"Los rojos (españoles) hirieron los sentimientos religiosos y patrióticos de su pueblo.Por eso perdieron" Una cita -auténtica o apócrifa- del propio Stalin. Y glosa inmejorable de la reconciliación del Estado soviético con la Iglesia ortodoxa (del patriarcado de Moscú) bajo Vladimir Putin (en la foto)
Tiempo de Navidad, tiempo de memoria y recordación, de la implosión del sistema comunista en Rusia y del final de la Union Soviética, lo que selló la dimision del padre de la perestroika, Michail Gorbachev, de lo que se acaba de cumplir el 30 aniversario, el 25 de diciembre de 1991 tras el golpe (fallido) de Moscu (agosto de 1991) de comunistas/ortodoxos ("conservadores" en la jerga de los medios occidentales de entonces) y del aplastamiento del putsch por la oposición resuelta de la población reunida -en una foto de época- en torno a un Boris Yeltsin montado en un carro de combate y arengando a sus seguidores. Una serie de acontecimientos -incluida la explosión de Tchernobyl (26 de abril 1986)- que marcaron toda una época y que jalonaron toda una trayectoria de mi vida, la que se siguió para mí -errante en España (Madrid) y por encima de los Pirineos- a mi salida de la cárcel portuguesa (20 de noviembre de 1985) Y digo que jalonaron y no marcaron -ni a mí ni a aquellos años de mi vida- porque para mi aquello fue como el advenimiento de algo largo tiempo esperado, o como el cumplimiento de mis principales previsiones y de mis más hondos y secretos anhelos y no en una orgía o euforia de pasiones desbocadas -ni de hechos consumados- sino en una balsa de tranquilidad y de calma, como visto y seguido a distancia, en sentido figurado e incluso literal del término porque me pilló llegando o desembarcando en Bélgica, lejos (a mil años luz) de los fregados en los que me vi -en España y en Portugal- inmerso por todo aquello.
Y fue en donde vi -en el festival de cine de Gante (primavera del 87)- un film que sí que me marcó y del que retuve en la memoria hasta hoy al menos lo que me pareció en cierto modo profetico y que hoy como dando un golpe de tuerca a como entonces lo vi e interpreté, veo más bien no como oráculo profético y certero sino como una formulación de piadosos deseos conforme a las expectativas (ardientes) que eran las mías y habitaban sin duda en la masa de espectadores -matrimonios jóvenes en su mayoria (belgas flamanencos)-, como lo ilustraba el silencio sepulcral que reinaba a la salida de la proyección (todavía me acuerdo) Lo que simbolizaba -ese rotundo mentís al que aqui hago alusion- el titulo del film Pokaianie, -film de culto, de la Glasnost y la Perestroika- en neerlandés Berouw, y en español Arrepentimiento. Anti-estaliniano por cierto.
Y es lo que me siento obligado de glosar de prisa y corriendo en estas fechas de aniversario y tras la lectura de un reportaje del diario francés Le Figaro evocando la efemérides aquella como telón de fondo de una cuestion de la actualidad mas candente, la crisis amenazando en guerra desde hace un rato y a punto de estallar, con Vladimir Putin de principal protagonista, y con ruido de botas o de sables en la frontera rusa con Ucrania. Madre del cordero de la actualidad de política internacional, Ucrania y la movida secesionista en torno suyo de la que ya me pronuncié -en contra- largo y tendido en mis dos últimos libros, sin dobleces ni miramientos. Ucrania es rusa desde hace más de mil de años y la cuna incluso -la Rus de Kiev- de la Rusia de Santa Olga y de San Vladimir, más rusa incluso que Cataluña es española, lo que explica -y lo justifica, sí o no (no lo sé)- las posturas de Vladimir Putin al respecto. Y rusa por partida doble o añadidura, por derecho de conquista (que aunque duela, hay que reconocerlo) Y la crisis y el mosaico de memorias (sic) que la crisis pone de manifiesto, pone al destape también el film al que más arriba me refiero.
No, no hay, ni hubo arrepentimiento. Tras el desmantelamiento de la Union Sovietica y el desplome del sistema comunista me refiero. Sin duda porque no podia haberlo, porque la Historia es lo que es, y no da marcha atrás (aunque siga otros caminos o vericuentos) Y por más que se defenestren las estatuas de la vieja época, en el alma colectiva -como se explica y detalla en el reportaje al que aludo- no hubo ni podía haber tal destronamiento. Y Lenin sigue siendo para muchos rusos el padre de la Revolucion y Stalin el padrecito de los pueblos (...) Y que me perdonen mis buenos amigos rusos del exilio que estas líneas acabarán leyendo. Lo que nos obliga a tomar nota o a levantar partida o atestado de reconocimiento. Y a actuar en consonancia o a fijar planes de accion o estrategicos. "La guerra fría terminó, pero no hubo tratado de paz", sentenció Vladmimir Putin con razón. Y lo mismo cabe decir de la guerra civil española, última batalla de la Segunda Guerra Mundial. Ni tratado de paz, ni siquiera acta de capitulacion, como la historia de la politica española nos ilustra y nos abunda al respecto.
Y a algunos se nos antoja que el final de la interminable guerra civil española pasa precisamente por ahí: por el reconocimiento de las (legítimas) pretensiones rusas sobre Ucrania, que incite a los dirigentes rusos a poner un punto final a su intervencion en la (interminable) "guerra de España". Pretencioso lo que aqui estoy proponiendo? No estoy falto de derechos: los que me da mi gesto de Fátima y el (innegable) signo ideológico -an-ti-co-mu-nis-ta- bajo el que lo cumplí, algo de lo que emplazo a quien sea a contradecirme, en España o en el extranjero. De un gesto anticomunista -contra el papa polaco- que los medios de la prensa "mainstream" propagaron -en señal de escándalo y de oprobio (y de befa y escarnio)- a los cuatro vientos.
Y será lo que permita a los dirigentes rusos sovieticos honrar o rendir homenaje a lo que de apócrifo o auténtico se atribuye de labios mismos de Stalin: "que los rojos españoles hirieron los sentimientos religiosos (sic) y patrioticos (sic) de su pueblo", y por eso fue por lo que perdieron. Ellos y los amigos de ellos, los comisarios soviéticos. A los que ajustó sus cuentas -en los procesos de Moscú- a su regreso. Viva Stalin y Viva Rusia! (con uve, y con buen acento, y aliento)
La Iglesia de Santa Sofía, cuna de "la Rus de Kiev" (año 882) Ucrania es rusa desde hace más de mil años. Y antes de que sea demasiado tarde, tendremos que reconocerlo. Con Donald Trump no se hubiera llegado a estos extremos (...)
No hay comentarios:
Publicar un comentario