Concentración de apoyo a Erdogan ayer lunes en Estambul, en vísperas de la visita del presidente turco a San Petersburgo. Al lado de la efigie del mandatario turco, la del padre fundador de la Turquía moderna, Kemal Attaturk -aborrecido por las corrientes musulmanas integristas-, las dos únicas admitidas en el acto. Y en un mar de banderas turcas, sin pancartas. Esas habrán sido la condiciones mayores impuesta por dos otras grandes formaciones políticas turcas -la izquierda laica y los nacionalistas (antiguos lobos grises)- que tomaron parte en la concentración (en la que sus lideres también tomaron la palabra) ¿Un Erdogan fortalecido o debilitado tres semanas trascurridas desde el fracaso del golpe? Un país como sea inmerso en una grave crisis interna, lo que parece llamado a absorber la atención de su mandatario supremo, y augura de una disminución más que significativa de la intervención turca en la guerra en SiriaComparaciones odiosas. No es óbice que los turcos son a los rusos como los marroquíes -y si se me apura un poco también argelinos y tunecinos- lo son a los españoles. Pueblos vecinos limítrofes que arrastran (o arrastramos) un complejo reciproco (e inmemorial) de amor y de odio, que hace que en nuestro caso nos sintamos más o mucho más cercanos a los vecinos del otro lado del Estrecho que a otros pueblos con los que aquellos se ven hermanados por los lazos de la lengua, de la raza y de la religión, o al menos estos últimos -sirios, palestinos, jordanos, irakíes- así les ven tan a menudo aunque no estoy seguro que sea del todo reciproco.
Eso es desde luego lo que un palestino miembro de una facción disidente de la OLP de Arafat me aseguraba una vez y otra también en los raros encuentros con él, que me prodigó la cohabitación forzosa -en los ratos de recreo- con los distintos reclusos tal y como me imponía el reglamento carcelario en la prisión portuguesa (de máxima seguridad) de Vale de Judeus donde permanecí durante dos años y varios meses preso (de julio del 83 a noviembre del 85) tras haber permanecido más de un año -preso preventivo- en la Penitenciaría de Lisboa ("rua marqués da Fronteira") hoy hace mucho desaparecida.
“Desde el Irak hasta Marruecos todos somos hermanos, iguales”. Eso es lo que aquél palestino -en un chapurreo de inglés- me decía con gran énfasis, acompañándolo de toda clase de gestos y ademanes, pero yo no me lo creía del todo, y el contacto con unos y otros a lo largo de los años trascurridos desde aquella experiencia tan crucial de mi vida, así me lo habrá confirmado. Hay una Hispanidad sepultada bajo tierra es cierto en el Norte de África, a la que sin duda aludía Ramiro de Ledesma con una frase que retuve de uno de sus libros que dedicaba a esas tierras del otro lado del estrecho, “donde están enterrados -escribía- tantos sueños y tanta sangre de españoles”
Si se le añade a francofonía de los países limítrofes con Marruecos (y de ésste también) como Argelia y Túnez y las huellas y vestigios -innegables- de la presencia colonial francesa más longeva (aunque no más antigua) que la española en esa zona, eso explique tal vez en el fondo que las primaveras árabes no siguieran prendiendo -como un reguero de pólvora- de este lado del Mediterráneo -el Magreb-, e incluso en Túnez por donde empezaron, se dieran solamente en versión “light” en comparación con lo que iría a ocurrir en países limítrofes situados más al Oriente -léase el Machrek (Levante en árabe)-, a comenzar por Libia considerado puente geográfico -y sin duda cultural- entre una y otra zona del mundo árabe.
Orán, “la ciudad mas europea de Argelia”, que hace honor a esa leyenda en vistas de su centro urbano (como en la foto) que dan cuenta de ese sello inmarcesible tantas años, décadas, ya transcurridos desde la Independencia. El Magreb (Poniente en lengua árabe) comparte lazos culturales y de civilización innegables con Europa y en particular con las dos naciones que le dan vista en la otra orilla del Mediterráneo. Mutatis mutandis, lo mismo se puede decir de Rusia y de países que la circundan de lengua y etnias turcas y confesión musulmana. ¿Sólo se habrá hablado de economía en el encuentro en la cumbre de san Petersburgo (entre el mandatario ruso y su homologo turco)? Eso no se lo cree nadie. Siria y su guerra civil a todo arder, tema mayor del encuentro sin duda alguna.Y ese mismo sello de civilización perceptible de este y del otro lado del Mediterráneo, en sus diferentes versiones francesa y española comparable mutatis mutandis al que comparten los rusos con otros pueblos o bien limítrofes, o bien habiendo formado parte del antiguo imperio de los zares, en especial con los turcos, y otros pueblos con ellos asimilados. Y ese es el telón de fondo histórico y cultural que habrá presidido el encuentro hoy martes (nueve de agosto) en San Petersburgo -antigua capital imperial y residencia de los Zares- entre el ruso Putin y el turco Erdogan, en donde habrá gravitado de cerca la guerra en Siria a todo arder las hora que corren, con las brasas todavía humeantes además del fracaso del putsch hace tres semanas en Turquía. “La llamada de Putin representó mucho para mi psicológicamente", habrá declarado a raíz del encuentro entre ambos el mandatario turco. ¿Algo mas que simples muestras de cortesía y de agradecimiento en esas declaraciones del mandatario turco?
El rumor persistente no habrá dejado desde luego de hacer la ronda desde el fracaso del putsch que este sólo pudo verse abortado gracias a la llamada de alerta de los servicios secretos rusos horas o minutos antes de desencadenarse el golpe. Si así fuera, está claro que el dato deja traslucir las circunstancias particulares en extremo en la que habrá transcurrido el encuentro en la cumbre entre el mandatario ruso y el mandatario turco, y brinda al tiempo una clave de interpretación a esa frase de Erdogan sobre la llamada del mandatario ruso como algo mas que simples palabras de ánimo o de consuelo en el plano psicológico. Como sea, es un escenario no sin analogías con la ida a Canosa -del emperador alemán durante la guerra de las investiduras- el que habrá acompañado la visita a Rusia del mandatario turco, visiblemente debilitado en el plano político.
Así parecen desde luego deducirlo ciertas analistas comentando en la prensa (francesa) de hoy la gigantesca concentración -de mas de un millón de personas- de apoyo a Erdogan en Estambul bajo el singo de la unidad como lo ilustran el que solo se viesen banderas nacionales turcas, o el detalle (poco trivial) de la participación en el acto de otros dos grandes formaciones de la vida política turca -la izquierda laica y los nacionalistas (herederos y descendientes de los lobos grises)- y la intervención en la tribuna de sus lideres, sin más retratos o efigies que el de Keaml Attaturk (signum magnum) que presidia la concentración de lo alto (como así lo habrían exigido las formaciones concurrentes mas arriba mencionadas)
¿Sólo hablaron de economía los dos mandatarios? A otro perro con ese hueso. Porque esta claro que la guerra en Siria haba dominado la leyenda de ese encuentro en la cumbre. ¿Los kurdos paganos del cumbre ruso/turca? Asi se insinúa en la prensa francesa de hoy. Ese seria -a juicio de ciertos analistas- el precio a pagar para que Erdogan acaba por tragarse la píldora amarga de la supervivencia (política) de Assad que los rusos a todas luces -¡oh manes de los grandes imperios!- no parecen dispuestos a dejar en la estacada
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