miércoles, mayo 19, 2021

¿"MARCHA NEGRA" LA INVASIÓN?

 

El nuevo Secretario de Estado USA –bajo la presidencia Joe Biden-, Anthony Blinken, de notoria ascendencia judía, elogió ayer el papel clave (sic) de Marruecos en la “estabilidad”de la región, sin decir ni pío de los incidentes provocados por el reino alauita –de Mohamed VI- en las plazas españolas de Ceuta y Melilla. Se escuda en el reconocimiento –o en  su ratificación más bien- de Donald Trump de la soberanía marroquí sobre el Sahara (occidental) pero lo que tenia en este una intencionalidad visible de efecto amortiguador y apaciguador de tensiones entre España y Marruecos, no hace en su sucesor (un decir también) más que incendiar irresponsablemente la crisis latente entre los dos países. ¿Por cuenta e interés de quien? Does it America make great again? Inútil de preguntárselo al consejero y confidente –y cómplice- del Sultan alauí, José Luis Rodríguez Zapatero

¿Marcha Negra, o verdinegra? que tenemos aún frescas (como quien dice) las imágenes de la Marcha Verde. Donde nos la jugó y ganó (pero bien) Hassan II, y ahora se diría que quiere repetir la misma jugada su hijo y heredero Mohamed VI (Sestor, con acento en la o, como me decía graciosamente, recalcando bien la erre en la pronunciación,  un joven marroquí del que aquí ya hable con el que coincidí -dentro de la misma celda (...)- en las cárceles belgas. La Marcha Verde y el 15-M (y la manifestación nocturna en la Puerta del Sol) nos vienen, cierto, juntos a la mente, y el culpable o responsable de esta asociación se me antoja que lo sea José Luis Rodríguez Zapatero por su papel en torno a los atentados del 11-M y todo lo que se siguió. El de "la alianza de culturas", lo que nos parece también imposible de disociar de "las primaveras árabes" y de su tormenta mediterránea (y tan funesta) de indignación, omnipresente ahora según las malas lenguas en la corte (y serrallo) del Sultán (o Imán, poco importa)

¿A qué juega Mohamed Sestor? ¿A otra marcha negra (o verdinegra) en Ceuta y Melilla objetos favoritos de su obsesión? ¿So pretexto del Polisario, que no creo que hayan podido encontrar coartada mejor? Y con la cobertura americana –léase israelí (o judía), por favor- y el telón de fondo del recrudecimiento de la crisis en Oriente Medio que amenaza por enésima vez de deflagrar sin solución. Una encrucijada erizada de amenazas y peligros para las diplomacia y la política interior y exterior de España la que ahora se nos presenta, al filo de la actualidad mas candente de las ultima horas de donde aprendemos que el ejército ante la agravación de la situación se habrá sustituido a las fuerzas del orden por las calles de Ceuta (con el aplauso comprensible de la población). Lagarto, lagarto, digo yo. Con la espada de Damocles en nuestras cabezas del riesgo de un incidente dramático de fácil (y barata) explotación. Y con el  ejemplo bien fijo en mi mente de las manifestaciones “pacificas” –como la invasión de ahora- contra Asad en Siria, “casus belli” número uno como después se demostró. ¿España de nuevo en la picota de los medios a escala mundial como en el tardo-franquismo o en el 15-M o por cuenta de la gripe “española” a seguir a la Primera Guerra Mundial? ¿Con grave riesgo para mas INRI de amputación? Ese es el trance que nos amenaza ahora. Pero en la Moncloa se me antoja que estén a años luz de esas preocupaciones o aprensiones mías, rayanas (dirán allí) en la obsesión. Me duele España ¿a ellos no? (y a la mente me viene ipso facto la parábola del rey Salomón) (continua)  


Gaza. Colonos israelíes –hace unas horas- jalean los bombardeos del otro lado de la frontera judeo-palestina, en una agravacion por sorpresa del conflicto en la región de consecuencias imprevisibles. Ese es el telón de fondo insoslayable de la crisis entre España y Marruecos las horas que corren, aunque la incapacidad -se diría que genética- de un justo enfoque de las crisis de política internacional en el mundo que vivimos, amenaza con jugarnos de nuevo una mala pasada a los españoles. Sin trampa ni cartón. No entramos (de firme propósito) tampoco ahora en esta guerra del fin del mundo. Porque continuamos sin verlo claro. Al contrario que en Siria o en Libia o en el Sahara o en el Líbano. Algo querrá decir ¿o no?    

