendo así (se diría) -por adelantado- las tesis del los neo conservadores (pro-sionistas) norteamericanos, del final de la Historia. Y sin embargo ese cuestionamiento que se permite ahora Donald Trump ante el escándalo de los bien pensantes se lo permitió en el 2000 el entonces candidato derrotado Al Gore -del bando de los Clinton entonces como ahora- pidiendo un recuento tras otro en el estado de Florida convencido que Dios -el Dios de la Biblia- le había dado la victoria en las elecciones norteamericanas por unas centenas de votos apenas de diferencia. Cuestión de fe en el fondo, la democracia. Lo que algunos vimos siempre mas claro que el agua
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