miércoles, julio 01, 2015

MORDAZA A LA INDIGNACION CALLEJERA ¡MI APLAUSO!

Instantánea -un tanto amedrentadora- del 23-S (operación Toma del Congreso) cundo el dispositivo de seguridad montado en torno al Palacio de la Cortes estuvo a punto de ser rebasado por la muchedumbre indignada. Durante largo tiempo después –algo de lo que dejé constancia en este blog- arrastré la sensación de haber sido yo el único en ver el peligro (insurrecciona) que corrió en aquellas horas criticas el orden institucional en vigor, el n nuestro por bueno o malo que sea. O Félix culpa! reza la biblia canónica porque hizo falta sin duda pasar por el trance tan dramático aquél para que los responsables políticos y en materia de orden público y de seguridad ciudadana salieran de su torpor -o de su optimismo- y acabaran tomado conciencia de las lagunas graves que arrastraba en ese plano el ordenamiento en vigor desde los tiempos de la transición política. Conforme a cifras que divulga en su edición de hoy el diario belga La Libre Belgique –de derecha clerical- en un artículo virulento (nota bene) contra la nueva ley, desde el 2007 (en pleno zapaterismo) hasta el 2013 se multiplicaron por diez en España el número de manifestaciones callejeras por año, hasta contabilizarse más de cuarenta y tres mil. Y las que se seguirian en los dos años posteriores. ¿Quién puede honestamente negar que España arrastra un problema de orden público sin parangón en ningún otro país de la UE (ni en Grecia siquiera)? Aunque los sondeos de opinión publica no lo reflejen o no mucho (por lo que sea)
La ley de Seguridad Ciudadana -ley mordaza (como la llaman insidiosamente sus detractores)- entró ayer en vigor sin mayores problemas como a la chita callando igual que el actual monarca sucedió a su padre el pasado año: en el consentimiento y aquiescencia generalizados de una inmensa mayoría de españoles, puesto aún más en realce si cabe por algunos actos aislados de protesta el año pasado como ahora. Cuatro gatos ayer en la Cibeles –o esta madrugada delante del congreso-, una pancarta ondeando en solitario –¿quién la puso allí y como pudo hacerlo?- en lo alto de una grúa y cuatro locas de FEMEN despotricando tetas al viento –o al sol- como acostumbran.

Aquí ya saben todos de mi postura en el tema. Sin tapujos ni dobleces en este como en el tema de los recortes y de la troika en relación con la crisis griega de lo que me explayé ayer lo bastante por si no lo había hecho en entradas anteriores. Aunque me quede más solo que la una, más todavía, y se me alejen los pocos amigos de los que podía ufanarme (en política me refiero) Así, leo ahora de pasada unas declaraciones a la prensa italiana de un diputado de Amanecer Dorado fustigando las propuestas de la UE y pregonando el no en el referéndum del domingo con lo que parece darle un cheque en blanco –en nombre propio o en de su partido- al gobierno de Syriza que tiene presos a sus dirigentes en desprecio de la ley y contra toda apariencia de legalidad democrática. No estoy de acuerdo con sus palabras, ni que decir tiene.

