2. Silbido al himno. Hay que relativizar. Entre el pitido al himno y la quema de la bandera también hay una línea roja infranqueable, entre lo (penosamente) tolerable y lo (claramente) intolerable. El himno oficial español -la Marcha Real- también es de un valor relativo. El verdadero himno (y canto) a la vez de España en la guerra y en la posguerra lo fue el Cara al Sol. Que cantaron miles y millones falangistas y no falangistas, joseantonianos o no. ¿Será capaz una derecha identitaria fuerte y unida de rescatarlo -y “recuperarlo”- de los arcanos de la Memoria colectiva? ¿Y de arrebatárselo a los guardianes de sepulcros vacíos (horror)?
3. Mis lecturas de la semana. David Irving, un revisionista de siete vidas (como los gatos) dado oficialmente por muerto y enterrado (hace diecisiete años), siempre vivo y coleando. Un gran historiador, David Irving, y un escritor de estilo. La escena inicial de su libro sobre Churchill -comiéndose con las manos el caviar y las langostas de dos en dos (y de cuatro en cuatro también) y hablando con la boca llena -y con la cabeza en la bandeja de mariscos- en su eclipse, en el 46, durante su su última recepción oficial, botón de muestra de genio y de su estilo. Otra de mis lecturas. Una biografía critica (en inglés) sobre Donald Trump. ¿Flor del azar, fruto de generación espontanea, el milagro Trump? ¡A otro perro con ese hueso! Un resurgir -el triunfo de su candidatura- de la America de los cincuenta y la de los años treinta (hasta su entrada en la Segunda Guerra Mundial)
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