Cher Monsieur Fernandez-Krohn, votre vie parait-il, est toujours pleine de surprises et d'aventures. Maintenant vous vous occupez de questions de l'Holocauste, et vous connaissez l'évêque Williamson. Il devrait être permis, je pense, de dire que les arguments quant à un certain événement historique ne sont pas suffisants et je m'abstiens d'un jugement apodictique, car ça appartient dans le domaine de liberté de conscience dont les résultats ne peuvent pas être punis. Mais l'auteur peut se faire ridicule en maintenant p.e. que les arguments pour l'existence de la Première guerre mondiale comme telle sont insuffisants. La question est, si la même considération serait valable pour le génocide des Juifs, l'Holocauste. Je pense que ce crime est prouvé par beaucoup de témoins mais néanmoins, il n'existe pas la même certitude que concerne les faits de la Guerre mondiale. Le nombre de victimes fut réduit, par une institution officielle, de quatre millions à une million et demie, et des experts bien connus mentionnent des nombres assez inférieurs. Si le père Williamson n'avait constaté que cette incertitude dans des détails importants, il aurait fait une chose méritoire; mais s'il avait nié l'existence de l'événement en raison de ces incertitudes, il se serait fait ridicule, mais il ne devrait pas être puni, si les juges ne veulent pas détruire les fondements d'une société libre. Vous avez été puni mais a cause d'un fait réel. Concernant le refus de l'admission au doctorat, sa légitimité dépendrait en Allemagne, du caractère et de la rigueur de la peine; si vous aviez caché le fait, le refus aurait été obligatoire. Mais j'espère que vous gagnez assez d'argent par votre travail de traducteur et qu'il vous fait plaisir de d'écrire des blogs ".../..."
(Extractos de una carta del profesor Nolte, acabado de fallecer, al autor de este blog en el marco de una correspondencia entre los dos que se prosiguió espaciada por veces pero ininterrumpida durante veinte años, y que conservo en mi poder. El historiador alemán respondía así a una carta mía anterior en la que me hacía eco del caso Williamson, el obispo tradicionalista inglés que fue victima de persecución judicial en Alemania y de expulsión de la Argentina a raiz de sus declaraciones a una cadena de televisión sueca sobre el Holocausto judío, y con el que yo había coincidido mis años del seminario de Ecône. Nolte comentaba también la prohibición de la que me vi objeto -al cabo de dos años de esfuerzo y de dedicación- de proseguir mi trabajo de doctorado en la Universidad Libre de Bruselas, que acabaría publicando en forma de libro en español, "El padre falangista de Francisco Umbral", cuatro años mas tarde. Es obvio que en la medida de exclusión aquella en contra mía a la que Nolte se refiere, no se hizo la menor alusión a mi pasado judicial (ya antiguo para entonces) ni en Portugal ni en Bélgica. Ni yo estaba obligado a mencionarlo tampoco. Algo de notoriedad publica además, por lo que me vería objeto de linchamiento periódico en los medios belgas desde 1993)
Me llega con retraso de unos días la triste noticia -publicada con retraso pero con gran realce en los medios de lengua francesa y de primera mano en cambio pero en la atonía e indiferencia generalizada, por la prensa española- del profesor Nolte, historiador y académico alemán de renombre, que fue mi amigo, y con el que mantuve de antiguo una larga correspondencia. Le hizo mundialmente celebre si todavía no lo era su articulo retumbante publicado en 1986 en el diario “Frankfurter Allgemein Zeitung”, el más influyente y difundido en la prensa de lengua alemana, "El pasado que no pasa", sobre la historia alemana contemporánea en relación con la Segunda Guerra Mundial, que dio inicio a la llamada "querella de los historiadores (historiker streit)", de la que saldría ganador en un plano académico (él y los demás historiadores integrantes del bando revisionista que Nolte encabezaba) y en la que obligó nota bene a retractarse a Habermas, de la escuela de Francfort, ídolos del PSOE y de la izquierda española- pero condenado al ostracismo y al linchamiento periódico en los medios a partir de entonces. No fue óbice que en el 2000 se vería galardonado con el premio Konrad Adenauer, por una fundación cercana a la CDU/CSU, la entonces dirigente aquella formación, Angela Merkel se negó no obstante -por un puro calculo político- hacerle entrega del galardón personalmente. Y pese a su talla intelectual y a su reputación innegable por polémica que fuera, Nolte se habrá visto durante mas de cuarenta años enterrado en el olvido mas absoluto en la Universidad española . Símbolo (triste) de toda un época, y del siniestro total de las universidades españolas (de antes ya de la muerte de FrancoDecía un escritor de izquierdas -y colaborador habitual de antiguo del diario El País- de cuyo nombre prefiero no tener que acordarme,salvo si así se me pidiera (por las buenas), que cuando alguien de nuestro entorno muere, toda una época con la que le vimos asociado en vida se hunde con él también un poco más en el pasado nuestro.Y la muerte de Nolte con el que mantuve desde la segunda mitad de la década de los noventa cuando empezaron en Bélgica -donde residía dese hacía casi diez años- mis sinsabores judiciales, acompañados (periódicamente, como un ritual) de mi linchamiento en los medios, me embarga ahora de un hondo sentimiento de melancolía, de no haber llegado sobre todo a conocerle personalmente, él que tanta empatía -y coraje también- supo mostrar prestándose a mantener correspondencia con alguien que iba de paria internacional por la vida y lo sigue yendo un poco.
Melancolía igualmente de la fatalidad -del Hado de los antiguos- que no me habrá dejado tiempo de escribirle una última misiva cuando estaba a punto de hacerlo (mi palabra) tras un largo silencio entre los dos, debido sin duda en parte a su edad avanzada y a su estado de salud delicada, como lo ilustra el lugar de su fallecimiento en Berlín lugar de su residencia principal, en pleno mes de agosto, cuando Nolte acostumbraba a pasar las vacaciones de verano con su esposa en la isla de Mallorca. Nolte era alemán, católico alemán, de la Renania, una de las zonas (de frontera religiosa) en el área geográfica de lengua y cultura alemanas que guardó para el catolicismo la Contrarreforma de los siglos XVII y XVII en la que los españoles tuvieron un protagnismo tan destacado. Y sin duda ese detalle de su biografía todo menos anecdótico influyó no poco en la relación epistolar que mantuvimos durante tantos años.
Digo que Nolte era católico y me apresuro a precisar -si no a rectificar- católico bautizado, porque de sus convicciones intimas en materia de religión nunca tratamos en nuestra correspondencia. Sí en cambio (detalle todo menos trivial también), en los rpimeroos tiempos de nuestro intercambio epistolar, allá por vuelta de 1996, me envió -con el propósito de que yo le tradujera algunos de sus capítulos al francés-, su obra sobre Martín Heidegger del que fue alumno en la inmediata posguerra (y ya en las últimas semanas de la guerra) Y en esa obra recuerdo que se recogía el dato tan poco trivial también que Heidegger dejó dispuesto en su testamento el que no figurase cruz ninguna sino una estrella -un lucero (de cuatro puntas)- sobre su tumba.
Nolte se libró del servicio militar y de verse movilizado durante la Segunda Guerra mundial al contrario que tantos jóvenes de su edad (y mucho mas jóvenes que él todavía, en las unidades de defensa civil) no por razón de miopía como yo siempre lo pensé sino por un malformación en una mano, algo que yo ignoraba. Lo que da sin duda una clave de la energía y de la fuerza de carácter tan extraordinarias -común a muchos otros con los que la natura no se anduvo con contemplaciones (como quien dice)- de la que daría muestras en su trayectoria tan fuera de lo común y tan brillante. Las tesis fundamentales de Nolte son bastante conocidas aunque tal vez un poco menos divulgadas en España que en otros países, lo ye tiene un explicación a mi juicio primordialmente en clave guerra civilista (de la guerra civil interminable) Spain is different.
