miércoles, octubre 10, 2018

INGLATERRA BLANCA Y ADOLFO HITLER

“El enigma”, cuadro celebre de Salvador Dali (“ profético” como comentó él mismo), del que se hace eco Leon Degrelle en la pincelada biográfica –bajo el mismo título-, en texto del mayor interés testimonial y de no menor calidad literaria, que se permitió en su exilio español hacia el final de sus días. En el que se acentúa el gran amor filial de Hitler por su madre, “de ojos azules como el”. “Nunca vi a nadie tan abatido por el dolor” dijo de él, el medico de su familia, Eduard Bloch, judío, el día de la muerte de aquella, en Nochebuena (...) Y eso, que inspiró un film polémico y del mayor éxito en el estado de Israel se debe poder decir hoy, incluso por los no judíos, sin que las Furias del Destino se abatan sobre nuestras cabezas. Lo mismo que el homenaje –espontáneo, desinteresado, libre de complejos, generoso, de palabra o por escrito- al pelo rubio y los ojos azules –de los otros-, sin que se nos tache de xenófobos y de racistas, el fantasma que nos rodea (aunque seamos de piel morena, pelo negro y ojos negros (o marrones) –“el Negro” me llamaban los míos cuando niño-, y nos sintamos, en Bélgica, mas españoles que nunca) (…)
Barbara Fielding-Morris, no la conozco, mi palabra, nunca oí hablar de ella hasta hoy. La mujer británica rayana en la ancianidad, 79 años, en los papeles del mundo entero –y cómo no, en la prensa española- desde ayer, por su condena en un tribunal del Reino Unido acusada de los mayores horrores no de obra sino de palabra y sobre todo por escrito: por haberse expresado sin condena sobre el Innombrable, léase Adolfo Hitler. Religión de la Shoah, léase del Holocausto judío, con sus santos y sus judas y jueces inicuos, sus ángeles y sus demonios. Entre ellos, el más grande de todos, que no se merece más que palabras de execración y todo lo que no sea eso vale el anatema y el linchamiento en publico. No nos dicen –a fe mía que no le encontré después de mucho buscar- lo que esta ancianas venerable (por la edad) ha realmente escrito, sino lo que se debe interpretar (sic) de lo que ha escrito, y sobran otro tipo de pruebas que realmente los nuevos inquisidores se juegan mucho. Están como desesperados, qué digo, presas del pánico riñendo esta guerra a los ancianos, que me diga a las ancianas indefensas, lo mismo de lo que dan muestra los guerra civilistas españoles con esa guerra a los muertos que tienen declarada hace y tanto (…) Aunque tengan que renegar y pisotear en publico unos y otros sus propios principios, el de la libertad de expresión por ejemplo sacrosanta e intocable en tiempos del tardo franquismo.

Hitler de niño. ¿Foto robot del mayor genocida de la historia de la humanidad? Resulta hasta cómico si te pones a pensar. Y es eso lo que se desprende de la mayor parte de los comentarios que inspira esta foto en la Red. “Cute” en inglés –mono, majo, travieso ( gentil, mignon, coquet, malin)- es el calificativo –inocuo, incluso halagador- que va y viene sin parar. ¿Un artista (precoz), como se lo oi yo argumentar al lingüista (búlgaro) Todorov, de él y de los gobernantes totalitarios de su época? (…) “Yo soy yo y mi circunstancia”, dijo el filosofo español Ortega y Gasset (fuera de toda sospecha) Y se ve lo que les cuesta a algunos el rendirse la evidencia: que Hitler fue un hombre de su tiempo, de la Gran Guerra y del periodo de entreguerras (convulso al no va más) ….después de haber sido un niño per-fec-ta-men-te normal





Federico de Prusia el Grande –el Gran Ladrón (díxit Federico Nietzsche)-, amigo y potector de Voltaire y gran padrino de la Ilustración europea, paradigma supremo, modelo o arquetipo para Adolfo Hitler y la Alemania nazi. Salió casi milagrosamente vencedor de la Guerra de los Siete Años (1657-1673)–primera guerra mundial (en Europa y en América, India y Filipinas) y última de las guerras de religión en Europa- gracias a un vuelco inesperada en las alianzas europeas (y al borde ya de la derrota), como el que propiciaba Goebbels –acorde a las páginas de su Diario- hasta el último minuto, el "milagro" que se esperaba la Alemania nazi (tras la muerte de Roosevelt) Con aquél –en la Silesia católica (o eso dicen)- empezó la práctica de la guerra de exterminio, guerra total, ley de guerra en nuestra época. No fue un invento de Hitler.

