Codreanu el Capitán. Fue asesinado en un coche celular de un tiro en la nuca junto con otros militantes de la Guardia de Hierro, a manos de agentes de la policía rumana. Hitler consideró su muerte un atentado contra su propia persona. Ion Mota era cuñado de Codreanu, y como tal exponente emblemático del carácter testimonial de su presencia junto con otras destacas figuras de la Guardia de Hierro en España durante la guerra civil.Ciudadanos ha vuelto a reincidir o a enseñar la cola o la pata o el plumero o que sé yo. Una alternativa –de “derechas”- al PP al precio de re encender la guerra de memorias, y de rendir (vergonzosa) pleitesía a la memoria de los vencidos: ese el perfil que van cobrando a ojos de la opinión pública a marchas forzadas. ¿La única manera -cabe preguntarse entre paréntesis- ese tancredismo escandaloso en materia de memoria historica de la guerra civil, de conseguir arañar votos entre la "charnegada" (y con perdón) guerracivilista de los barrios inmigrantes de Barcelona? Honestamente cabe preguntárselo.
La repatriación de sus restos junto con los de Vasile Marin y las ceremonias de su entierro y sus funerales en Bucarest (ver foto) fueron auténticos espectáculos de masas que impactaron la opinión pública europea de entonces y marcarían al rojo la memoria colectiva de los rumanos. En la Rumania de después de Ceausescu, la Guardia de Hierro se habrá visto objeto un proceso de rehabilitación innegable
Después de Guadalajara, ahora le toca el turno de la desnazificación a Majadahonda –por culpa otra vez, del voto decisivo de los de Ciudadanos (en reunión del consistorio de aquella localidad)- y al monumento allí construido de homenaje –lo que la moción ahora aprobada clamorosamente silencia- a dos voluntarios rumanos caídos en España durante la guerra civil, Ion Mota y Vasile Marin, víctimas de un bombardeo aéreo soviético en enero del 37, en el frente de Majadahonda cuando los rojos eran todavía dueños y señores del espacio aéreo, y practicaba a discreción y en toda impunidad el terrorismo desde el aire.
No eran unos cualquieras. La Guardia de Hierro rumana no mandó contingente de voluntarios a España como no lo hizo ningún movimiento fascista o fascistizado de los que aspiraba a alcanzar el poder en el periodo de entreguerras, como no lo hizo el rexismo belga de León Degrelle, como no lo hizo ninguno de los movimientos fascistas franceses, o fascistizados. Sí mandaron en cambio -a título honorífico- una delegación de la mayor cualidad, integrada –entre otro cuadros influyentes del movimiento- por un cuñado de Codreanu, el jefe del Guardia de Hierro (Ion Mota) y por un pope ortodoxo miembro del Movimiento (Vasile Marin), repatriados y enterrados en olor de multitudes en medio de solemnidades fastuosas que marcaron la memoria colectiva de los rumanos. La Historia de la Guardia de Hierro -que (dicho sea de paso) daría su nombre del otro lado del Atlántico a una organización juvenil (peronista) en la que militó el actual papa argentino (...)- es de las más patéticas en el conjunto de los movimientos fascistas o nazi fascistas del periodo de entreguerras.
Su fundador, Corneliu (Zelea) Codrenau –el Capitán- fue asesinado (de un tiro en la nuca) junto con un puñado de dirigentes del movimiento mientras era conducido en un coche celular, por agentes de la policía rumana, y durante la Segunda Guerra Mundial protagonizaron un episodio insurreccional un tanto insólito sublevándose conra el régimen pro alemán instaurado por el Mariscal Antonescu –“el caudillo loco" le llamó la propaganda legionaria- que les reprimió implacablemente lo que –por paradójico que parecer pueda- obligó a sus principales dirigentes –como Horia Sima, sucesor de Codreanu en la jefatura del movimiento- a encontrar refugio en Alemania.
La Guardia de Hierro se supo captar toda una hornada joven de brillantes intelectuales que protagonizarían una diáspora emblemática en extremo tras la segunda guerra mundial, en los países occidentales. Figuras de ascendencia rumana brillarían en el firmamento de las letras o en el ámbito de la cultura en la posguerra principalmente en el área cultural francófona, como fue el caso de Emile Cioran, Ionesco y Mircea Eliade, una trinidad de nombres de un brillo propiamente estelar durante décadas, de pasado legionario los tres -léase de antiguos miembros de la Legión de San Miguel Arcángel que era la estructura militante de la Guardia de Hierro-, a los que por razones que siempre se me escaparon un poco –¿por razón del brillo (en una mezcla compleja de repulsa y de fascinación) que irradio siempre la ortodoxia oriental en Occidente ?- se les perdonó o se hizo la vista gorda sobre su pasado en mucho mayor medida que de lo que ocurrió con casos análogos (o ideológiamnte afines) de otras nacionalidades.
Figuras emblemáticas de intelectuales rumanos en España y en los países de habla hispana en la posguerra lo fueron también la de Vintila Horia, longevo colaborador del diario ABC que llegó a conseguir el premio Goncourt (un respeto) –aunque sólo nota bene tras irse de España- en la década de los sesenta, por más que la entrega del premio no se le haría efectiva al final, y también el caso de Virgil Gheorghiu, autor de la célebre novela –de gran éxito editorial en Francia en España y en otros países- “La Hora Veinticinco” que se podía leer fácilmente (doy fe de ello) en clave del pasado legionario del autor, aunque la crítica en España obviaría ese faceta tan ruidosa del autor y de la obra, con motivo de la publicación y difusión de aquella novela, de lo que recuerdo.
Conocí personalmente a Virgil Gheorghiu en un congreso de filosofía (tomista) celebrado en las inmediaciones de la ciudad argentina en Córdoba –en Varadero- el verano austral creo recordar de 1979 durante mi estancia en Argentina en el marco de la fraternidad de Monseñor Lefebvre. Vestía él hábito episcopal (hsta los pies) –en su calidad de obispo de la iglesia ortodoxa-, fajín y cruz pectoral y unas gruesas gafas negras, e iba a acompañado de su esposa.
En su testamento –¿versatilidad eclesiástica obliga?- se retractaba de su pasado y atacaba a los criminales (sic) de la Guardia de Hierro. No lo fueron. Y la rehabilitación de su memoria en la Rumania de la era post Ceausescu con creces lo ilustra y lo demuestra
3 comentarios:
A Vintila Horia le conocí "postumamente", pues asistí a su funeral religioso en la capilla de la Iglesia Ortodoxa Rumana en Madrid...(calle Nicaragua)
Respecto a su premio Goncourt... Ciertamente le fue concedido...pero pocos dias después le fue retirado... por razones obvias...ya que le consideraron políticamente "no correcto"...
Así se demostró una vez más el sectarismo de las autoridades europeas después de 1945
En 1960 le fue otorgado el Premio Goncourt, pero las acusaciones de «filofascista» le obligaron a renunciar a ese galardón. En 1981 se le concedió el premio Dante Alighieri, de Florencia.
https://es.wikipedia.org/wiki/Vintil%C4%83_Horia
Gracias por la aclaración, Julio
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