lunes, enero 11, 2021

AUGURES DEL CAPITOL


Jake Angeli, el de la piel y cuernos de bisonte –o de

búfalo- en el asalto al Capitolio. Patriota de Arizona,

autodenominado “guerrero espiritual”, “soldado numérico

del Qanon”, el “Lobo de Yellowstone”. Augur de buenas

nuevas, tras la

caída –por robo (y fraude) electoral- de Donald Trump. Y

que me perdonen belgas y franceses (sobre todo los del seminario de Ecône)

En los anales de historia del Imperio Romano figura con

gran realce el episodio de las ocas del Capitolio (390

a.J.C) , que –según nos cuenta Tito Livio- salvaron de

un tris la augusta sede del

Senado romano del ataque (de noche y por sorpresa) de los

galos y permitieron la reacción

salvadora del Cónsul Marco Manlio -de sus furiosos e

insistentes graznidos-, y a la mente de algunos

ha venido el compararlo ipso facto con lo que

protagonizaron el pasado lunes los partidarios de Trump

que ellos en

cambio sí lograron aquello donde los galos fracasaron.

Farsa de Washington, lo llaman algunos (irresponsables) en

medios o sectores de donde esa actitud menos se esperaba.

¡No saben lo que dicen! Y no sabemos a fe mía cómo

interpretar esa actitud –de prudente distanciamiento- que

habrá sido la

regla adoptada por algunos de los que como digo menos se

esperaba. O de los que más deben a Trump y a su

presidencia por decirlo con otras palabras (---)Tan

gratuita y desconcertante como el escándalo fingido de los

otros (a la extrema izquierda, me refiero) O ¿no se

acuerdan ya de la movida de la Ocupación del Congreso (25

de septiembre del 2012), “el coletazo mas peligroso de la

subversión indignada del 15” como lo califico en mi libro

sobre nuestra Guerra (civil) de los Ochenta Años (….)No

fue un  asalto aquello, dicen o alegan ahora algunos en las

redes sociales. No, porque no pudieron, porque la

Intervención eficaz e in extremis de las fuerzas del

orden –pese a la torpeza y a la inacción e indecisión (y

los complejos) desesperantes de la gobernadora civil (del

PP)- salvaron  la situación de un tris, y nos salvaron a

todos los españoles de un escenario insurreccional a la

yugoslava que era el guión que aquellos llevaban ya tiempo

preparado. En el Capitolio en cambio el pasado lunes no

fue así, y no fue

una farsa ni mucho menos sino un  acontecimiento

histórico

de la primera magnitud y surcado de buenos, que

digo, de los mejores augurios (….)Augures del Capitolio –

como aquellas ocas (semi) salvajes-  los

que allí consiguieron entrar y de ellos, los que más

impacto lograron en los medios –que me diga en los Big

Media- por sus insólitos atuendos cargados o prelados de

resonancia histórica, también ellos. El de las barbas de

general sudista, como el

que se ve ataviado de pellejos –de bisonte ( a lo Búfalo

Bill)- y casco y cuernos (…) Y mas aún que los vivos e

indemnes, los heridos y los muertos, como la veterana de

la Fuerza Aérea –de impresionante hoja de servicios- que

contaba pasar –como lo confesó justo

antes en un tuit, desprevenida- “del negro a la Luz”

invadiendo

(desarmada) el Capitolio. Y es sobre todo por las

expectativas –cargadas de promesas- que el asalto consigue

generar en muchos (como el que escribe) que es

algo de lo que más estamos faltos todos los que como yo

(grosso modo) pensamos y sentimos. Por qué, de dónde si no

 –seamos sinceros y sobre todo lucidos- ese arrebato de

buen humor y de optimismo (y ganas de vivir) que nos pilló

de pronto y de asalto (irresistible) ante las escenas e

ilustraciones gráficas de la

noticia -como un mensaje (feliz) de Año Nuevo o de Fin de

Año-, esa que tanto parce consternar y escandalizar ahora

algunos (fuera de toda sospecha). Al cabo de un largo

invierno lúgubre y sombrío como nunca ví por estas

tierras. Invierno negro, de guerra bacteriológica (...)

Capitanes de derrota, eso es lo que parecen,

cumpliendo ese triste guión de ganarse la vida o

hacerse un puesto en la política o en el periodismo

político –lo mismo me da que me da o mismo-

predicando a mansalva, a base de malas nuevas (a cual

peor una que otra) –y de análisis de su propia cosecha-

el derrotismo y la debacle de

sueños y de ideales que proclaman ser los suyos. No

saben lo que dicen, ya digo (….) Y no es sólo culpa suya.

Enfermos de desaliento

y de desespero, españoles y europeos (…) Como el triste signo

de toda una civilización –de su lastre judeo/cristiano,

culpabilizador- que predica y practica el desprecio y sacrificio

insensato) de todos los sueños y esperanzas terrestres a

costa del más/allá- incluso de los mas legítimos y más

nobles y elevados.

Por eso no son capaces de auténtica fe que mueve montañas,

y que nos llene de vigor y de entusiasmo, como la noticia

de asalto del Capitolio sí consigue –en cambio-el

galvanizarnos y el entusiasmarnos. Mal que les pese a los bien-pensantes, en los medios sobre todo, como ese

comentarista de Toronto que se desolaba en un comentario

ayer leído en Internet, lamentando que en ciertos foros o

discusiones en la Red se haya visto la

noticia del asalto como un éxito (sic). O al artículo de

esperar –condenatorio- en su edición

de ayer, del New York Times

(un respeto) –como un oráculo de los Sabios de Sion (…)-

listando uno por uno y catalogando los destrozos

presuntos, o reales o imaginados del

asalto al Capitolio y pasando de nuevo y sin falta la

factura (como acostumbran). Y es tal vez –más que una mera

hipótesis-, el telón de fondo reprobador –en los medios me

refiero-, ante el fondo o poso o trasfondo de paganismo

ancestral  con

el cual contrajo (no se olvide)  un compromiso histórico

nuestra civilización, lo que se perpetuó en el

protestantismo

anglosajón –como lo ilustran el ejemplo de los

colonos sudistas, de la Confederación- y surgió

insólitamente en la Revolución Francesa o en algunos de

sus aspectos y fenómenos mas emblemáticos y de sus

episodios e instantes más críticos –como el 18 Brumario,

el 22 Pradial o el 28 Termidor (….)-,  dicho sea por las

buenas (y que me perdonen en Ecône) Gloria Laus et honor tibi sit!, rezaban las

Aclamaciones Carolingias, ante la Gesta (Dei) per Francos (y

cantábamos devotos en el Seminario de Ecône)  Y

¡honor y gloria –así exclamamos nosotros- a los Augures del

 Capitolio!, que nos habrán salvado a todos del deshonor! A ellos

 y a los que como yo apostamos por Trump en las páginas de

 este blog, sin tapujos y sin desmayo y sin descanso. Y

 desinteresadamente, sin que le debiéramos lo más mínimo.

 Perdedor quizás, Donald Trump, pero a costa de la

 deslegitimación democrática –de la Democracia (USA)-, y

 sin perder nunca el honor

 

 

 

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