Pablo Iglesias y el nuevo alcalde de Podemos en el despacho de la Alcaldía de Cádiz presidida por el retrato de Salvochea -anarquista y judío- , en lugar del de Felipe VI (defenestrado por orden del nuevo alcalde) El desafío anti-institucional se prosigue a pesar de las protestas de acatamiento que vienen prodigando Iglesias y sus adeptos. Si no estaban claras las interpretaciones de ciertas consignas contra el régimen (sic) del 78, no creo que les queden dudas ya a muchos que estamos frente a un movimiento insurreccional que no espera más que la ocasión propicia para tirar por la calle de en medio. Un triunfo por ejemplo en las elecciones generales. Aviso a los navegantes. La Falange no era una fuerza cipaya pero se puso –sin escrúpulos ni reservas- del lado de las fuerzas del orden en la revolución de AsturiasLa prensa italiana viene hablando sin tapujos de “milagro español” desde hace algún tiempo, como lo hace Il Corriere della Sera (de Milán) en un comentario de hace unas semanas en su página financiera que me hace llegar un buen amigo italiano residente en Bélica. El comentario –una corta reseña- alerta no obstante ("a los queridos españoles") de no apresurarse a cantar victoria.
Y las nubes que amenazan con empañar el optimismo y que cree divisar el articulista italiano son sin duda las mismas que vemos muchos españoles, y no lo son tanto las fallas (sic) del modelo de recuperación económica española –que se mencionan el citado diario- sino las amenazas (reales) en el plano político que planean sobre el orden institucional y la sociedad española en su conjunto. En claro y crudo, lo son más que otra cosa (en nuestra humilde opinión) la perspectiva probable o hipotética apenas de un triunfo de la candidatura de líder de Podemos en las elecciones generales del próximo mes de noviembre.
La amenaza es real desde luego, si no por las verdaderas posibilidades de un triunfo electoral del Coletas, sí por el desafío que tiene planteado al sistema político y a la sociedad española en su conjunto. Y si dudas cabían nos las disipan todas los últimos gestos y actuaciones de pablo Iglesias y de sus acólitos.
Los tweet del líder de Podemos y de su segundo, Errejón, por ejemplo, de apoyo a Alfón el joven condenado por tenencia de explosivos y del que tienen hecho un mártir sus partidarios por la zona de Entrevías. Brillaron por su ausencia los dos dirigentes nombrados es cierto -como cualquier representante de su partido o de Ahora Madrid-, en la manifestación que recorrió el sábado el centro de Madrid en defensa del joven anti-sistema, pero eso sin duda forma parte de la táctica o de la apuesta “institucional” que habrán escogido –u obligados a aceptar- en su carrera a la presidencia.
Otro botón de muestra de actitud desafiante (anti-sistema) -el más emblemático (e inquietante) de todos sin duda alguna- lo ofrece sin duda la primera medida del nuevo alcalde de Cádiz –novio o compañero sentimental de la eurodiputada de Podemos Teresa Rodríguez- de arrumbar al cuarto de los trastos viejos el retrato del monarca Felipe VI que presidía la mesa del despacho de alcalde de la capital gaditana y de sustituirlo ipso facto por el de Fermín Salvochea, una figura (no poco estrafalario) del movimiento anarquista decimonónico, líder (fracasado) de la revuelta insurreccional cantonalista gaditana y alcalde de Cádiz durante la primera república. Salvochea, anarquista, y judío. Las cosas claras y el chocolate espeso.
Aquí ya sacamos a relucir en una entrada anterior sus lazos de parentesco con Álvarez Mendizábal –Mendes en realidad de su verdadero apellido, de ascendencia judeo portuguesa - ministro de Isabel II y artífice principal de las desamortizaciones eclesiásticas durante aquel reinado, del que también hay que destacar su ascendencia judía (portuguesa)
El hilo conductor de la ascendencia judía de ciertos protagonistas o personajes clave en los acontecimientos más sobresalientes de la historia española contemporánea en sus dos últimos siglos se habrá visto rodeado de un espeso tabú en la historiografía española en vigor, excepción hecha tal vez de una corriente minoritaria y descreditada y puesta de antiguo en entredicho…o en el Índice de libros prohibidos.
