miércoles, junio 26, 2019

BLANCURA DE PIEL, E INGLATERRA

Boris Johnson, antiguo alcalde de Londres, futuro premier según todas -o casi todas- las encuestas. Descendiente en línea recta de un ministro del Interior (asesinado) del Imperio turco (otomano) Más "british" –y rubio/azul- que él, ni de broma. Hasta en sus excentricidades. Y en sus líos de faldas (o de alcoba). Quiere sacar a Inglaterra de la UE a toda costa –y a tal fecha-, pero no al precio de reencender –levantando otra vez fronteras- la guerra ( “the troubles”) en Irlanda del Norte (¡espantosa tragedia!) Para él, nuestra apuesta
Boris Johnson me cae bien. Con su tez blancuzca –y (casi) lechosa- con sus pelos blanco/rubios hasta la provocación, en guerrilla permanente, por sus excentricidades y su humor inglés, típicamente británicos. No están de moda, ni bien vistos -habida cuenta de cómo esta el patio aquí o en una de las orillas del Río Grande-, pero aquí parto una lanza resuelta por los “Whasps” ( y asimilados) –como Boris- bajo amenaza de la inmigración ilegal, como lo estamos –digo bien, estamos- todos los blanco/europeos de este lado del Atlántico por la invasión silenciosa. ¿Foto (y escena) cruel, la de los emigrantes mejicanos (padre e hija) ahogados, publicada en primera pagina hoy por el PAÍS? No más que la historia del pequeño (cubano) Elián, de la madre de Elián que me diga, desaparecida –buscando a toda costa el salvar a su hijo- bajo las aguas infestadas de tiburones de los estrechos de Florida, la compasión organizada –y las campañas de terrorismo psicológico que fielmente la acompañan- -brillaron entonces por su ausencia. No tergiverses, ¿te da pena o no?, ya me veo y oigo al trol de turno al acecho tras la (lúgubre) noticia. Si me obligan (de una forma u otra) a compadecerme -que la compasión es libre por definición (y caprichosa)-, echo el freno de mano antes que otra cosa, esa es mi respuesta. Y me da (mucha) pena en cambio la minoría blanca de los Estados Unidos vencidos y amenazados por el mismo título o razón que los alemanes en el 45. Tan grande no fue su culpa, ni la de estos ni la de aquellos. Que no nos vendan milhojas.

El gran enemigo histórico de España lo fue (ocho siglos) el Islam, y no Inglaterra. Los ingleses nos echaron una mano crucial –con la aventura crucial del “Dragon Rapide”- en julio del 36, y también, no se olvide, en la conferencia de Yalta, en la persona de Winston Churchill- en el 45, como nos la habían echado –en la persona del duque de Wellington- en las invasiones napoleónicas-, una mano pero no las dos (me curo en salud de inmediato), que luego fue aquel mismo duque –detalle todo menos anecdótico olvidado de españoles- el que vetó la presencia nuestra (con muchos más derechos que otros países que sí estuvieron en la gran Batalla de las Naciones) en Waterloo, porque “no quería Españoles en Paris”, así lo declaro justo entonces. Una lucha (o rivalidad) por la supremacía o hegemonía mundial en suma que sigue aún, nuestro contencioso inglés, con el Islam en cambio fue –como lo sigue siendo- una cuestión de mera supervivencia, como la de la guerra civil en Siria (---) Gibraltar, no más irrenunciable que Ceuta y Malilla (…) Y la fobia (anti-inglesa) de los argentinos no es más que una paranoia criolla –o criollo mestiza- como una cortada o anillo al dedo que alimenta y justifica a la vez su fobia antiespañola (…), mucho más honda y visceral e íntima ésta que aquella (…) Un problema argentino en suma, como su “pasión” por la Malvinas. Ya sabéis además aquí todos como pienso en el tema (…) Que después de todo, la alergia o la fobia anti-española (o “imperiofobia” como se quiera) de los ingleses no es más penosa e insoportable que la de otros pueblos europeos –hispanos o ex – hispanos- fuera de toda sospecha, como por ejemplo la de los belgas. Admiro a los ingleses, al pueblo ingles, sí, en algunas cosas. (como los admiraba entre parentesis, José Antonio Primo de Rivera) En su humor (inconfundible) en su poesía (autentica), en su "fair play"-de "gentlemen"-, en su flema o sangre fría. Y en la blancura de su piel, he dicho (con todas las consecuencias) Y rindo homenaje a un país, Inglaterra, la Gran Bretaña, mucho más seguro, para nuestros compatriotas emigrantes, sus hospitales y sus montañas -no como los otros o las otras, azarosos, inhóspitas, peligrosos (o peligrosas)- que las de nuestros amigos/tradicionales (de los de ahí enfrente, justo al otro lado, recen lo que quieran las leyendas) Por eso me cae simpático Boris Johnson y me hacen reír sus excentricidades y su torpezas. Que no nos van a hacer creer que es más inglés, más "british", más señero, el inmigrante pakistaní (Kahn) que le sucedió (en la alcaldía de la capital inglesa) Y le prefiero una y mil veces a la alcaldesa (ex) hispana de Paris, ¡por favor! ¿Y el Bréxit? Una querella de eurofuncionarios, de una casta extraña y ajena. ¿Y la Armada Invencible o la Invencible Armada (como ellos dicen)? Vientos de leyenda negra, holandesa en su origen (nota bene), que no inglesa. Que España se dejó barcos, galones, en sus costas, y su hegemonía mundial se me dirá, sí, of course, suya y a la vez de prestado, en nombre o por cuenta del papa de Roma (…) –como recordó certeramente Ramiro Ledesma-, aquí en Flandes en cambio se dejó -hasta hoy- una buena parte de su memoria histórica (…) De lo que tras treinta y cinco años de estancia aquí, me doy cabalmente cuenta. Que el tiempo no pasa en vano, y a mi me hizo anglófilo –quien lo diría- , en algunas cosas. En el (terriblemente doloroso) contencioso de Irlanda del Norte, por ejemplo. Dijeran lo que dijeran o pensasen lo que pensasen en los medios españoles. Por cuenta del papa de Roma (…)

Y fue ante aquella niña norte irlandesa ("british" o pro "british", of course) que descubrí como una pobre oveja asustada, que tenían semi-escondida, de incógnito, de vacaciones, hace unos años, aquella familia belga (católica, flamenca). “La voz de la sangre –la que allí oí- que nos liga a los destinos de Europa” (…)

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