martes, noviembre 06, 2018

HITLER Y LA LEYENDA NEGRA

La más reciente novela de la memoria de la División Azul, “la Blau”, -División 250-, que hizo barrer (de un soplo) en la mente del Fuhrer sus prejuicios (de nacimiento) contra los españoles. Grandes convidados de piedra -aquellos divisionarios heroicos- en la operación de reescritura de la historia de la guerra civil reemprendida (con fuerza) tras la movida en torno a los restos del Caudillo, promovida y patrocinada por el actual gobierno socialista. “Si los españoles hubieran estado de nuestro lado, no hubiéramos perdido la guerra”, hace decir el autor -catedrático de historia en la Universidad de Santiago de Compostela- a una alemana de las que en homenaje y recuerdo de la División Azul testifican en sus páginas. Eco, como un gemido como un lamento de la memoria colectiva alemana que discurre hasta hoy semisecreta y sigilosa en los hogares de allí, a la hora de los recuerdos y de las confidencias. Prenda de esperanza en el futuro, en señal de victoria. En la guerra civil española interminable y en la fase de internacionalización del conflicto de memorias antagónicas por la que aquella atraviesa ahora
La lucha por los restos, que me diga por la exhumación, traslado y nueva inhumación de los restos de Franco, no deja de hacer estragos en la sociedad española ni de acaparar la atención de los medios, prensa española y extranjera, y no se ve menos acompañada de una sutil guerra de propaganda –léase de propaganda de guerra- en lq que se mezclan por parte iguales lo histórico y lo ideológico. Y el flanco mas desguarnecido e indefenso –y a la intemperie- del primero de los planos mencionados, léase sobre Franco y el franquismo en us aspectos históricos y biográficos lo es la alianza alemana en la guerra y en la posguerra (española) -durante la segunda guerra mundial- con el espantajo de Hitler de por medio como era lógico de prever. Y un barómetro de lo que se esta riñendo en ese flanco -y también de lo que nos espera- lo son los artículos e informaciones en la prensa española sobre ese tema como lo ilustra un artículo (de ABC) profusamente documentado –al menos en apariencia- referente a Hitler y a la Leyenda Negra (antiespañola) donde en una sabia mezcla de verdades y de falsedades el lector no sabe bien al cabo de la lectura de qué lado de la balanza deben inclinarse sus preferencias. Y en lo referente a la documentación de lo que en ese articulo se expone se basan todos mis reparos en una de las principales fuentes que se evocan, las conversaciones privadas del Führer en su puesto de mando la Guarida del Lobo (Wolfschanze) en Prusia oriental durante la guerra, que todo el mundo cita al tuntún y todos a un tiempo no dejan de adjudicarle un valor –secundario, relativo- de texto apócrifo.