Y es que no era sólo la izquierda española la que censuraba cualquier alusión -so pretexto de anti-semitismo- en el sentido que aquí indicio, lo era también la iglesia española, celosa guardiana del dogma y de la moral y de las buenas costumbres y de la pureza y ortodoxia del magisterio impartido entre sus fieles.
El judaísmo, los judíos (antiguos) eran culpables de la muerte de nuestro/señor/en/la/cruz pero los judíos contemporáneos eran nuestro hermanos mayores (sic) en la fe, llamados a convertirse al final de los tiempos y como tales destinatarios de la promesa, una promesa aún más elevada que la que se nos tenía reservado a los católicos (de a pie) en España y en el mundo entero. Punto. Y de ahí no apeaba nadie a la santa/madre iglesia y sus ministros.
Ni siquiera el carlismo combatiente y legitimista que denunció las desamortizaciones eclesiásticas y el pecado de liberalismo –como así lo definió un clásico anti-liberal decimonónico del presbítero catalán (y carlistón) Sardá y Salvany- se atrevió ni por asomo a señalar con el dedo la influencia judía –de los judíos- en la eclosión del liberalismo español y en algunos de sus momentos históricos más importantes de los siglos XIX y XX. Como no lo hizo tampoco (nota bene) su hermano ideológico, el legitimismo francés. Salvochea era judío, Mendizábal era judío, como lo fueron algunos de los principales figuras –y padres fundadores- de la Institución Libre de Enseñanza.
Como lo fue Giner de los Ríos, de una estirpe de conversos malagueños, y como lo fue su sobrino Fernando de los Ríos, una de las figuras más influyentes –y poderosas (y acaudaladas)- de la II República española, padrino y mentor (intelectual) de García Lorca –al que consiguió becas y viajes (pagos) en el extranjero de la Junta de Ampliación de Estudios, controlada por la Institución-, destacado miembro del partido socialista y embajador de los rojos en los Estados Unidos hasta el final de la guerra. “Le ruego por favor que no me habla usted en esa lengua”, era una anécdota que oí siempre en casa de pequeño, de una camarera de origen español que se dirigió en castellano al prominente político socialista ya en la posguerra, en un restaurante de Nueva York, que aquel había escogido del lugar de refugio.
Fernando Savater –fuera de toda sospecha- le endosó delante mía al socialista granadino una ascendencia nazarita (sic) en un encuentro que tuvimos en Bruselas mis primeros tiempos de estancia aquí. Judíos -puestos a tirar de la manta, que el tiempo apremia con las elecciones de noviembre en puertas- lo son o lo eran destacados miembros del PSOE como Enrique Mújica Herzog, español nacionalizado, si no de adopción, sí de no hace mucho –como toda su familia, refugiados en España de resultas de la ascensión del nacionalsocialismo y de la segunda guerra mundial-, como Pablo Castellanos, de una estirpe –por confesión propia- de judíos conversos extremeños (de Hervás), o como Txiki Benegas –de madre venezolana de ascendencia judía-, hermano de Doris Benegas una de las albaceas testamentarias del 15-M (por no decir la principal de todas, como la madre/fundadora)
El apellido De los Ríos dicho sea de paso llama la atención de entrada en el plano de lo orígenes, y si dudas cabían me lo confirmó una conversación que aquí ya evoqué, en la Biblioteca Nacional de Madrid hace ya años con el escritor y periodista César Alonso de los Ríos con el que charlé un buen rato –en la cafetería de la biblioteca- sobre Francisco Umbral al que conoció bien y que evocó delante de mí su propio pasado de militancia en el FLP marxista –“el felipe”- en el tardo franquismo.