Y lo más grande del caso es que la anciana británica se ve condenada ahora por algo perfectamente tolerado en el estado de Israel, entre lo propios judíos, donde no hace mucho estalló una polémica a cuento de un film en el que se ponía en realce un dato histórico y biográfico inamovible y era el de que el mayor y más cruel tirano –en la vulgata en circulación- de todos los tiempos fue antes de nada un amante buen hijo que lloró amargamente la muerte de su madre, lo que le dejó sólo en el mundo (…) Estaba tentado, lo confieso, de dejar la fiesta en paz y no meterme en honduras en un tema tan y surcado y erizado de trampas y peligros. Es la guerra civil española interminable –de los Ochenta Años, como la llamo en uno de mis libros- lo que me mueve a darle a la tecla por mi cuenta y riesgo y sin miedo de las consecuencias. Y es que se me antoja que ese nuevo capitulo de la guerra civil española interminable –ya lo dije y lo repito ahora- se esta jugando sobre todo en el Frente exterior, en el extranjero, y de preferencia por cima de los Pirineos, y el flanco desguarnecido por donde no vien todos los golpes mas bajos y lo torpedos no lo es el Valle, ni la iglesia de la Almudena sino la guerra de propaganda en los medios centrada –no creo que haya nadie que me lo contradiga- en la demonización de la alianza del bando nacional –que le ayudo decisivamente a ganar la guerra- con los malos de la película, a saber los nazi fascismos vencidos en el 45, y con el mayor demonio de la historia, ni Tamerlán ni Gengis Khan, ni Herodes, ni Almanzor ni el moro Muza, ni el pirata Drake ni Napoleón, sino Adolfo Hitler. Punto, que en boca cerrada no entran moscas.

La Puerta del Alcalá en los últimos meses de la guerra civil española. El espantajo de Stalin lo podrían agitar –con gran ventaja (en la movida, tan crucial, del Valle ahora)- los descendientes de los vencedores como hacen con el de Hitler los de los vencidos y si no lo hacen es una prueba de más –diga o piense lo que quiera Pío Moa- que España (la España de la Victoria) perdió la Segunda Guerra Mundial
Que es mencionar ese punto del contencioso irreconciliable entre las dos memoria y todos –sin excepción- los de uno de los bandos, se callan como muertos la boca (…)

Steve Bannon, gurú de la campaña electoral de Donald Trump. Y artífice principal de su victoria (así reza la leyenda) De gira estos últimos días en Europa tratando de unificar y- controlar y monopolizar- la corriente “identitaria” que remonta lenta y segura a la superficie en todos o casi todos los países de Europa. Sin gran éxito acorde a las últimas noticias (y como la foto parece querer mostrar) En unas declaraciones a la prensa española de presentación de su proyecto de unificación (“The Mouvement”) las expresiones de “judeo-cristianismo” y judeo-cristiano” iban y venían sin parar. Como un título de gloria, como una bandera (de barras y estrellas) y como una etiqueta de exclusión y de discriminación, frente a racistas (sic) y antisemitas (sic), y (nota bene), frente a los que las usamos en solitario desde hace ya tanto. Después de oírlas por primera vez –y tantas veces repetida después- en ámbitos universitarios y académicos fuera de toda sospecha (como la Universidad Libre de Bruselas) ¿Como no darnos por aludidos, en verdad?
La Republica fue muy mala, como lo ha explicado e ilustrado tan doctamente Pío Moa. Los rojos cometieron las mismas (cuando menos) atrocidades que los del otro bando, fueron más convictos de genocidio (de clase) incluso, como lo habrá puesto de manifiesto la serie interminable de incidentes y episodios conflictivos de la polémica interminable día a día año atrás año desencadenada sin remedio desde que se anuncio y se promulgó lea ley de la Memoria histórica. Todo eso está muy bien, muy razonado y mejor documentado, pero no importa porque los guerra civilistas han encontrado al final su argumento precioso como una especie de bicoca. Y lo es la comparación no cabe (para ellos) mas odiosa. Con la Alemania nazi, y la de Franco con Hitler, la de la política de represión que se achaca al jefe de estado español con el holocausto judío (….) Y por ahí es por donde están centrando todos sus esfuerzos dialécticos porque piensan que es ahí por donde se les puede abrir la brecha providencial en el frente enemigo que les haga ganar la guerra. Por eso, y no por ninguna pasión revisionista –que no salí de una iglesia para entrar en otra (…)- por lo que me meto hasta las cejas –sin pensarlo más- en esta polémica. Por lo que decidí entrar al trapo del desafío enorme que nos plantea a algunos la condena de esta anciana británica (revisionista) Dice o dicen que dijo, que Hitler fue un buen nombre que quiso salvar y preservar una Gran Bretaña (blanca) amenazada hoy por la presión migratoria y por lo que ella llama la infección (sic) islámica o islamista. Y en lo primero, la Historia –tan tozuda- parece querer darle la razón, como lo ilustra uno de lo episodios mas enigmáticos y aún por esclarecer del desarrollo de la Segunda Guerra Mundial