José Moscardó, defensor del Alcázar, con miembros de la División Azul, durante la Segunda Guerra Mundial en el frente del Este (Muñoz Grandes, al fondo y en el centro de la foto). Ascendido al generalato en la guerra civil, mandó junto con los generales Yagüe y García Valiño (sus subordinados en la operación aquella) la fuerza de cincuenta mil hombres que frenó con éxito –y al precio de pocas bajas en sus filas – la incursión del maquis comunista del Valle de Aran (octubre del 44), e hizo más de seiscientas bajas a la fuerza invasora enemiga. Última batalla (“prolongation”) -que duró varios días- de la Segunda Guerra Mundial, (digan lo que digan Stanley Payne y Pío Moa, y los de su cuerda, anglófila y anti-alemana) que garantizó la independencia de España y su integridad territorial, bajo la amenaza aliada (de una gran invasión) Y hay que recordar tanbién que tras el desenlace de la batalla aquella (el 19 de octubre) vino una orden de desarme del maquis por el general De Gaulle. Dicho sea -y que me perdonen mis amigos y camaradas franceses- en homenaje de agradecimiento, y en su honor
El tema racial primer punto de la diatribas del Führer, que era a la vez tema central de la Leyenda (negra) la cual no dejaba de ser a su vez uno de los puntos capitales y dominantes de una propaganda de guerra, en las guerras de religión (léase de la guerra de Flandes), y de sus panfletos de combate como la Apología de Guillermo de Orange que es el verdadero origen de la leyenda aquella. Los españoles –conforme ella reza- somos un pueblo mestizo (sic) de godos (o góticos) y de francos por un lado y por el otro, de moros, de moros y también (aunque Hitler no lo dice porque no lo podía decir en aquel momento y en la situación aquella), de judíos. De eso a “los Germanos y Bereberes” de José Antonio o del último-José Antonio que me diga, no hay, a decir verdad, más que un trecho. Como no lo hay tampoco hasta el racismo subliminal –y antiespañol- de tipo histórico que tenemos que sufrir y soportar (ay dolor!) -en los lances más señalados como en la vida de todos los días- los españoles que nos expatriamos por cima de los Pirineos (en países, no como España, fuera-de-toda-sospecha) Y es porque no es más que lo que se enseñaba el siglo antepasado por cuenta de la antropología -ciencia nueva en loas ámbitos universitario y académicos en la Europa de aquel tiempo de liberalismo decimonónico (no se olvide) fuera (también) de toda sospecha- para lo que lo español, no dejaba de ser un problema (sic) histórico o antropológico (léase racial), como aquí lo estamos viendo. Todo eso -y mucho más-, mucho antes de la aparición de Hitler y de la eclosión del nacionalsocialismo.
Portada en reedición muy posterior de la novela celebre de Emilio Romero con el telón de fondo histórico de la lucha contra el maquis que el autor califica en ese libro de ultimo coletazo (sic) de la guerra civil española. “Pasada nuestra guerra, el toro estaba en la plaza y había que lidiarlo”, escribe el autor en un frase sumamente críptica: la guerra civil (del 36) no se terminó el primero de abril del 39, es lo que a todas luces parece querer decir. Argumento de más de los que opinan (como yo) que aquella se fundió (o “prolongó”) en la Segunda Guerra Mundial. Lo que explica además, la voluntad fanática del actual gobierno de internacionalizar a todo precio el conflicto de memorias que ilustran una vez más sus designios de exhumación y traslado de los restos de Franco del Valle de los Caídos
Por eso -y mucho más- hay que relativizar el pretendido racismo antiespañol –otra de las variantes del racismo nazi/alemán- del Führer, igual que sus opiniones negativas sobre nuestro pasado histórico que no deja de alistar cuidadosamente y todo menos inocentemente el articulo que aquí nos ocupa. Y echarlo todo ello por cuenta del bagaje histórico ideológico y cultural y religioso que arrastraba el nacionalsocialismo y que les venía –en línea recta- de la Prusia protestante, en un prisma bávaro católico/alemán y me explico. Una de las facetas mal conocidas y peor estudiadas del nacionalsocialismo y de la biografía de su fundador lo es la de la religión o para ser exactos, el dato (insoslayable) de su política/religiosa. Y lo aclaran suficientemente u ofrecen de ello una pista más que valiosa, los contactos de Hitler joven -aún en su etapa de Viena-, con el movimiento de los Católicos Alemanes –y su líder Von Schönerer- que hacían compatible su catolicismo con su pangermanismo no menos hondo en ellos y el homenaje en el plano histórico y racial e ideológico al menos- que, por vía de consecuencia rendían ostensivamente a la Prusia protestante. Lo que explica la sombra inconfundible –de cisma o de cismáticos- que arrastraría para la posterioridad ese movimiento y su fundador, mencionados explícita y más que elogiosamente –dato todo menos trivial- en las paginas del Mein Kampf, y que hacía presagiar de la ruptura canónica que ese movimiento siempre bordeó y que al final sin duda se consumaría (…) Y ese lado protestante o filo protestante del movimiento nazi se explica sobradamente por el pasado alemán de los últimos siglos jalonado por las guerras de religión, a saber las guerras de Flandes que lo fue de forma más clara y emblemática que ninguna otra, y las que lo fueron de forma velada o camuflada solamente –por lo menos en el área geográfica y cultural alemán- como fue el caso de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) y otra más reciente, y más viva y presente en la memoria histórica del nacionalsocialismo, sobre todo durante la guerra y a medida que se acercaba su fase finl (tal y como lo reflejan las páginas del Diario de Goebbels, in crescendo en sus ultimas paginas), la Guerra de los Siete Años (1754-1763)–primera guerra total de la Historia, gran desconocida de los escolares españoles, y gran ausente en nuestra historiografía, y también en nuestra literatura como en nuestro periodismo de tipo histórico- que enfrentó al Imperio católico de los Habsburgo –aliado histórico fiel de la España católica- contra la Prusia protestante y su aliada principal, la Gran Bretaña, nuestra gran enemiga histórica. De ahí –sin necesidad de mayores explicaciones o abundamientos- le venía al Führer la hispanofobia, o mas exactamente los prejuicio antiespañoles que respira la Leyenda Negra.

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