domingo, junio 14, 2015
Redención Pendiente (poesía en domingo)
Junio temprano en Bruselas.
mi alma duerme, languidece
en la tarde estival en fiesta,
maltrecha y convaleciente,
el cuerpo exhausto, rendido
¡vértigo de las pendientes!
De un combate sin respiro
de una guerra/fría en caliente
La que llevo yo rindiendo
tanto tiempo a la intemperie,
a cuerpo limpio, por mi cuenta
cubriendo yo sólo un frente,
en las redes, en los medios,
que así hice patria ¡Presente!
Que lo crucial en las guerras,
asimétricas (¡qué fiebres!)
es saber abrir frentes nuevos
cuando menos se lo piensen
-en el tiempo justo, cuando llega-,
donde menos se lo esperen,
cuando nos vemos perdidos
a merced de la corriente.
Saber dar el salto a tiempo,
La voz, el grito de muerte
(¡o acaso no lo merecen!)
Arrebatando las banderas
que ya no les pertenecen
que no supieron re izarlas
aquellos ni sus descendientes,
en una larga agonía
peor que la derrota (¡Innoble!)
Cruzar el Rubicón
¡Pirineos de mi mente!
Lo que nos pide esta hora
de tensión e inquietud creciente
O acaso no es una guerra
esa agresión permanente
en las redes, en los medios
a una España/en/paz (¿qué reviente?)
por cuenta de una guerra sinfín,
del fin de un mundo (Occidente)
que nos despierta de pronto
del ruido y el clamor de la gente,
de sus rayos, de sus truenos,
y se me hace la luz (¡qué fuerte!)
y todo lo veo claro
pasado, futuro e instante.
La Paz que empieza nunca,
o la Redención Pendiente
de un Nación indefensa
de un pueblo heroico y ardiente
que no merece morir ¡Vivirá!
¡Poesía que destruye y promete!
¡Gran Orquesta -¿yo en el centro?-
la Patria que soñé en mis fiebres!
La orquesta arranca despacio
suavemente poco a poco
a la voz de aquella estrella
un instrumento tras otro
La percusión y la flauta
el piano, y antes de él, los coros,
las cuerdas y los violines
y la música arranca a fondo
¡Y vamos ya que nos vamos
volando con ella “beodos”!
Por los aires, por las nubes
rumbo al cielo de los locos
de amor, el de los poetas
que sueñan y parlan solos,
al cielo que compartimos
tú como yo, tu devoto
Del que nunca más me ausento
Y tú en cambio ¡vergonzoso!
Un cielo de la memoria
memoria de ti amor, de tus ojos
que fusilan entre cejas
riendo o llorando a su antojo
que me emplazan y amenazan
entre risas y sollozos
Memoria de un cielo azul,
de altas cumbres azules
Donde yo soñé y tú creciste
niña tonta, “enfant terrible”
Donde te llevaré en volandas
en mis brazos, por las nubes.
A un refugio inaccesible
nido de águilas (y buitres)
Cuando tú me digas, amor
que cumplo lo que me dijiste
y lo que yo te prometí,
siempre dispuesto a partir
al fin del mundo contigo
si tú, princesa, lo pides
¡Y a batirme en duelo por ti
mi amor, sí, mi tierra virgen!
mi alma duerme, languidece
en la tarde estival en fiesta,
maltrecha y convaleciente,
el cuerpo exhausto, rendido
¡vértigo de las pendientes!
De un combate sin respiro
de una guerra/fría en caliente
La que llevo yo rindiendo
tanto tiempo a la intemperie,
a cuerpo limpio, por mi cuenta
cubriendo yo sólo un frente,
en las redes, en los medios,
que así hice patria ¡Presente!
Que lo crucial en las guerras,
asimétricas (¡qué fiebres!)
es saber abrir frentes nuevos
cuando menos se lo piensen
-en el tiempo justo, cuando llega-,
donde menos se lo esperen,
cuando nos vemos perdidos
a merced de la corriente.
Saber dar el salto a tiempo,
La voz, el grito de muerte
(¡o acaso no lo merecen!)
Arrebatando las banderas
que ya no les pertenecen
que no supieron re izarlas
aquellos ni sus descendientes,
en una larga agonía
peor que la derrota (¡Innoble!)
Cruzar el Rubicón
¡Pirineos de mi mente!
Lo que nos pide esta hora
de tensión e inquietud creciente
O acaso no es una guerra
esa agresión permanente
en las redes, en los medios
a una España/en/paz (¿qué reviente?)
por cuenta de una guerra sinfín,
del fin de un mundo (Occidente)
que nos despierta de pronto
del ruido y el clamor de la gente,
de sus rayos, de sus truenos,
y se me hace la luz (¡qué fuerte!)
y todo lo veo claro
pasado, futuro e instante.
La Paz que empieza nunca,
o la Redención Pendiente
de un Nación indefensa
de un pueblo heroico y ardiente
que no merece morir ¡Vivirá!
¡Poesía que destruye y promete!
¡Gran Orquesta -¿yo en el centro?-
la Patria que soñé en mis fiebres!
La orquesta arranca despacio
suavemente poco a poco
a la voz de aquella estrella
un instrumento tras otro
La percusión y la flauta
el piano, y antes de él, los coros,
las cuerdas y los violines
y la música arranca a fondo
¡Y vamos ya que nos vamos
volando con ella “beodos”!
Por los aires, por las nubes
rumbo al cielo de los locos
de amor, el de los poetas
que sueñan y parlan solos,
al cielo que compartimos
tú como yo, tu devoto
Del que nunca más me ausento
Y tú en cambio ¡vergonzoso!
Un cielo de la memoria
memoria de ti amor, de tus ojos
que fusilan entre cejas
riendo o llorando a su antojo
que me emplazan y amenazan
entre risas y sollozos
Memoria de un cielo azul,
de altas cumbres azules
Donde yo soñé y tú creciste
niña tonta, “enfant terrible”
Donde te llevaré en volandas
en mis brazos, por las nubes.
A un refugio inaccesible
nido de águilas (y buitres)
Cuando tú me digas, amor
que cumplo lo que me dijiste
y lo que yo te prometí,
siempre dispuesto a partir
al fin del mundo contigo
si tú, princesa, lo pides
¡Y a batirme en duelo por ti
mi amor, sí, mi tierra virgen!
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