En mi reciente libro las recojo sucintamente por mor de brevedad y de claridad didáctica, en particular en todo un apartado (“Nolte sobre 'el crimen asiático' y el holocausto/judío”) (óp. cit. pp. 363, 364) el capitulo que dedico a los españoles de ascendencia germana entre los que me incluyo y confieso que me habrá servido a lo largo de los años de referente en esa polémica sobre la Segunda Guerra Mundial de aguas tan profundas (y peligrosas) y me habeá salvado de haberme zambullido a ojos cerrados en ella con lo que me hubiera visto marcando el paso trzs unos grupos en los que siempre me senti (de instinto) persona non grata, tanto en España como en Bélgica, por lo que fuera. Con la salvedad -nobleza obliga el mencionarlo- del librero Pedro Varela que me honró con su hospitalidad poniendo a mi disposición la sala de conferencias de su librería hace unos meses, durante la visita que les hice en Barcelona, antes pues de que se vieran blanco de nuevo de persecución descarada por parte de las autoridades municipales -en la órbita de la alcaldesa Colau- de la Ciudad Condal, que mandaron tomar por asalto al librería, confiscaron sus libros (mas de viente mil ejemplares) y la precintaron hasta la fecha.
En España -alguno de los que aquí me lee tal vez se acuerde- Nolte fue intelectual mimado de los indignados españoles de mayo del 68 -y de un poco antes también- que le tenían (me acuerdo perfectamente), de referente principal en materia de fascismo y de nazismo. El idilio no obstante duraría poco, y sin duda se vio roto a raíz de la agresión de la que aquél se vería objeto en la Universidad Libre de Berlín de la que era docente a finales de los sesenta a manos de estudiantes “enrabiados” lo que le llevó a patrocinar la fundación de una liga de profesores alemanes contra el terrorismo (sic) de grupos ideológicamente fanatizados (sic) en la universidad. Cualquier parecido con la realidad universitaria de la España entonces -doy fe de ello- “pura coincidencia” (…) Y ello explica sin duda el poco eco que su muerte habrá tenido en España por no decir nulo sobre todo en las universidades españolas.
Nolte era una reliquia de un mundo académico y universitario de por cima de los Pirineos que no se atrevió nunca a marginarle del todo ni a arrojarlo de su seno, pero que le sometió a un ostracismo y censura rigurosos sobre todo fuera de Alemania. Y con la excepcion de Francia donde se le empezó a divulgar y a conocer y a pareciar justo después de yo conocerle. Se diría no obstante que a su muerte su memoria renace en el recuerdo como el Ave Fenix de sus cenizas, tal y como lo ilustran las necrologías cargadas de elogios que le habrán dedicado las medios mas influyentes en lengua alemana (Frankfurter Allgemeine Zeitung, Die Welt, o el suizo Neue Zurcher Zeitung, de Zurich) O las menciones escuetas con ausencia del menor reproche que le reserva a la hora de su muerte la prensa francofona (de izquierdas)
Y también la aprensión con la que habrán recibido aquellas ciertos medios ideológicamente hostiles a la figura del historiador ahora fallecido, que no dejan de señalar y recordar ahora la influencia y el prestigio in crescendo del que Nolte y sus tesis históricas viene gozando en ciertas formaciones en auge en la Alemania de hoy, defensores de posturas identitarias en reacción a la crisis de los refugiados (y a la amenaza rampante de la invasión inmigrante silencios) ¿Están cambiando las cosas en Europa y en sus universidades? ¿Signo de los tiempo -preñado de esperanzas- este renacer póstumo de Nolte, mi viejo amigo? ¡Vivir para ver fantasmas míos!
1 comentario:
https://europa89.wordpress.com/2016/08/18/muere-a-los-93-anos-el-historiador-aleman-ernst-nolte/
ABC, de Madrid y LA NACION de Buenos Aires, informaron sobre la muerte de Ernst Nolte.
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