Y en el encuentro aquél, De los Ríos –vallisoletano de nacimiento, y de crianza como Umbral- se confesó judío sin el menor tapujo. En Castilla la Vieja lo son todos o casi todos (sic), así se expresó conmigo. Un leyenda antigua por cierto la del judaísmo de los castellanos/viejos. Y sin duda no más que no eso, pura leyenda.
Umbral la alimentó no poco desde luego en sus escritos, particularmente en sus novelas sobre la guerra civil en las que movido de su celo antifranquista real o fingido, acusaba a Franco de haber cargado las tintas en la represión anti-masónica durante la guerra y de haber protegido (en el fondo) en cambio a los judíos, particularmente en Castilla la Vieja –“los judíos de la chapinería o el cardumen" (Leyenda del César Visionario”) (p. 134)-, lo que explicaban él y otros por la pretendida ascendencia judía del Generalísimo.
Botón de muestra inmejorable de contradicción umbraliana, él, que con tanta soltura manejaba el arma temible de la acusación de antisemitismo, y tanto denostaba a los españoles (todos) por el decreto de expulsión del 92, de lo que jalonaría (a espuertas) su obra escrita igual que su trayectoria.
Verdad o mito el judaísmo de Franco, el caso es que la hipótesis se ve fortificada por no pocos testimonios –como lo recoge la obra “Franco y Sefarad” de mi amigo Antonio Parra Galindo que sabe mucho del tema (a las pruebas me remito)- pero no se le puede acusar en cambio de haber hecho el juego al judaísmo político en el plano de la política interior antes bien al contrario, y sin duda hay que haber vivido en el extranjero para calibrar bien en su justa medida el peso del judaísmo (político) en la propaganda antifranquista en curso desde el tiempo de la guerra civil española en el 39. ¿Franco judío descendiente de un tal Jusef Franco de los tiempos de los Reyes Católicos? Eso es otra historia. Pero si lo fue, sus enemigos encarnizados no se preocuparon nunca en hacerlo resaltar en su propaganda.
¿Pablo Iglesias judío? Hasta ahí no llego, me limité hasta ahora a señalar los lazos más que evidentes de Podemos y los indignados españoles –en la génesis por lo menos del 15-M- con un riquísimo banquero norteamericano de ascendencia judía húngara, Soros, en la boca del todos –en los medios del mundo entero- desde que se le acusó de echar abajo las bolsas asiáticas en el 2007, preámbulo de la crisis financiera que estallaría justo a seguir a escala del planeta. Soros pasa también por financiero y mentor principal de las (llamadas) revoluciones de colores que se sucedieron en Europa del Este y en Oriente a seguir a la caída del Muro.
Entre las cuales cabe incluir por cierto la “Spanish Revolution”, revolución morada (o tricolor/republicana) sin duda en la mente de sus autores. No endoso a Pablo Iglesias orígenes judío, sí que le endoso en cambio –como hago en mi reciente libro- lazos estrechos con el mundo de los quinquis o mercheros. ¿Judíos los quinquis mercheros? La madre del cordero, de la cuestión que habré venido a destapar en esta entrada.
Teodoro, un quinqui español -horresco referens!- con el que me vi obligado a cohabitar (¡ay dolor!) en la cárcel portuguesa (en los recreos) me llamó la atención desde luego –entre otras muchas cosas- por sus lazos con el mundo árabe y con la órbita mediterránea, con amigos y contactos en Argelia (donde se había refugiado) en Italia, Portugal, por ejemplo de los que alardeaba. ¿Judíos conversos o moriscos los mercheros españoles, el grupo o minoría étnica más misteriosa de las que componen la realidad demográfica de la España actual que algunos –y ellos mismos incluso- ven emparentados con los gitanos?
