jueves, septiembre 29, 2016

¿Y EL NIETECITO DE QUÉ LADO?

A algunos les parecerán falangistas pero no lo son, y lo siento por los falange/auténticos que me estarán leyendo. La foto está tomada en zona roja, en la localidad de Albox (Almería) el primero de agosto del 36 al poco de estallar la guerra civil, y en ella menudean como se puede ver los gorros -y uniformes- anarquistas (de la CNT/FAI) En Andalucía como en Cataluña hubo un claro predominio anarquista los primeros meses de la guerra en zona roja -y las salvedades como la de Mancha Real en la provincia de Jaén de vieja tradición socialista no hacían más que confirmar la regla-, y a ellos y a los comunistas (más tardíos en la región) son pues a endosar de preferencia las violencias y los crímenes y desmanes de las primeras semanas tras producirse el alzamiento en zona roja. Frente a aquello, los socialistas del PSOE hacían un poco figura de rehenes de los grupos mas radicales y extremistas (anarquistas, y comunistas) Me refiero en Andalucía. Esa es desde luego la imagen que arrastra el autor de estas linea de su propia memoria familiar (andaluza) de la guerra civil. Y me pregunto si esa linea divisoria que existió sin duda alguna al interior de la zona roja, no salga ahora a relucir en la crisis que azota a un PSOE al borde de la implosión, que opone en particular al actual secretario del partido, madrileño cuatro caminero y guerra civilista, a la federación andaluza del mismo. ¿Qué de extrañar ese gravitar del pasado que no pasa en la crisis de un partido que arrastrs una siglas de guerra civil, precisamente de aquel entonces?
Momentos cruciales por los que atraviesa la política española. Que nadie nos pida meternos en ese avispero de la calle Ferraz tratando de elucidar y dirimir quienes llevan razón -estatutos del partido en mano- en el conflicto en lo sucesivo abierto en el seno del partido socialista (PSOE) La izquierda española en cualquiera de sus vertientes arrastra de antiguo un famoso pedigrí de pucherazos y de trampas electorales y extra electorales, de chanchullos y marrullerías, como para pensar que cualquiera de las dos tendencias ahora enfrentadas puede tirar sin el menor escrúpulo la piedra la primera. En la Universitaria de mi época ellos se lo guisaban ellos se lo comían me refiero a esas asambleas enfermas (radioactivas) con sus discusiones interminables, sus ordenes del dia, sus votaciones, a mano alzada o de papeleta y urna -aunque de estas la verdad que recuerdo pocas- en las que mangoneaban a su gusto los que manejaban el cotarro -un pequeño grupito, siempre los mismos (y las mismas)- en aquella situaciones al borde de lo insurreccional o de guerra civil larvada para dejarnos de eufemismos.

En Granada en febrero del 36 y luego en Abril, las izquierdas cometieron flagrante pucherazo, lo que vino a echar no poca leña al fuego de la guerra civil inminente, alli lo mismo que Cuenca y en tantos otros lugares menos importantes de la geografía española, y ese pasado que no pasa lo llevaría siempre a rastras la izquierda guerra civilista décadas después, en el tardo franqusimo -cuando yo pasé por la Universitaria madrileña. O sea que ni me extraña ni me choca (un decir) el espectáculo que los sociatas están dando ahora, y en particular su secretario general, que debía estar tan obnubilado con sus posibilidades reales o ilusorias de acceder a la Moncloa que no habrá visto venir el nublado que ha descargado hoy encima de su cabeza. No importa, en la guerra como en la guerra se debe haber dicho Zetapedro a fe mía que de eso -léase de la guerra civil interminable- debe saber él un rato.


