sábado, septiembre 27, 2025

ISABEL AYUSO Y SU PAREJA ¡¡¡ AL CONTRATAQUE !!!


La acusación contra Alberto GONZALEZ AMADOR, pareja de Isabel AYUSO, menciona el delito de pertenencia a grupo criminal (sic), lo que ilustra el polémico y certero juicio del abogado francés Jacques VERGES, que todos los delitos comunes son políticos y viceversa. Y lo que justifica a mi juicio, una estrategia de defensa de ruptura: en el terreno de otros principios -léase de los Principios Generales del Derecho, cuestionando la legitimidad -por sospecha o presunción de LAWFARE- del tribunal (político) que les juzga

Papel mojado -en francés, papier mouillé-, los títulos o acreditaciones de todo tipo, bazas cruciales en teoría, pero que en la practica se revelan fiascos clamorosos o fracasos estrepitosos por no sabernos de ellos servir. Títulos universitarios, los que "in casu" nos ocupan, blanco u objetos fatalmente de devaluación por diversos motivos y razones, y entre ellos, lo son en la medida que se ven o aparecen (indisolublemente) ligados a un mundo o a una época que se fue (¿para nunca más volver?) Cargado de títulos, dos -de "licenciado"- universitarios en España -Universidad Complutense, Madrid, Facultad de Ciencias Económicas y Facultad de Derecho, años sesenta y setenta (durante, "nota bene", el Régimen anterior, y otros tantos en Bélgica, de posgraduado universitario -Licence spéciale, "tercer ciclo",  de "master" (en otros términos) acorde a los Acuerdos de Bolonia (que vinieron justo después)- y otro "superior" (de Traductor Literario, español/francés) Así me veo y me vi ante el espejo en el vendaval escandaloso de títulos fake y currículos fraudulentos que habrá sacudido (ante mis ojos absortos) la política española (en democracia), y recorrido sin distinción sus principales partidos a día de hoy. 

Y era sobre todo en el ineluctable dilema -el de la integración en la sociedad y de adaptación (léase de re-inserción) a su vida civil- ante el que me vi, tras tres años y medio preso -a causa de mi gesto de Fátima- en la cárcel portuguesa, y el itinerario de expatriación que me vi (fatalmente) obligado a seguir justo después. En cuyas primeras etapas (lógicamente) se encontró -buscando servirme de mi antiguo y (perfectamente válido) título de Licenciado en Derecho-, mi paso en extremo cantoso y ruidoso por el Colegio (Orde) -belga/flamenco- de Abogados, y fue por el incidente que a aquello acompañó (con fuerte estruendo en los medios), que paso a explicar en todo detalle, por el interés que estoy seguro puede ofrecer a todos aquellos que entran aquí. Y fue que me vi objeto de un expediente disciplinario (sic) -que condujo finalmente a mi expulsión (radiation, en francés) del que paso como prometido a explicar con el mayor esmero posible el verdadero motivo, que a todos aquí estoy seguro, juristas o simples ciudadanos de a pie, no les será difícil seguir. Y fue bajo la acusación de fraude documental (sic) -en francés "faux et usage de faux"- por haber "omitido"  en mi acto de prestar juramento -el de mi entrada en el Colegio-, mención de mi pena infligida ante la Justicia portuguesa. Pena cumplida, pena extinta (o extinguida) (?) Madre del cordero: porque fue precisamente por ahí por donde se me vino el cielo (legal) encima. 

Y digo bien, el cielo legal y no el del ordenamiento jurídico, el de los (inatacables) Principios del Derecho entre los que se encontraba -y se encuentra (si mi memoria no me falla) el enunciado aquel que mencioné un poco más arriba. Al que me agarré cual clavo ardiendo y al que continuo agarrado gracias a la memoria de mis estudios en la Facultad de Derecho y en la materia, y al libro de texto que seguimos entonces -Tratado de Derecho Penal, RODRIGUEZ DEVESA finales de los sesenta, principios de los setenta. Y esa canción que en Bélgica no quisieron oír, la seguía (fatalmente) oyendo yo, y ante la emergencia en la que me encontraba, decidí a actuar en consonancia y en perfecta buena fe (en conciencia) Y di o juzgué a mi pena portuguesa pues -tan sobradamente cumplida, en 1985, por hechos ocurridos en mayo del 82 (y estábamos en el 87)- como inexistente o extinta, y firmé y presté juramento sin hacer de ello la menor mención y sin el menor problema de conciencia. Ignoraba no obstante el procedimiento de rehabilitación (sic) que me echaron en cara justo después, y que debía haber seguido, inexistente no obstante en el ordenamiento español, y solamente incorporado cuando me fui de allí: Un procedimiento con fuerte hedor (democrático) a LAWFARE, que todo hay que decir. Y era en la medida que en Bélgica se introdujo sólo después de la II Guerra Mundial con la mirilla puesta en dificultar la (re) inserción en la vida civil de los llamados "incívicos", léase los reos del delito de Colaboración (y asociados), y a la cabeza de ellos, el líder rexista Leon DEGRELLE, juzgado en rebeldía, y condenado al exilio hasta el final de sus días. Y en España lo fue como paso obligado (elemental) a nuestra entrada en la UE. Democracia obliga. 