ADDENDA (última hora) Afinando mi postura al hilo y al calor de los últimos acontecimientos, y saliendo así al paso de malentendidos y de una burda (y sorda) incomprensión, que me dan la impresión ser (grosso modo) lo que con mi articulo he cosechado hasta ahora. No me caso  con nadie ni nunca y menos que nunca ahora: discrepo abiertamente de la política pro-marroquí de Moncloa, y del partido que hoy nos representa en la escena de la política extranjera, y en general de los posicionamientos estratégico de la izquierda, lo mismo o parecido me cabe decir de las opciones y posturas en materia de geopolítica de las principales formaciones del cuadrante de la derecha. Y en particular, la de Vox, pro-sionista o pro-israelí, la más declarada o emblemática –por su descarado partidismo- de todas ellas. Tampoco comparto –todos lo que aquí me leen lo saben o si no lo medio/imaginan- el optimismo candoroso del PP en materia de inmigración (y de otras cosas) que viene de antiguo y no es de ahora, pero también ahí entiendo deber dejar sentados los debidos matices. 

Que si es cierto que tras todos los años de expatriación que llevo por cima de los Pirineos tomé (clara) conciencia de la amenaza o del riesgo y peligro –de lo mas grave y tangible para los que aquí vivimos (de ascendencia europea)- del Gran Remplazo (Remplacement) o en otros términos, de la desaparición (sic) de toda una civilización que es la nuestra, no es óbice que ello no me hace perder de vista nuestra vocación española que es la de la fidelidad mas absoluta e intransigente a los destinos de Europa desde nuestra situación geográfica -de Punta Sur o “Punta Europa”-, y de la fidelidad igualmente estricta a nuestra tradicional amistad con los países árabes, que lejos de ser una fórmula de fácil –y trasnochada y obsoleta- retórica, nos endosa responsabilidades mayores entre todos los países europeo, en esta crucial encrucijada histórica. De lo que tomé clara conciencia los años que llevo residiendo aquí (en Bélgica) en un espíritu de confraternización sincera -al precio a veces de esfuerzos casi heroicos (….)-, en la situación de cohabitación semi-forzosa con el colectivo inmigrante de confesión musulmana que alcanza en Bruselas un nivel y unas proporciones sin parangón en ningún otro país de Europa, y a la vez en una clara y frontal e intransigente oposición salpicada de incidentes (que fue la mía) a la intromisión de la ley islámica (la Charia) hasta en los más nimios detalles de la vida cotidiana al socaire de la mencionada corriente migratoria. Y todo lo que precede, me hace más si cabe tomar clara conciencia del reto (magno) que la situación creada en las plazas españolas de Ceuta y Melilla nos plantea a todos los españoles y yo diría que a todos los europeos en las ultimas horas. 

Y si es cierto que en mi artículo y en el mensaje con el que hice su presentación en mi cuenta FB me mostré  –cargado de razones y de motivos- aprensivo hacia una intervención del Ejercito en la crisis por la que atraviesan las plazas españolas del otro lado del Estrecho, y a su mera aparición por las calles de Melilla y de Ceuta, no es menos cierto que someto –con gusto- mi análisis y mis juicios a aquellos que están viviendo la situación de cerca allí en estos precisos (y críticos) momentos. VOX está por cierto -en la persona de Ricardo Abascal- en su perfecto derecho de abogar por una intervención militar y en denunciar la rendición (sic) de nuestra línea de fronteras Sur. Si se demarcasen no obstante de su alineamiento pro-israelí, que pone más si cabe (clamorosamente) al destape o de manifiesto el súbito agravamiento –en una sincronía sospechosa- de la situación en el conflicto del Oriente Medio, no cabe duda que ello les haría ganar credibilidad y reforzaría notablemente su eco en el seno de la población española. Nadie nos pide tanto, ni a nadie tanto le debemos, ni a la OTAN, ni al gran patrón USA, que se pone ahora escandalosamente de perfil a través del portavoz más autorizado de la diplomacia norteamericana bajo la presidencia Biden, en concreto de su Secretario de Estado que no hace secreto ninguno de su alineamiento a favor de Marruecos en la crisis en curso ni (nota bene) de su notoria ascendencia judía. Lo dicho, conscientes de pisar un terreno erizado de trampas y amenazas y peligros, creemos no obstante que se impone –de urgencia- en las plazas (amenazadas) de Ceuta y de Melilla, la declaración del estado de guerra     

    

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