lunes, diciembre 25, 2017

BÉLGICA, ESPAÑA Y CATALUÑA (GENDARME BELGA Y SANTA /ESPOSA EMIGRANTE/ESPAÑOLA)

Entronización –en Ixelles (“comuna” en el centro de Bruselas)- de Charles de Coster, autor (flamenco/francófono) de “La Leyenda del Uilenspiegel”, léase la Leyenda Negra en versión católico/flamenca (y no poco masónica también, hay que reconocer) La (llamada) “biblia de los belgas”, que representa a los soldados españoles – y a los españoles por extensión (dejémonos de eufemismos)- como predadores (mayormente sexuales) en potencia. Insólito botón de muestra de (descarado) racismo antiespañol -y rubio/azul- que tienen inmortalizado (y entonizado) aquí. Como un cuervo negro, esa estatua, que habrá gravitado de cerca en las horas más negras de mis treinta año de residencia aquí (sobre todo en Ixelles) ¿La hora del ajuste de cuenta con esa denigración (sic) de nuestro pasado, por el asilo/político de Puigdemont en Bélgica?

El país de las maravillas. El que quedó anclado –de niños- en la memoria de muchos españoles, tras las bodas (de cuento de hadas) de Balduino y Fabiola. Un clisé o estereotipo que salta hoy en pedazos –o al destape- con la crisis seria y que está llevando al borde de la ruptura de relaciones entre los dos países-, España y Bélgica. Por culpa, que me diga, a causa de un articulo/manifiesto que ha armado una polvareda de escándalo tal y tamaño desgarrarse de vestiduras, que no se pueden explicar (humanamente) de otra forma sino que su autor (o autoras) han puesto -intencionadamente o no- el dedo en la llaga (en carne viva): Pero qué, –ya les estoy oyendo (belgas y no belgas-, ¿acaso no tenían (o teníamos) una reina española, no hay no sé cuantos turistas y (sobre todo) pensionistas belgas en España?


Una querella (peligrosa) que estuve a punto –ya lo conté no sé cuantas veces aquí- de pagarla con internamiento psiquiátrico en Brusela, o con la prolongación del mismo que me diga. Así las gastan aquí. Me explico, así las gastan aquí con españoles. Piensen lo que piensen – a tenor del revuelo de comentarios que suscita el articulo del País- alguno que parecen vivir en el mejor de los mundos, o estar de vuelta -o en plan de ida y vuelta mejor- del “país de las maravillas”, donde el que esto escribe acaba de cumplir treinta años (treinta) de residencia (…) O Félix Culpa! reza (fuera de toda sospecha) la Biblia (canónica) O no hay mal –que decía el Caudillo- que por bien no venga. Y habrán hecho falta en verdad las andanzas de ese fantoche Puigdemont por estas tierras para que muchos belgas (flamencos en particular) destapen –y así se les vea el plumero (¡por fin!)- las fobias que muchos rumiaban en silencio aquí de padre a hijos desde hace siglos, en perfecta (y tranquila) buena/conciencia desde luego, y que algunos pagamos contante y sonante faltaría, sin duda el precio del peaje aquí (y del permiso de residencia) de españoles y toda clase de parias/internacionales (de la tierra)

Pero ¿qué dices?- ¿acaso no hay una verdadera pasión aquí por la enseñanza del español?, y lo dicen además cifras al canto. Eso no quiere decir nada, o casi nada. Federico Escofet, sólo un ejemplo (y mucho más aún que eso) el brazo derecho de Companys -en su condición de mosso de esquadra (en jefe), y artífice auténtico –con los salvajes de la FAI- de que abortase el Alzamiento en Barcelona, el 18 de Julio del 36 y por ende, responsable supremo (nota bene) del desencadenamiento de la guerra civil-como lo tengo demostrado en mi libro “Cataluña en guerra”- encontró refugio precisamente aquí y se ganó la vida –toda una tradición/catalana (o catalanista en Bélgica)- dando clases de español –léase el castellano (y no el catalán) precisamente aquí en Bruselas, hasta su muerte. Tales aguas, tales lodos. La hora pues de denunciar ese lobby pujante que este escándalo –y la crisis subyacente entre los dos países- saca ahora a la luz, de los que viven del cuento, es decir de las clases –particulares o en la Universidad- del español lengua/franca en el mundo de hoy de la Europa del Sur, que eso es lo que es para tantos europeo (belgas en particular) de por cima de los Pirineo. Es decir de los que viven del cuento aquí, -menuda casta de privilegiados!- impartiendo enseñanza de esa lengua/franca (-y barata (castellana)- a costa de la memoria (individual o colectiva) que ella vehicula y de la (buena) imagen/de marca del país que representa, de su pasado como de su presente, y a costa tanbien (ay dolor!) del honor de su habitantes, y aquí ya saben algunos de lo que hablo,
"Fuera Valones!" (Walen buiten) “Ratas valonas, haced el petate!” (waalse ratten, rol uw matten) Lovaina (Leuven) mayo del 68. La revuelta estudiantil desatada por el mayo francés fue allí una explosión de racismo antilatino (léase antiespañol) que condujo a la partición (lingüística) en dos mitades de aquella universidad, por culpa del papel decisivo –de cuña o ariete de demolición- de Mons. De Smedt, el obispo (católico flamenco) de Brujas. ¿La historia se repite? “La revolución europea del 48 fue quizás en todos los demás sitios la expresión de la lucha de clases, en los países de lengua y cultura germanas fue ya en cambio una guerra de razas” (Mein Kampf, “Mi lucha”) Viejo fantasmas del pasado que despierta fatalmente, en España como en Bélgica, el asilo/político aquí de Puigdemont