Un fuerte hedor (igualmente democrático) en la hipocresía (sic) de la que todo aquel escandaloso estruendo se vio rodeado (por cuenta mía) Y era el hecho que el pastel -de mi pasado judicial- lo descubrí precisamente yo, y fue tras un incidente oscuro seguido de enfrentamiento verbal con el Decano (batonnier) que me hizo ver claro como la luz el (escandaloso) mobbying y no menos escandaloso chantaje (por cuenta de mi pasado, de notoriedad pública) de los que en aquel Colegio me vi objeto, y así decidí divulgar mi gesto de Fátima y lo que se siguió -con fuerte estruendo mediático como era de prever- en los medios. Con el subsiguiente rasgado de vestiduras dentro y fuera del Colegio que era fácil de prever. ¿Estaba obligado yo en el terreno jurídico lato sensu -léase en el de los principios generales del Derecho- a hacer semejante mención judicial o administrativa (onerosa en extremo, de por sus previsibles consecuencias) y era de un pasado judicial como el mío (y de la pena infligida) , (potencialmente) rodeado de un estruendo mediático extremo y de semejante notoriedad pública? La respuesta se la dejo aquí a mis lectores, juristas y no juristas. 

Y viene todo este   (largo) preámbulo a cuento del interminable culebrón por cuenta de Alberto GONZALEZ AMADOR, pareja de Isabel DIAZ AYUSO, que comparece las horas que corren imputado de un delito contra la Hacienda pública, falsedad en documento mercantil, delito contable continuado y pertenencia (sic) a grupo criminal. Bajo la amenaza apremiante y latente de linchamiento en los medios y de que les den (a los dos) de h... hasta en el carnet de identidad, como se decía (castizamente) antes. Y aquí ya saben al hilo de lo que precede lo que el autor de estas líneas piensa al respecto: ABSUELTOS desde luego, léase inocentes en el terreno (estricto) de los Principios Generales del Derecho, como lo fui yo. Y no en el terreno -bajo sospecha- de la legislación mercantil en curso, Y es bajo la sospecha de verse ésta expuesta sin defensa ninguna- a verse utilizada e instrumentalizada de arma del LAWFARE en defensa del régimen democrático. En una negación frontal de la presunción de inocencia. Lo que lleva a una defensa de los acusados en el terreno de los Principios -en francés, defense de rupture-, léase a  una negación de la legitimidad -por sospecha de LAWFARE- en el tribunal encargado de juzgarles 


(Maître) Jacques VERGES, "abogado del diablo" Le conocí personalmente en una conferencia que dio -de un auditorio lleno a rebosar - en la ULB (Universidad Libre de Bruselas), en 1987-, a poco de mi llegada a Bélgica. Bajo el título "La Belleza del Crimen" (provocador, muy suyo) Intervine en el turno de preguntas y respuesta, y acogió mi intervención con cordialidad extrema. Falleció, pero sus ideas -en extremo polémicas- siguen gozando de gran vigencia: la justicia como un combate -precursora de la del LAWFARE divulgada justo ahora-, la confusión entre crímenes o delitos políticos o comunes (estos últimos todos políticos en resumidas cuentas) y sobre todo su estrategia o defensa de ruptura  se reviste de rabiosa actualidad en España con la proliferación de procesos políticos como el que enfrenta Alberto GONZALEZ AMADOR, pareja de Isabel DIAZ AYUSO: Negamos la mayor pues, la legitimidad de los jueces -y de la "justicia" de guerra civil- que les juzga, por cuenta del régimen del 78 (democrático)

  

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