miércoles, julio 08, 2020

JOSÉ MARÍA DE MONTELLS Y GALÁN ¡¡¡PRESENTE!!!

Con gran retraso debido en parte al confinamiento, y en parte a mi expatriación y al aislamiento consiguiente que ello me impone, me llega la triste noticia del fallecimiento –el pasado 17 de octubre (2019)- al cabo de una larga y cruel enfermedad, y rodeado de los suyos, de mi gran amigo, José María de Montells y Galán, poeta, hombre de letras, y por encima, hombre de convicciones y de honor (…) Autor prolífico de poemarios y de poemas, y también de cuentos, un género que practico con esmero, tras las huellas de alguno de los maestros más reconocidos y consagrados del cuento en lengua española. Me brindó (generosamente) el prólogo de mi libro de poemas, "Cantos de Amor y de Guerra civil", y le quedo (por siempre) en deudor, del gesto como de los sinceros (y sentidos) elogios que en él me dedicó. Con lo que daba muestras de esa misma generosidad que él veía reflejada en la poesía de mis versos y poemas. Poesía generosa, y misteriosa, así él la llama. Y (la) poesía trasterrada (sic), la llama también -como un género nuevo, aparte, en el título del prólogo incluso (...)-, lo que me llegó (que conste) hasta el fondo del alma. Fuimos compañeros (que fue allí donde le conocí), en los años finales del franquismo (tardío) –finales de los setenta- en el campamento del Robledo en la Granja, y le conocí y le traté en el ambiente asfixiante aquél al borde del surrealismo, donde un (flaco) puñado de caballeros/aspirantes –léase en total unos "diez y siete”- nos veíamos señalados por el dedo ante el resto de nuestros compañeros –más de mil-, con la complicidad o anuencia (nota bene) de la oficialidad –franquista por propia definición (o de una parte de ella al menos)- del campamento aquél, por nuestras ideas y nuestras posturas en política, fachas para entendernos. Nuestra amistad se prosiguió inquebrantable desde entonces y tras mi gesto de Fátima debo decir que José María de Montells (Pepe para los amigos) fue de los pocos que guardó (impertérrito) sus lazos de amistad conmigo, como si nada hubiera sucedido. Lo que le honra, “por los siglos de los siglos”. No compartíamos militancia, que conste, ni antes de aquello ni nunca después, que él venia, de notoriedad publica -en nuestro circulo de amistades por lo menos- del (oficioso) AUN, y yo en cambio militaba (aún entonces, cuando le conocí) entre los joseantonianos/puros del FES (como de todos es sabido), lo que creaba una barrera entre nos, así de entrada, pero en él y en mí se cumplió a todas luces aquello de que la amistad verdadera está por encima de las apariencias y de las circunstancia y de los compromisos (cualesquiera), y, sobre todo, que esa misma amistad ayuda a veces a depurar y a revelarse a nosotros mismos el fondo de nuestras ideas –que nos dividen-, las de mayor peso y mas sentidas y determinantes (…), por encima o mas allá de los lazos y compromisos militantes (…) Un amigo y un camarada, -es lo que quería decir-, lo que José María de Montells fue para mi, y lo que seguirá siendo en el cielo de la Memoria, y mas allá de la muerte: José María de Montells y Galán, camarada. ¡¡¡Presente!!!

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