Primos hermanos de los gitanos, le oí yo al quinqui Teodoro refiriéndose a los suyos en la cárcel portuguesa. Umbral –que les conocía bien- no venía decir otra cosa. ¿Judíos o gitanos o moriscos o mezcla o mestizaje de los tres los quinquis mercheros? Se admiten apuestas. El tabú como sea –espeso, amedrentador-, se merecía el saltar por los aires. Antes de que se nos haga tarde. De que nos inunde la marabunta
3 comentarios:
Este Salvoechea caía muy simpático a los Millán Astray, padre (el director de prisiones y autor de zarzuelas), e hijo (el fundador de la Legión). El padre lo cita en sus memorias como modelo de honradez y el hijo también se refiere a él en uno de sus discursos con su característica demagogia, al hacer referencia a los doscientos primeros integrantes del Tercio de Extranjeros (la mayoría catalanes anarquistas), manifestando que los anarquistas de Salvoechea serán bien recibidos si se incorporan al bando nacional.
Saludos
Tú y tus lecciones de historia documental, Restituto, de esas de dejar marcados los dedos en la cara (es broma)
Los Millán Astray pecaban ahí de excesivamente optimistas o ingenuos por razón de fuerza mayor sin duda alguna, el anarquismo era ya un problema no sólo político sino también judicial y policial (y de orden público) a finales del siglo XIX cuando Millán Astray padre era director de prisiones, y pecó ahí de optimismo o de miopía –juzgando la figura que nos ocupa- como en el caso del crimen de la calle Fuencarral que le puso en la picota de los medios de su tiempo y que marcó también la vida de su hijo si hay que creer la opinión de algunos que dicen que se hizo militar y fundó la Legión buscando redimir el nombre paterno –y suyo propio-, en cierto modo empañado en su honra por el caso aquel.
Una cosa es frecuentar el mundo de la delincuencia y del crimen de este lado de la barrera lo que da siempre una óptica si no deforme si un poco distanciada (estarás de acuerdo, Restituto), y otra el verse obligado a cohabitar con ellos a diario (aunque fuera solo en los recreos, horresco referens!)
¿Puros los primeros anarquistas que irían degenerando o engolfándose al contacto del mundo de las prisiones (por dentro) donde los encerraban? El huevo y la gallina, Restituto. Como sea, los grandes crímenes individuales y colectivos de la guerra civil del 36 lo fueron a manos de los anarquistas. Un cordial saludo
Tienes algo de razón en el concepto de Millán Astray hijo sobre los presos. Aunque no era exactamente igual alguno podría equiparar a Millán Astray, en sus escritos o discursos, con la Carmena, cuando sostenía que muchos de los presos eran mejor que la gente que andaba por la calle, aunque el fundador de la Legión ponía tqambién su impronta característica, cuando decía que los que estaban en la calle solo harían tropelías sin arriesgar nada, cuando creían que no les podía pasar nada, por lo que la diferencia con los presos es que estos eran unos valientes y los otros eran unos cobardes.
El asunto del crimen de la calle Fuencarral (una copia deñ proceso estaba en su día en la Biblioteca Nacional y supongo que allí siga), sabes que terminó con el encarcelamiento de Millán Astray padre en la cárcel modelo por complicidad,durante `poco tiempo pues salió absuelto en el juicio subsiguiente. Como creo sepas Millán Astray -padre- acostumbraba a dejar salir de paseo (al margen de todo reglamento) a los presos, produciéndose en el caso que nos ocupa el crimen tras la salida del susodicho. Incluso se le acusaba de hacerlo por dinero, auque el alegaba que lo hacía por estar en la vanguardia de la ciencia penitenciaria y, en efecto, así lo pone de manifiesto en sus memorias donde presume de hombre liberal y, curiosamente, proclamándose muy religioso, critica la imagen inquisitorial que se daba de la religión, proclamando al estilo Castelar una religión de comprensión y perdón, defendiendo incluso el divorcio vincular.
Saludos
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