Y la reacción tras lo que sus partidarios llaman golpe -en el mas estricto respeto (nota bene) a las reglas estatutarias del partido que aquél dirige- hace ya presagiar lo que nos espera en las próximas setenta y dos horas un escenario de alta tensión -con mobilización de su militancia (como ellos la llaman), flete de autocares, manifestación ante la sede de Ferraz, guerra de comunicados y demás-, marcado por la incertidumbre de lo que pueda suceder al fin. La implosión esta en el aire, -como lo vengo anunciando desde hace un momento en este blog- como lo están esas siglas (de guerra civil) de las que sin duda ni unos ni otros -visto así de entrada- no parece que quieran desprenderse, lo que no se ve claro ni es fácil de prever en cambio es lo que va a alumbrar el estallido de la crisis. Dos partidos (socialistas), a cual mas debilitado? ¿La emergencia de una nueva formación -y de nueve siglas- en la que venga a cristalizar la tendencia indignada anti-sistema que a todas luces viene sosteniendo al secretario general en su obcecación y en sus designios tan maximalistas? Se admiten los pronósticos.

Y también se admiten apuestas sobre la suerte que le espera a Pedro Sánchez. ¿Depende acaso sólo de él? No somos tan ingenuos para así pensarlo, que está claro que la figura del actual secretario general del PSOE no es la alguien que se hizo asi mismo (self/made/man) sino mas bien la de un "tapado", -por copiar la expresión al sistema electoral mejicano- que nadie conocía y que se acabó imponiendo, a base de protecciones y de padrinazgos en la sombra o en la penumbra. ¿José Luis Zapatero entre ellos? No me atrevería a negarlo, diría mas bien que esto casi convencido de ello. Y ese padrinazgo real o aparente del anterior jefe del gobierno destapa fatalmente el reto de carácter ideológico en el fondo que esconde la crisis que acaba de estallar en el seno del PSOE, y sobre el que viene a gravitar de forma directa (nota bene) la ley de la Memoria. Y es que no estriba tanto en esa alternativa tan discutida y cacareada del no o de la abstención a la investidura de Rajoy como en la clara línea divisoria que surca las filas de los socialistas españoles en materia de memoria histórica, léase de memoria sobre al guerra civil.

Fui detractor notorio -me curo en salud de inmediato- de antiguo del anterior jefe de gobierno de Felipe González, y aunque me moderé no poco en la hostilidad que le reservé hasta hoy, no oculto que nunca hasta hoy se ganó mi confianza por relativa que ella fuera. Ahora sin embargo, viéndole puesto en la picota por los sectores mas radicalizados de entre los partidarios de su sucesor (actual) a la jefatura del partido, me confieso perplejo. ¿Un cripto franquista en el fondo Felipe González, un infiltrado (de la Social) con vistas a torpedear el PSOE desde dentro desde los tiempos del congreso de Suresnes (en el tardo franquismo), que vendría ahora a jugar un papel análogo frente a un Pedro Sánchez copia (“conforme”) de la imagen que viene dando de antiguo, de indignado y de guerra civilista irreconciliable (frente a la “derecha”) como así le ven algunos en las redes sociales? ¡Vivir para ver fantasmas míos!

Si así fuera, nuestra perplejidad iría en aumento desde luego. Porque ello querría decir que el antiguo jefe de gobierno tendría enterrada el hacha de la guerra civil en su fuero interno, pese a todas las apariencias en contrario que dio a lo largo de los años desde su ascenso fulgurante al firmamento de la política española. ¿Y ahora qué? La pregunta vuelve como un bumerán otra vez. ¿Qué va a suceder en los próximos días? ¿Escenario Corbyn en puertas -en referencia al líder del laborismo inglés dimitido por sus pares, y rescatado por su militancia in extremis-, como así parece apostar una parte de la prensa extranjera? Las situaciones de los dos países no son extrapolables, los españoles no conocen la inmigración salvaje (no europea) -que amenaza de anegarles en un futuro próximo de la que se ven blanco los ingleses, ni estos no llevan a rastras una guerra civil como la que arrastramos los españoles.

Aunque la cuestión tal vez no estribe en esa disyuntiva sino que se sitúe más bien del lado de la Zarzuela. ¿Dejara caer el monarca Felipe VI al amigo -y ahijado y protegido y garante - del Nietecito (y albacea del buque insignia de sus años de gobierno, a saber la ley de la memoria historica), por muy criticado y muy desprestigiado ye se vea? That's the question.

No hay comentarios: