Última bandera nacional de la dinastía Quing que reinó más de trescientos años en China. Su caída (en 1911) fue provocada por la estrecha alianza del imperio británico y otras potencias occidentales con el imperio japonés. Los cien años de república y de comunismo son accidentes históricos en la historia de la China varias veces milenaria. ¿Una vuelta al legado de Confucio, a la tradición mandarín la que viene operándose en China en las últimas décadas, comparable mutatis mutandis a la transformación radical que trajo el Renacimiento en el seno de la Cristiandad medieval? ¿Un nuevo Confucio, Mao Tse-Tung en la interpretación revisionista (radical) de un comunismo en versión oriental y en la fase de evolución que es la suya en la China actual? ¡Vivir para ver fantasmas míos!No sabemos lo que está pasando realmente pasando en China tras las (misteriosas) explosiones de un gran ciudad portuaria china cercana a Pekín. Como tampoco sabíamos lo que ocurría en la (ex) Unión Soviética cuando se produjo la explosión de Chernóbil en mayo del 86 me encontraba yo en pleno errar (sin rumbo fijo quiero decir) en Francia entonces, en los alrededores de Paris tras mi salida de la cárcel p,ortuguesa. Y llegué incluso a sufrir unas jaquecas un tanto insólitas entonces que atribuí a la las nubes radioactivas que se pasearon por una gran parte del continente europeo, por el territorio francés en particular, a seguir a aquella explosión nuclear. No sabíamos lo que ocurría pero yo y sin duda muchos otros sentimos o intuimos entonces que aquello podía traer consecuencias del mayor alcance, a escala mundial como así efectivamente sería.
La coincidencia sincrónica de la explosión o las explosiones de Tainjin (o Tianjin) con la devaluación del yuan la moneda nacional de la república (popular) china habrán desatado una nube de especulaciones. Experimenté (de antiguo) –lo confieso- sentimientos e impresiones contradictorias en relación con la realidad China actual y con la innegable expansión y despegue de su economía –de mercado- en las últimas décadas, uno de los signos mayores no dudar del mundo en que vivimos. Y de entrada una objeción de orden ideológico, para qué negarlo.
La República Popular –de gigantescas dimensiones y de importancia innegable en el mundo actual- sigue siendo un país de régimen, (oficialmente) comunista. ¿Cualquier parecido con la realidad pura coincidencia, con el comunismo quiero decir en versión occidental, europea, y en particular con el comunismo español de la guerra civil? Y si se hace abstracción de la participación mas anecdótica que otra cosa de algunos comunistas chinos en la guerra civil española –de lo que se habrá ocupado algún estudioso español, y pienso en concreto en el estudio de un profesor de chino de la universidad de Barcelona (que ya evoqué en alguna de mis antiguas entradas)- y salvedad hecha también de la deriva pro china de algún dirigente del comunismo español en el exilio como fue el caso de Líster –antes de venir a refugiarse a España donde vivió sus últimos días-, cabe decir que el universo chino y su régimen nos sigue resultando tan hermético y estratosféricamente lejano a los españoles como la Rusia post comunista de Putin por citar y comparar los dos países más punteros entre el conjunto de los países emergentes.
Apoyé en su momento el movimiento de liberalización que conoció el régimen chino bajo los altos auspicios del soviético Gorbachov y que llevaría a los sucesos (sangrientos) de Tian-nan-men, que condené como (casi todo el mundo. Hoy en cambio, con aquello como con la guerra del Golfo –en la que España intervino- me viene muchos malos pensamientos a la cabeza, lo reconozco. Y es que casi treinta años después, la evidencia se impone que la república popular china viene ofreciendo un dique insuperable al auge del integrismo islamico en el mundo, como se lo habfa puesto de manifiesto su actitud (resulta) en relación con la crisis desatada por las primaveras árabes y por la guerra en Siria.
¿Un mal menor la China en el mundo de hoy, comparado a la presión migratoria musulmana, o a la amenaza demográfica en proveniencia del África negra? Un conocido de la comunidad asiática de Bélgica – vietnamita de ascendencia china, católico bautizado- me hizo observar no hace mucho que la China había acabado trasformando sus miras expansionistas a escala mundial sustituyendo sus designios de exportación revolucionaria de la ideología marxista puertas afuera por una expansión de orden mayormente cultural inspirada en el viejo confucianismo -de sumision a la autoridad (de los príncipes) y de rehabilitación de la tradición mandarín y de piedad hacia el pasado y respeto a los mayores- que habría acabado extendiéndose como una mancha de aceite sin violencias por toda la sociedad china e incluso –a creer a mi interlocutor- a todos los niveles del régimen comunista chino, mutatis mutandis de una manera análoga a como el Renacimiento surgiría irresistible en el seno de la Cristiandad medieval –en su propio centro neurálgico, la Roma papal- transformándola por completo. Es posible.
Nadie nos obliga no obstante a creernos una tal explicación a pie juntillas, si se tiene en cuenta por ejemplo el virulento anti-confucianismo del que dio muestres –en sus posiciones ideológicas como en la práctica del régimen que él dirigió- Mao Tse-Tung (o Mao Zedón) que siguió siendo referente supremo de la república popular china. ¿Mao Tse-Tung convertido en un nuevo Confucio en la interpretación revisionista (radical) de un nuevo comunismo –para uso y consumo de la economía de mercado- que no guardaría ya del comunismo más que el nombre? No lo excluyo, ya digo.
Como sea, sabemos poco de la China en Occidente y menos aún tal vez los españoles. Nos pilló siempre demasiado lejos, si se exceptúan episodios más o mens importantes –como el que protagonizaron los jesuitas en China o el de los mártires europeos (españoles entre ellos) del Tonkín- pero que no dejan de tener una importancia (escasa) puramente episódica en el conjunto de la historia de la China y de su civilización milenaria. La China, me refiero al régimen comunista encarnado actualmente en la república popular no participo como tal en la Segunda Guerra Mundial, su gran rival en cambio el Kuomintang sí que lo hizo en nombre de la resistencia anti-japonesa.
No hace mucho leí en un enfoque comparativo de la historia contemporánea de la China y del Japón que mientras el imperio chino había soportado la expansión colonial europea imperialista –en particular del imperio británico- como quien dice a bocajarro, por las llamadas guerras del opio, el Japón en cambio encontró siempre la manera de contemporizar, hasta que acabaría decidiéndose al alba del siglo XX por la aventura con la guerra ruso japonesa por el control de la Manchuria y los conflictos que se seguirían hasta después del final de la Segunda Guerra Mundial en la zona.
Ni la Rusia zarista ni el Imperio chino de las diferentes y sucesivas dinastías fueron nunca una amenaza para el mundo y menos aún para el mundo occidental como sí lo fue la que representó la invasión (o expansión) del islam “matinal” (léase agresivo y conquistador) que se vería proseguido por las invasiones mongolas (y tártaras) o los empujes intermitentes durante siglos del imperio otomano en continente europeo. ¿La cuadra mejor acaso la expresión de "invasión silenciosa" a la penetración china en los países occidentales que a la inmigración (masiva) en proveniencia de los países occidentales?
En lo que a España se refiere a las pruebas me remito. En lo que a los niveles de conflictividad –de criminalidad y de delincuencia- de unas y otras se refiere. Se me objetara el fenómeno de las mafias chinas –como el de las mafias rusas (o de otros países del Este)-, no es óbice que no dejan de ser n fenómeno restringido bajo control, digamos que de perfiles tradicionales y que no crea focos de delincuencia y de criminalidad –la verdadera corrupción (…)- en el seno de la población que los acoge, como sí es el caso de ciertas corrientes de inmigración musulmana (lo mismo que otras procedentes de países latino americanos) El mundo oriental, chino de preferencia es un mundo irreductiblemente extraño como en compartimentos estancos en relación con el mundo occidental me refiero, esencialmente endógeno y como tal hay que tomarlo y aceptarlo.
De él no cabe temer amenazas ni para España ni para Europa. Y sí en cambio alianzas fructíferas. No cabria decir lo mismo en cambio de un escenario de revolución “de color”, un sueño que algunos sin duda están acariciando a la vista de los recientes acontecimientos y de los rumores y especulaciones que están sien duda alimentando a nivel de los medios de la prensa global y en la opinión pública del planeta. La China al borde de la implosión? ¡Horresco referens!
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