Dunkerke. Mayo de 1940. Operación Dynamo Evacuación (con éxito) –hasta unos cuatrocientos mil- de tropas aliadas, británicos en su mayoría, y también franceses y belgas. La decisión mas misteriosa e inexplicable –y por esclarecer hasta hoy- de Adolfo Hitler, que al decir de muchos le costó al final la derrota. ¿Buscaba una paz separada con Inglaterra, aliada histórica de la Prusia protestante, el modelo matricial de la Alemania nazi? ¿Quería evitar a la Europa blanca y occidental una nueva revolución bolchevique o la “vergüenza racial” –del mestizaje (o la “bastardización”)- o las miserias e infortunios de Alemania tras la Gran Guerra? No es de extrañar, como sea, la admiración que Hitler inspira a la anciana británica, Bárbara Fielding –Morris, revisionista, ni el hecho incontestable de que el revisionismo histórico haya prendido sobre todo entre historiadores profesionales y amateurs –David Irving, Richard Williamson- de la antigua enemiga, Inglaterra
El de la evacuación (Operación Dinamo) en Dunkerque –mayo de 1940-, donde unos cuatrocientos mil soldados británicos, franceses y belgas escaparon al a la encerrona porque Hitler en una decisión suprema y soberana les perdonó la vida y se negó a darle a Inglaterra la ultima estocada. ¿Para posibilitar una paz separada con Inglaterra? Es muy posible. ¿Por una decisión eminentemente política en la que cabe distinguir o salvar de la trilla, razones de tipo histórico a la par que las puramente ideológicas, léase raciales (en clave nacionalsocialista) Remontando las primera a las guerras de religión, a la ultima de las cuales, la de los Siete Años –la gran desconocida de la historiografía, y de los alumnos en España- donde se cimentó la Prusia imperial de Federico el Grande, el Gran Ladrón díxit Federico Nietzsche. Y paradigma en cambio de jefe de estado alemán o ario/germano en las instancias dirigentes de la Alemania nazi, como lo ilustra el diario de Goebbels donde la evocación prusiana –y de la guerra de los Siete Años- iba y venía cada vez mas insistente a medida que se iba perfilando el fantasma de la derrota. Y en aquella guerra olvidada o mal conocida de españoles y madre de todas las batallas en cambio para el nacionalismo alemán o ario/germano, la gran aliada (protestante) frente al Imperio de los Habsburgo, la Austria católica de María Teresa –que evocaba con respeto y veneración Ernst Nolte, lamentando aquella guerra fratricida entre dos estados alemanes, en el último de sus libros-, antigua matriz de la potencias europeas católicas anti-protestantes y vieja y fiel aliada de la España católica, lo fue precisamente Inglaterra, a la que Hitler muy verosímilmente quiso evitar las consecuencias calamitosas de una derrota total como la de Alemania en la Gran Guerra (pese al armisticio) y la perdida de su identidad colectiva y racial, corolario o secuela inevitable, fatal, de la derrota. En una decisión crucial y decisiva hasta el punto que según una opinión ancho asentada en la historiografía, ella le costó caro hasta hacerle perder la guerra. Y todo eso se puede razonar y preguntar, alabar o criticar, sin intromisiones foráneas o externas, léase a-históricas, y sin que penda encima de nuestras cabezas, la amenaza (no cabe más real) de la pena de cárcel, o de la camisa de fuerza (que esa es otra) (….) En Inglaterra como en Bélgica

Pedro Varela, editor del Mein Kampf y como tal omnipresente en la lista de personas "non grata" o buscadas (“wanted) del lobby internacional. Curiosamente –y para sorpresa de muchos- se revelaba últimamente un judeo-cristiano sin tacha, propagandista de la figura y obra de San Agustín, emblemático del judeo-cristianismo paulino, sin par. ¿Que es lo que nos quiere vender ahora? Una liturgia o para/liturgia del perdón –como las de San Karol Wojtyla- o del poner la otra mejilla, como la que opuso (un decir) la iglesia a la ley de la Memoria? ¿Una religión o una moral “de esclavos” –Nietzsche díxit-, como la que el nazismo pretendió explícitamente refutar? Es lo que seria justo y conveniente (y urgente) el aclarar. Ante lo que parece una seria maniobra de desconcierto y desmoralización, en verdad, como la que él parece encarnar y simbolizar

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