La indignación callejera es el gran peligro la mayor amenaza –y no la austeridad ni los recortes, ni siquiera la pretendida corrupción de las instancias dirigentes (políticas o financieras)- en los países europeos mediterráneos las horas que corren y siempre pensé hasta hoy que los griegos de Amanecer Dorado eran un antídoto –el principal tal vez- contra ella, en Grecia me refiero y también fuera de ella –y en España en particular- por los trazos tan emblemáticos que los rodean y el impacto propagandístico de su actuación en el conjunto de los países occidentales y no solo entre griegos), por sus métodos expeditivos (de limpieza) y por su enfrentamiento casi cotidiano con la violencia ácrata y anti-sistema, telón de fondo omnipresente de la protesta de los indignados griegos, visto así desde fuera, y con el prisma no obstante que nos da el fenómeno de Podemos entre españoles.
Charles Pasqua, antiguo ministro del Interior francés y destacada figura de la política francesa de los últimos cincuenta años. Sólo ahora tras su muerte se revelan trazos de su figura y de su trayectoria que dan idea de la talla y de la dimensión propiamente histórica del personaje. El 30 de mayo del 68 –casi cincuenta años que parecen cincuenta segundos solo al autor de estas líneas- fue Pasqua el artífice de la marea humana que desbordó la avenida de los Campos Elíseos en la capital francesa tras la alocución célebre del general De Gaulle –en paradero desconocido hasta aquellos instantes- poniendo así fin al mayo francés y dando un jaque mate a la tentativa de toma de poder por la izquierda (y el partido comunista) Todo un símbolo el locuaz y emblemático político francés ahora fallecido –de tanta garra en los medios- que nos apropiamos sin complejo algunos como –como lo habrá hecho (fuera de toda sospecha) Jean Marie Le Pen  en la necrológica que le habrá dedicado- frente a la indignación callejera rampante que nos amenaza. Y que nadie se extrañe ni se rasgue ls vestiduras Viniendo de alguien como es mi caso con la experiencia o experiencias carcelarias –en cárceles de derecho común- que son las mías, y esa otra experiencia no menos crucial y decisiva que fue para mí el mayo español del 68 tal y como yo lo viví y lo soporté (y aguanté) Como aquí ya saben
Me abstengo como sea de formular, que me diga de formarme –en el foro interno- un juicio más extenso y en detalle en espera de pronunciamientos más autorizados emanantes del partido griego nacionalista al que siempre profesé admiración en este blog, como todos saben. Y con la ley mordaza me ocurre igual, ya digo, más solo en mis enfoque todavía. Contra la evidencia no caben argumentos no obstante. Y los blancos primeros de la nueva ley de Seguridad Ciudadana, tal y como se deducen del propio texto legal y no digamos en las exposiciones de motivos del legislador lo son amenazas graves al orden institucional y a la paz social y la tranquilidad ciudadana como ya se presentaron y pusieron de manifiesto en el pasado reciente de los últimos cinco años.

A saber, tentativas o intentos repetidos –solo frustrados in extremis- de ocupación o de asalto al congreso de diputados, escraches, piquetes violentos en huelgas y manifestaciones, sentadas y acampadas (ilegales) en lugares públicos, y acciones estilo Green Peace que cuenta en su estrategia el desafiar la ley –de forma calculada- en el conjunto de países occidentales, o la violencia gestual (transgresora y escandalosa, de connotación sexual) del tipo FEMEN que encuentran no poco eco y audiencia mundo a través.

Sin olvidar la explotacion sediciosa de las redes sociales como ocurrió tras los atentados del 15 de marzo, lo que inspiró justo a seguir una especie de tratado o manual de guerra subversiva -con la firma de un oriundo español (Ramonet)- en el diario francés Le Monde (fuera de toda sospecha) para uso de indignados (españoles) Como lo pondrían en práctica años mas tarde en la operación (insurreccional) de Toma del Congreso (25-S) que fracasó in extremis y es lo que todavía más les escuece (...)

Generadores -todos los fenómenos que acabo de enumerar- de grave conmoción social (sic) por emplear la expresión que utilizaron altos mandos de nuestros institutos armados (de la Guardia Civil concretamente) tras la eclosión del 15-M y de la acampada de Sol y de las que se siguieron en gran número de ciudades españolas ¿Quién no suscribiría esos objetivos legítimos e indispensables en todo estado de derecho que se precie, aparte de la consabida disidencia de izquierdas o de extrema izquierda? Pues por lo que se ve, parece que si los hay: los falangistas o los que así (todavía) se denominan.

Hace unos meses, uno de los grupos que se disputan esa siglas históricas –FE de las JONS- sacó un comunicado de lo más demagógico y decepcionante por lo escueto y la pobreza de sus argumentos y lo insostenible también de sus afirmaciones en flagrante contradicción con datos irrefutables de nuestra historia contemporánea, en el que pregonaban abiertamente el derrumbe del régimen (sic) relevando así como quien dice a otros grupos de falange/atenticos que preconizaron lo mismo en los años de la transición en clara connivencia o colusión tácita o expresa con los grupos de extrema izquierda (anti-sistema)

Y ahora el otro grupo que se disputan principalmente con los primeros nombrados las siglas falangistas –el de FE/la Falange-, habrá difundo un mensaje en las redes sociales en contra de la nueva ley atacando el mayor recorte a las libertades (sic) de los últimos años, unas libertades -entre paréntesis- a los que los falangistas en su conjunto o individualmente considerados contribuyeron poco a implantar y que por lo general acabaron volviéndose  contra todo lo que tanto en el plano histórico como el ideológico representaban las siglas que aquellos enarbolaban, esa es la pura verdad, y lo demás son cantigas que llevamos oyendo –hasta el hartazgo (y la indignación)- desde hace más de cuarenta años.