Un articulo brillante en verdad y repleto de verdades (del barquero) que sin embargo nadie dice (o escribe) y por eso ha levantado tantas ampollas. Y bástenme pocos ejemplos recorriendo el artículo de punta a cabo. “Se manifiesta en el ambiente como un río que aflora un subconsciente poblado de viejos fantasmas”. Sic. Como "la punta de un iceberg" -se podría también glosar como apunté y deje también consignado por escrito en mi primeros tiempos de residencia aquí- emergiendo de pronto, en la convivencia plácida y risueña (sic) de los belgas. Así escribí es cierto –y lo firmé y rubriqué y lo publiqué (confidencial y con deposito legal no obstante), a años (luz) todavía de la revolución informática, y a falta aún de lo que hoy llamamos Internet- y el recuerdo del guerra/civilismo español aún en carne viva en mí –escociéndome ¡dios!- a modo de comparación) Y es que desconocía entonces (confiteor) la cargazón de odio (sic) entre belgas –de flamencos contra walones y viceversa- que acarreaba entonces esa convivencia que a mi me parecía por lo pacifica, tan plácida y tan risueña y que no lo era tanto (¡ni mucho menos!) como se apunta muy atinadamente en el articulo/reportaje por el que viene el escándalo ahora (sobre todo entre hispanistas –de profesión-, en Bélgica) O cuando escriben del desenlace de las guerras de Flandes, no más que una guerra civil -o una serie de ellas)(ndlr)-, que convirtió a los perdedores en ciudadanos de segunda clase durante siglos. Punto. ¡Viva tu madre! O la vuestra, españolas indómitas que conseguís por fin haceros oír o leer por primera vez algo que llevo dentro (¿y como?), y soportando y predicando en el desierto desde mi llegada aquí.

Y todo el artículo, por el estilo. Estereotipos anti-españoles (sic), tópicos hispanófobo /sic), dependencia de la denigración (sic) del pasado español (la de la comunidad flamenca) Más vale tarde que nunca. Y lo mas significativo tal vez del asunto es no obstante que la protesta al (atinado) articulo del Pais la encabeza Roger Masselis, un comandante de ka gendarmeria (belga) jubilado. Lagarto, lagarto.

Botón de muestra de lo que se podría llamar la santa/alianza (o matrimonio de conveniencia) entre miembros de la Gendarmería belga (hoy rebautizada Policía Federal) y mujeres de la emigración española (de los sesenta) en Bélgica- lease del rencor anti-español de los belgas y del guerra civilismo (de españoles, y españolas) más recalcitrante: o en otros términos –parafraseando el artículo de la polémica-, del antifranquismo (sic) y de la leyenda negra anti-española, que sufrí –como me escuece todavía dios!- en medio de una de las tormentas mas recias de persecución que tuve aquí que arrostrar.

Cuando los gendarmes –de mi “comuna” de Ixelles-, que me perseguían (o me interrogaban) –por un pasado que no pasa- se jactaban todos o casi todos delante mía de tener –como si fueran mascotas, o coartada preciosa (léase de patente de imparcilidad en relación a mí, al que perseguían, español en Bélgica), paseándolas en Bélgica o en España (de veraneo), o como si hubieran sido seleccionados par interrogarme de antemano en definitiva- una (santa) esposa emigrante/española: escrito con todas las letras, y con todas las consecuencias. Y que se piense de mi lo que se quiera. Que nobleza obliga. Hasta en el resentimiento. Como me lo enseñó Francisco Umbral (por quien me vino aquí una de mis tormentas)

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