Eugenio JOFRA BAFALLUY, eternamente EUGENIO, que mi expatriación me impidió conocer, y que acabo de descubrir (del todo) hoy. Paradigma de un humor nuevo, moderno y postmoderno, y a la vez -clave de su éxito arrollador-, catártico y sanador entre catalanes y no catalanes, y a un lado y otro de la barrera infranqueable de la (interminable) guerra civil. Con su fuerte acento (y expresiones) de allí, y con aquello de « saben aquel que diú? » Y con su semblante y su mirada tan serios a fuer de explosivos (lo menos que cabe decir)
Y si nos lo tomamos a broma? Lo trágico y guerracivilista me refiero, que quizás estríbe ahí eso de « lo más serio en las cosas serias », « lo único serio en esta vida » El humor, como vía o tubo de escape o sea. Un humor nuevo y a la vez viejo y añejo, léase inédito o mal conocido en la literatura española. Un humor negro, bien « british », y a la española a la vez, de puro negro a fuer de mordaz. Flor de la tragedia, como « los siete crisantemos en el cementerio » que canta Joaquín Sabina. como la mirada a fuer de sería y fúnebre, de Eugenio, el de « aquel que diú », y a fuer de mordaz como aquello de Don Pedro Muñoz Seca, de « la vida podréis quitarme pero el miedo que ahora tengo, no », haciendo reír a carcajadas justo en los previos instantes a su muerte, asesinado como un perro (de nadie, ladrando a las puertas del cielo) (…) El humor genial de Don Quijote que siguiendo los cálculos de su escudero cree estar divisando las almenas del castillo de su amada Dulcinea, hasta que llega el desengaño. « Con la Iglesia hemos topado querido Sancho » a la vista del campanario, que es lo que era aquello (…) O es que el humor esta reñido con los dogmas? Eso a Don Quijote no parecía preocuparle mucho, y se reía para sus adentros y nos hacia reír a todos en el tema (por los siglos de los siglos, dicho sea con perdón)
Humor a la española, en el colmo del disparate (sic), versión española del Absurdo (aunque Francisco Umbral me temo que no hubiera estado muy de acuerdo conmigo) Del disparate apoteósico como el de aquel humorista y dramaturgo genial, ilustre desconocido a la vez (de nuestros días), de la oración fúnebre que dirigió a su madre fallecida al descolgarse el ascensor en el que montaba. « Cuando se murió mi madre, si la querría el Señor! Que para llevársela al cielo, se la llevó en ascensor! » ( con la consiguiente estampida de carcajadas entre los -perplejos- asistentes al sepelio. Como las estampidas de los peregrinos a la Meca, tan catastróficas) (comparación odiosas, sin ánimo de faltar a nadie, por favor)
Y no es nada trivial a fuer de revelador ese olvido -el de un cómico tan genial, propiamente sin par-, en las páginas de verdadera antología (por lo demás) que dedica Umbral al humor en una de sus obras más sobresalientes, de Historia de la Literatura española. Que ocurre como si un autor de tan genial ironía no consiguiese no obstante a superar las barreras de sus filias y sus fobias, de sus olvidos y sus preferencias ni a alcanzar las fronteras de la autoirrisión. Por culpa de la auto ficción tal vez? La pregunta del millón. Y es lo que cabe decir de esas páginas tan inspiradas, de esa galería de autores humoristas, por la que van desfilando nombres que habrán dejado su (honda) huella en la memoria de la España de la posguerra. desde las páginas de La Ametralladora, en plena guerra civil hasta La Codorniz, que nunca me hizo reír, lo confieso ( y por lo que hoy me atrevo a reírme de mí)
Y todo esto -se lo preguntaran aquí tal vez algunos- no viene a cuento más que por la enésima discusión -y la más (rabiosamente) encarnizada- en las redes sociales sobre la interminable guerra civil, donde me habrá sido imposible (mea culpa, mea máxima culpa) el no meter baza por enésima vez. Que a fin de cuentas, qué es peor (un decir), el reírse en sus barbas o en su cara del guerra civilista de turno (mujer o varón)? De su insidia babosa y de sus historias para no dormir? O el cerrarle la boca o el quitarle de las manos la tecla o la pluma, para siempre y amén? (como en el 36) (…)
Que ahí esta quizás la clave del odium perfectum, del que habla la Biblia (en sus Proverbios) -y que me perdone la Fiscalía!-, que no excluye el humor mordaz, la burla matadora, a fuer de catártica, y de quirúrgica (y no se me tome a mal) Con mucha risa y sin mal/cuerpo (sin acrimonia). Como la cerveza con gaseosa. Aunque algunos -muchos pocos?- estén hoy (igual que ayer, ay dolor!- « en otra cosa »
Enrique GARCÍA ALVAREZ, ausencia inexplicable y reveladora a la vez de las filias, fobias, olvidos y preferencias de Francisco UMBRAL, en sus páginas (antologicas) sobre el humor en la literatura española contemporánea. De un humor posmoderno aquél, a fuer de iconoclasta y trasgresor -sin guerra civilismos, atención-, maestro de MIHURA como este mismo confesó. Por su oración fúnebre (a título de ejemplo), en memoria de su difunta madre, víctima de un accidente, del ascensor en el que montaba que se descolgó: « Cuando se muriö mi madre, si la querría el Señor! que para llevársela al cielo, se la llevó en ascensor »
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