lunes, noviembre 27, 2017
Oda a un Beso
Te veo en medio de la noche al pasar
Cual fantasma, como si fueras otra
Efímera, pasajera, fugaz
Que es lo que yo me siento ahora
En este reino en que vivo, de las sombras
Al acercarse la Navidad
Como un faro (grande) de luz
que me anima, que me orienta
que me marca un jalón un hito
en mi ruta larga y desierta
Los hombres viven y mueren
-o caen como las hojas secas-
en este ingrato mes de noviembre
que se hunde diciembre adentro
¡más largo, más negro que otras épocas!
y tú ¡qué lejos que estás ahora!,
tu señas y guiños me llegan a cuentagotas
y cómo interpretarlos, cómo leerlos,
como si viviese en otra vida,
otra esfera, otro mundo, otro planeta
cuando tanta falta me hacía
tenerte o verte o sufrirte de cerca
y deber contentarme en cambio
con tu imagen en mi ojos, aún fresca,
bien honda en el baúl de los recuerdos
que llevo a rastras, a cuestas
por único equipaje, único bagaje
en mi travesía –¡larga ya!- por el desierto
¡que pueda cargar con él hasta el final
sin caídas ni desalientos!:
es lo único a lo que aún aspiro
lo único que me tiene en pie firme y atento
Porque sé que todo se hará ¡mi amor!
que llegará -¡al fin1- el momento
que me sentiré libre y con alas
presto a volar por el firmamento
a otros cielos, a otras tierras,
donde mi vida recobrará vida,
fuerza y resuello y nuevo aliento
y me acordaré el alma (ya) serena de todo/esto (…)
y cuando me sienta bien de nuevo
cuando mis fuerzas me asistan
por fuera como por dentro
me parecerá todo este mal/paso
una pesadilla cruel, ¡mal sueño!
Y entonces te volveré a encontrar
a la vuelta de la esquina
al acercarse el invierno
o el inicio de un nuevo curso
Como si nada ocurrió ¡sueño feo!
Y me hará olvidarme de todo.
Con tu mirada honda
y tu sonrisa picara
y un largo y caliente beso,
como aquel que te di (...)
(¡o es que no lo era "eso"?)
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