jueves, octubre 27, 2016

CEUTA Y LA FLOTA RUSA

Portaaviones Almirante Kuznetsov -el único del que dispone en la actualidad la Flota rusa-, buque insignia de la flotilla de buques de guerra rusos que navegan rumbo a los costas sirias las horas que corren desde sus bases de partida del mar Ártico. El embrollo diplomático de la últimas horas -por aquello de que no hay mal que por bien no venga- habrá puesto al destape la gran anomalía del tratado de adhesión española a la Alianza Atlántica que dejaba (incomprensiblemente) fuera del paraguas protector de la Alianza a las plazas españolas de Ceuta y Melilla, lo mismo que el que no se hubiese tratado de la primera vez ahora -ni mucho menos- que un buque de guerra ruso acosta en el puerto de Ceuta: sesenta ya lo hicieron desde el 2010, según informan ahora -¿por primera vez?- los medios españoles
La flota rusa navegando rumbo a las costas sirias, habrá decidido (al final) no repostar en el puerto español de Ceuta. Y los españoles oyendo o leyendo la noticia nos caemos de la higuera de golpe. Enterándonos, así de sopetón en verdad, de las dudas del gobierno español que en un principio parecía presto a dar su visto bueno a la operación, y de que el transito de navíos de guerra rusos por el puerto de Ceuta -lo que venimos a saber ahora a los españoles un tanto estupefactos- se había convertido en una rutina (sic) según informan los medios. ¿Desde cuando? Solamente desde el 2010 no sé, pero lo que sí esta claro es que el grueso de la opinión publica española lo ignoraba en absoluto -lo que es mi caso-, y me pregunto habida cuenta de la larga o longeva trayectoria que es la mía de lector empedernido de la prensa a diario si no era algo mantenido rigurosamente en secreto al conjunto de los españoles.

Un tabú espeso de los tiempos de la guerra fría (a seguir al desenlace de la Segunda Guerra Mundial) Mare Mostrum, mar inglés desde Trafalgar hasta la Segunda Guerra Mundial y a seguir mar anglosajón -de dominio conjunto inglés y americano- en las décadas que siguieron a la terminación de la Segunda Guerra Mundial. Esa es la imagen subliminal que arrastrábamos muchos españoles, que ahora se viene estrepitosamente abajo. No fue exactamente así, Yalta -donde se sentaron las bases del nuevo orden mundial- esta en el Mar Negro, detalle todo menos anecdótico, pero no es menos cierto que la Rusia soviética no renuncio a una salida por el Mediterráneo, con lo que venia a heredar y asumir unos grandes y a perseguir de nuevo los grandes designios y objetivos en materia geopolítica del Imperio de los Zares.

Y no es menos cierto que el conflicto del Oriente Medio les daría la oportunidad de una implantación duradera en las costas mediterráneas del lado de los países árabes de régimen socialista (nasseriano), lo que se haría realidad de forma efímera en el Egipto de Nasser, y se cncretaria de forma duradera más tarde, en la Siria de Hafez-el-Assad -padre del actual gobernante sirio-, de lo que da fe la bse de Tartús, de construcción antigua y que los rusos habrán vuelto a poner en funcionamiento tras el inicio de la guerra civil siria. Con la caída del Muro la presencia rusa en el Mediterráneo (oriental) parecía verse así a primera vista condenada a desparecer para siempre. La caída del régimen del coronel libo Gadafi no obstante, les abrió los ojos y les aclaró las ideas a los mandatarios rusos que habian heredado de Boris Yeltsin -el primer gobernante ruso tras la caída del Muro- una actitud de claudicación en la escena internacional, algo en lo que la principal potencia del planeta veía la señal inequívoca de una victoria definitiva contra su gran rival de los tiempos de la la guerra fría.

“Los norte americanos resultaron vencedores de la guerra fría pero la paz nunca se llegaría a firmar”, declaró hace ya algunos años Vladmir Putin, sugiriendo que la guerra entre bloques se había proseguido no obstante en una sucesión de guerras asimétricas -algo que os españoles conocemos bien tras ochenta años de guerra civil interminable- que era lo que a los ojos de Valdimir Putin venían a ser las llamadas revoluciones de colores -que tuvieron su gran mecenas en el financiero judío húngaro norteamericano, Soros-, que se sucederían sin interrupciones mayores en los países anteriormente situados en la órbita soviética o en su esfera de influencia desde la caída del Muro,la última de las cuales vendría serlo el Maidán de Kiev que traería por resultado la salida de Ucrania del regazo de la madre patria rusa (que tuvo en la Rus de Kiev sus prístinos orígenes históricos, no se olvide)

Escribió el escritor fascista francés Drieu-La-Rochelle en las páginas de su diario poco antes de su trágico final -tras haber abierto la llave del gas en su domicilio de París, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial-, que lo que él llamaba la civilización católica mediterránea (sic) se había visto herida de muerte (y condenada a una lenta agonía) por el cierre del Mar Nóstrum a manos de los ingleses (sobreentendido a seguir a Trafalgar) Y el autor citado acertó sin duda en la intuición histórica aunque erraría en los postulados, porque tras su muerte el mundo cambió y en la posguerra europea los rusos reprenderían la ruta de los mares de aguas calientes que había seguido el Imperio de los Zares, el Mediterráneo en primera fila de sus designios y de sus miras y preferencias.

Y hoy descubrimos con asombro la pólvora o poco menos -yo el primero-, viendo que la rivalidad entre rusos y norteamericanos -y sus aliados respectivos- nos deparaba a los españoles una oportunidad histórica de sacudirnos la hegemonía anglosajona en un mar que nos corresponde a nosotros mas que a ellos por derecho propio. Y en lo que nos ampara tanto la historia como la geografía. Y es que en la nueva era en ciernes de navegación transcontinental, Gibraltar ya no es el escollo insalvable que siempre fue -a seguir a Trafalagar- como el mar del Norte también habrá dejado de ser propiedad exclusiva de los angloamericanos (como lo sería desde los tiempos de la Armada Invencible)

Y eso es lo que viene a anunciarnos de golpe a los españoles la travesía de la Flota rusa rumbo a Siria desde sus bases del mar Ártico con escala (prevista) en Ceuta y permitiéndose el lujo incluso de navegar siguiendo una singladura que dejaba a escasa distancia las costas inglesas, sin problemas mayores

1 comentario:

Anónimo dijo...

absurda desidia o cobardia es que felipe gonzalez entrara en nato/otan sin dar cobertura a ceuta y melilla... (¿acaso para USA, aliado de Morocco son plazas de Morocco?), mientras Gibraltar/Jibraltar sí está bajo el paraguas de Otan, en cuyo caso,si España atacara a Gibraltar para recuperar su soberanía española, España, como miembro de Nato, debería atacar a España...
Ahora, al parecer Grecia va a dejar repostar a los barcos rusos que se dirigen a Siria... Seguramente Grecia ve en Rusia un aliado geoestratégico, debido a su homologación con el Cristianismo de Moscu y frente al "enemigo" musulmán, en este caso turco...