Y esos falangistas protestan y se insurgen ahora contra la ley mordaza por aquello de cuando las barbas del vecino veas pelar, etcétera, etcétera. Esa es la pura verdad, son meros comparsas desde hace décadas de la violencia callejera de la extrema izquierda anti-sistema- salvo excepciones honrosas (detrás de los barrotes en algún caso mientras esto escribo)-, y saben que si el poder del estado –o lo que aún le queda- le corta la hierba bajo los pies a la indignación callejera, también para ellos se acaba la fiesta, de seguir yendo por la vida y por la calle de figurones al servicio de la superchería y de la usurpación –de siglas y de nombres y de ideales- que todos esos grupos “falangistas” sin excepción encarnan o representan.

En el mejor de los casos ya digo, en el peor se puede pensar que algunos de esos grupos mantengan conscientemente lazos consolidados (de antiguo) con la delincuencia y el crimen organizado o ciertas formas del mismo como la violencia del tipo hooligan en los estadios o la marginalidad asocial de extrarradio –a Madrid sobre todo me refiero donde esos grupos conocen mayor implantación- del tipo quinqui o merchero o entre miembros del colectivo gitano (para no andarnos con rodeos)

Si de verdad les moviera un ideal de auténtico patriotismo como tanto lo pregonan no estarían haciendo el juego y bailando el agua como lo llevan haciendo desde hace ya un buen rato (años) a grupos como Podemos y el 15-M que tanto año pueden acabar haciendo a España y a los españoles como lo que está ocurriendo en Grecia las horas que corren, suspensión de pagos, corralito, en medio de unas medidas demagógicas en favor siempre de los mismos -a saber los suyos los de su clase lo de su cuerda, una clientela de pensionistas ligados de antiguo a la izquierda y a la extrema izquierda griegas- que han acabado revelándose lo que eran, pan para hoy y hambre para mañana, que había que estar ciego para no verlo.

Otro corifeo fuera de toda sospecha (un decir) junto con el diputado de Amanecer Dorado al que aludo más arriba lo es el Frente Nacional francés (nueva etapa) de Marine Le Pen que se ha felicitado por la ruptura de negociaciones y la actitud del griego Tsipras que le merece su aplauso sin reservas marcando así el paso detrás de la izquierda francesa en el tema. Una excepción ruidosa en la atonía general de políticos franceses a la hora de denunciar la deriva irresponsable del primer ministro griego, la de Nicolás Sarkozy.

Sarkozy, aparte de mi ese cáliz. Me juré que le guardaría execración por los siglos de los siglos tras la intervención aliada en Libia que él dirigió por su cuenta y riesgo, y el desenlace propiamente macabro de la misma en la mente y en la retina aún de todos los habitantes del planeta. ¿El muerto al hoyo el vivo al boyo? ¿Lo que cayó, cayó como me decía un portugués de extrema izquierda oyéndome evocar (con nostalgia que no reniego) -en la cárcel de Vale de Judeus- al Estado Nuovo? Como sea, hay que reconocer que una vez caída Marine le Pen –del pedestal en el que la tuve durante mucho tiempo me refiero- la única alternativa enn el futuro inmediato al actual presidente socialista (horresco referens!) lo es el antiguo presidente (de deerechas), del que la prensa recuerda ahora el padrinazgo político de los que gozo de parte del recientemente fallecido Charles Pasqua.

Un símbolo mayor, de primerísimo orden, en el debate que gravita sobre esta entrada en torno a orden público y a la seguridad ciudadana el antiguo ministro del interior y veterano político francés. Pasqua, me entero sólo ahora, fue figura clave de la manifestación que llenó a reventar la avenida de los Campos Elíseos en la capital francesa el 30 de mayo del 68 tras la histórica alocución del general De Gaulle de vuelta de Alemania que dio jaque mate a la revuelta de los enrabiados de entonces –la “chienlit” (manada de perros rabiosos grosso modo en español) como los llamó (con tan buen tino) el mandatario francés- antepasados ideológicos (de otro lado de los Pirineos) de los indignados de nuestros días, tanto griego como españoles.

La historia le dio la razón a Charles Pasqua el coco de los enrabiados franceses de entonces. Contra casi todos, y en particular contra la bien pensancia de entonces tan insidiosa y desafiante como la de ahora. ¡Un aplauso a la nueva ley de Seguridad Ciudadana y a sus artífices como se lo mereció el ministro de gobernación de entonces a la Falange tras la revolución (fallida) de octubre del 34!

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