lunes, julio 05, 2021

NIETSCHE, PASTOR DE ALMAS (2)


Adolf Eichmann, oficial austriaco de las SS. Acusado de “todos los pecados de Israel” y -tras su secuestro a manos del Mossad israelí en Argentina-muerto en la horca en Tel-Aviv, el 31 de mayo de 1962. En un reciente librito de autor francés se le describe como un protestante fiel e hijo de protestantes piadosos (y de un padre profesor de Filosofía), justificándose ante sus cuestores con la doctrina de obediencia a sus superiores y del cumplimiento del deber, de Emmanuel Kant, protestante también (antes de Eichmann convertirse al catolicismo) como lo fue él

 

En un librito –noventa y cinco páginas en edición de bolsillo- de reciente aparición, un escritor francés filosofo e ideólogo de moda por su talante polémico (bien francés) y por su incorrección, escandaliza a más no poder a la bien-pensancia con una tesis que dará mucho que hablar, amén de (mucho) hueso duro de roer a los guardianes del sepulcro, léase los que dictan y definen lo que es pensar mal y lo que es pensar o especular o discutir bien. Y es que saca a relucir nada menos que al oficial nazi –austriaco y no propiamente alemán- Adolf Eichmann para probar y fundamentar su tesis incendiaria a más no poder: que el nacional/socialismo rendía tributo y homenaje sin reservas ni complejos a Emmanuel Kant y a su doctrina filosófica (fuera uno y otra de toda sospecha) de la obediencia (sin rechistar) al poder (legalmente) establecido y a la autoridad constituida, y del cumplimiento del deber (….) Y que lo que los vencidos repetían incansablemente ante los tribunales una vez y otra también en la posguerra y en los mas sonados procesos o demandas de extradición –de Eichmann a Kurt Waldheim y Klaus Barbie, u Otto Remer (el que desbarató el complot de Von Stauffenberg)- a saber, que ellos no habían hecho más que obedecer órdenes –o cumplir con su deber-, lo veían escrito (en un alemán sin falta y sin reproche) negro sobre blanco en las formulaciones más claras y más escuetas del Imperativo Categórico. (J….!) (...)

Y el librito al que aludo se cierra a modo de colofón en una escena teatral donde dialogan a tres, Eichmann ya en capilla, Kant, y Nietzsche de convidado de piedra y de testigo de la defensa del oficial nazi, y que rompe sólo su silencio para desmentir –como quien defenestra a un ídolo intocable- al filosofo por antonomasia Kant, protestante piadoso como él (y como Carlos Marx, en versión pietista, filo/católica, este ultimo lo que se escode igual de piadosamente si nos ponemos a ver) 

Alemán de estribaciones o postrimerías el autor de la Critica de la Razón Pura y de la Razón Práctica –especie de desierto de Arabia (sic) como lo ven y califican muchos que lo dejaron de leer- de Prusia oriental, atalaya o avanzadilla del Reich –frente al desierto de los tártaros (de Europa del Este, del mundo eslavo)-, lo que explica mucho sino todo de la figura y de la gigantesca y hermética obra del filosofo que vivió –en su no menos gigantesca burbuja- sin moverse de allí (en Königsberg) Que estas líneas se pretenden no sólo una diatriba contra la bien-pensancia como lo vienen siendo casi todos las entradas recientes –y menos recientes- de este blog sino una especie de alegato pro domo o de personal ajuste de cuentas (puramente dialéctico o verbal no se olvide) contra los que se cruzaron en mi camino transitando por los circuitos o espacios universitarios (belgas), por cuenta de quien encarna cual esfinge misteriosa- mejor que ningún otro en el panorama de la posguerra- la filosofía y la dialéctica a secas, y sin el aval o el patronazgo de quien -como en un “rito de paso (o de pasaje)" que aquí le llaman-, no se nos está permitido traspasar el umbral de la inmadurez. 

Que esa es la lección y la moraleja que me merece mi tránsito por las universidades belgas y en particular el episodio (fugaz) de proyecto de mi tesis de doctorado, que me aclaró si necesidad había las ideas sin ponerme (semper idem) "en discusión": soñador (dreamer) lo fui y lo sigo siendo, aunque se me trate de niño (child)  o de Peter Pan en la corriente en alza en la America post Trump- de marca “Woke”. ¿O solamente “ellos” tienen derecho de soñar (sic) en su cielo (o en su burbuja) de ideas como el de la mente de Emmanuel Kant, o con un mundo sin clases como el de Marx, o sin ir mas lejos el de Lenin (“nadie nos podrán quitar el derecho de soñar”, dejo escrito él)? Y eso es precisamente lo que mas me seduce y me convence de la figura y de la obra de Federico Nietzsche y lo que más le mereció la diatriba de sus adversarios o enemigos, ese flautista mágico o fabricante de sueños que a tantos años ya transcurridos desde su muerte sigo despertando pasiones. 

El anti-nietzscheanismo, una pasión (sic) lo califica el librito del que me ocupo aquí. ¿Soñar a cuento y a costa de la guerra? como le acusaron sus cuestores al final de la Segunda Guerra Mundial (en Nuremberg) que ponían exclusivamente por su cuenta, de la Segunda como la Primera (¿hay quien de mas?, o como le dicen los franceses “il faut le faire!”) Es posible, pero todo se olvida y se le perdona si se le compara con la legión –de la masa de sus detractores- de los que siguen soñando como dios/manda -sueños de revancha (...)- tantos años después con nuestra (interminable) guerra civil. Nietzsche o las ganas de soñar y de vivir. O la Fe en el futuro (y que se piense lo que se quiera de mí)

 

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