Navidades blancas, negras
entre Madrid y Bruselas,
entre el vacío y la rutina,
sin nostalgias traicioneras
que te embargan, que te abruman
tú prostrado en la acera
sosegado, volviendo en ti
de la vista aterradora,
panorámica grandiosa,
la de un mundo sin fronteras,
y de las urbes distópicas,
de figuras IA de cera
Delante tuya el precipicio,
que te llama, que te acecha,
huyendo (¿qué?¿de mi sombra?)
y cobrando en cambio mil fuerzas
cuando yo me acuerdo de ti
sin premuras, ni tristezas,
mi pecho se ensancha amor
y mi alma a la Vuela (vuela)
sin importarme nada ya,
de líos y de problemas
en ese pozo sin fondo,
el que me dieron (¡Verguenza!)
Oteando el horizonte
ante mí, y siempre alerta
presto a comerme este mundo
si necesario eso fuera
Que por ti lo haría, ¡oh sí!
que no me conocías esa,
esa furia, y ese temple
¡Oh la imperial fiereza!
¡Juan de los Altos Destinos!
de la soledad tan señera,
del idealismo sincero
del Honor y la Grandeza
Eso te ofrezco, mi reina
mi madrina, mi princesa
Al atardecer de mi vida
A Ti ¡Mi Navidad de belleza!

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