miércoles, mayo 30, 2018

PSOE PARTIDO DE LOS LADRONES

Luis Bárcenas y Serge Dassault (ver foto), Serge Bloch de su verdadero apellido: comparaciones odiosas entre el banquero español y el magnate de de la industria aeronáutica militar en Francia (Mirage, Rafale etcétera, etcétera) -de origen judío alsaciano de un lado, y por otro, de una de las mas grandes fortunas judías del Imperio otomano. Su muerte le habrá valido un aluvión de elogios y ditirambos en los medios franceses que no ocultan no obstante sus problemas judiciales, acusado y condenado por compra de votos, financiación ilícita de campaña electoral, y blanqueo y fuga organizada de capitales en paraísos fiscales del extranjero- “Decenas de millones de euros expatriados durante mas de quince años”, sin condena definitiva, en fase de recurso en el momento de su muerte. Sin mayores problemas. Sin crisis ministeriales y sin votos de censura ni campañas de acoso y derribo ni histeria anti-corrupción en los medios. Spain is different. Y más diferente todavía la izquierda española. ¿Factor o elemento diferencial entre los dos países vecinos? La guerra del 36 que dura todavía.
España de nuevo en la encrucijada. Y no sé bien –lo confieso- como enjuiciar y analizar la situación por la que atravesamos. Me negaría no obstante a mí mismo si no dijera que algo más fuerte e imponderable que yo me impulsa a darle a la tecla, a toda prisa ¿Una conciencia de encontrarnos otra vez –como en los días (aciagos) del pacto de San Sebastián- en la encrucijada de todos los peligros y todas las incertidumbres? El fantasma guerra civilista que parecía ahuyentado regresa con mas fuerza y vigor que nunca, en la persona (dramática) -de drama o más bien de tragedia (y farsa) capciosa e - de Pedro Sánchez dispuesto a lo que sea aunque se hunda el mundo y España en primer lugar –que ¿qué mas les da a los descendientes ideológicos (y mas que eso) de los rojos del 36 el que se pierda Cataluña, que me diga el País Vasco y Cataluña que en el fondo es lo que (más) está en juego en esta moción de censura?

El desafío es de orden ideológico en apariencia y en el fondo y en lo mas hondo esconde un dilema innegablemente moral como ocurría en las elecciones que siguieron al Once de marzo dominadas por la cuestión de conciencia –y melindrosa en extremo a fuer de capciosa e insidiosa - de la intervención española en la guerra del Irak planteada y aventada sobre todo por la postura –no poco demagógica- de pacifismo radical de un Juan Pablo II, que había abogado no hacía mucho por bombardeos humanitarios (sic) en la guerra de los Balcanes. Que a él y no a otro le debe su triunfo en las urnas José Luis Zapatero. Y ahora el debate discurre en torno a una cuestión de pura moralidad otra vez, la cuestión envenenada y enrevesada en extremo de la corrupción, en la que la izquierda militante –y guerra civilista- habrá encontrado un filón inagotable de votos y de influencias –en la clase política y en los medios- que están a punto de hacerles ganar lo que hace mucho que tenían dado por perdido, el poder político y más grave y transcendente e imponderable e ineluctable aún, la revancha histórica en la guerra civil interminable que todavía dura. Gracias o por culpa de ese auténtico culebrón de la Gurtel –el nombre alemán de rigor en materia de demonización o de culpabilización política, que procede en el mundo y en la España de la posguerra (democrática). Gracias al cual un partido de ladrones –vox populi vox dei- que así estaban vistos antes de la guerra civil –como lo reconocía implícitamente José Antonio que por razones sentimentales no quería (erradamente) verles caer en su articulo memorable “Carta a un camarada que se queja que F.E. no es suficientemente duro”-
Alejandro Lerroux, víctima política principal del escándalo del estraperlo –del nombre de los judíos Strauss y Perlowitz que introdujeron (mediante el soborno) en España la ruleta fraudulenta- que echó abajo el gobierno (radical/cedista) de centro/derecha y trajo por vía de consecuencia al Frente Popular (en febrero del 36) que desembocó en la guerra civil española. Los pueblos que no aprenden de la Historia están condenados a repetirla. Léase, a repetir los mismos errores, como el de Falange española y de su fundador –los que reconoce Pío Moa- que contagiados de la histeria anti-corrupción –como la que vivimos ahora- se dejaron arrastrar en la maniobra parlamentaria de la izquierda. Guerra civilista. Como la de ahora
Ladrones (de casta) y bandidos –y delincuentes, organizados y convenientemente infiltrados en la magistratura- “versus” niñatos golfos –y frikis y pijos (de derechas)-, el dilema dramático que arrostramos los españoles las horas que corren. Un partido de ladrones como digo que consigue gracias a ese culebrón erigirse en jueces de moralidad en la política española ante los ojos absortos y el hondo malestar y el sordo resentimiento de muchos entre los que me encuentro. Signo de los tiempos como sea, porque después de todo, otros ya habrán marcado –de puertas afuera-la pauta a los acontecimientos que amenazan de sucederse en España ahora. Francia por ejemplo y me refiero al sonado caso de Francois Fillon donde una operación bien conjugada y orquestada –en los medios y en los tribunales- de acoso y derribo como la que presenciamos en España ahora, dio el traste con la candidatura favorita (de lejos) en los sondeos, del candidato de la derecha Francois Fillon al que consiguieron poner en la picota, emplazándolo por motivo de moralidad léase de moralidad política, o de delito de lesa igualdad-, sin la ley ni la jurisprudencia siquiera en la mano, so pretexto de los empleos (perfectamente legales) supuestamente ficticios (y jugosamente retribuidos) de la mujer y de los hijos del candidato de la derecha.
Agustín Aznar, jefe de la Primera Línea de la Falange que dirigió el asalto de los almacenes de SEPU (15 de marzo 1935), por haber despedido a unas miembros (o miembras) del sindicato falangista, y `por instigación del diario Arriba contra los judíos de SEPU. En lo que no erraban, eran sus directores, dos empresarios suizos, Henry Reisembach y Edouard Worms, de ascendencia judía
Con argumentos de una moralina (democrática) inconfundible, que resuenan en nuestros oídos parecidos al reproche social (sic) que echa ahora en cara a Rajoy la nueva inquisición anticorrupción/financiera. De todo lo cual surgió como conejito mágico o milagroso de la suerte el actual presidente francés Macron, del que se puede decir que su parecido con Albert Rivera -que algunos ya llaman el Macron español- no sea más que pura coincidencia. ¿Corruptos (sólo) Rajoy, el PP, por delito de lesa igualdad, y de lesa bien/pensancia y de lesa democracia? Unos sapos y culebras gordos por demás, que nos negamos a tragar, tras vencer primero (confiteor) miles de escrúpulos y reticencias, y es porque vemos en juego la estabilidad y la paz y el orden y la convivencia ciudadanas amenazadas por la desmembración territorial inminente –en el País Vasco y en Cataluña- y por el enfrentamiento guerra civilista, léase el reencenderse de la guerra civil interminable, como lo ilustra-. la propuesta –como un buque insignia de la nueva legislatura caso de triunfar la moción de censura- de sacar a Franco del Valle de los Caídos que nos suena a muchos –y apostamos sin miedo de fallar como a la mitad de los españoles (a creer lo que en su ultimo libro dej sentado Francisco Umbral)- como un desenterrar del hacha de guerra, de la guerra civil interminable, en la doble línea de frente, de España y del extranjero. España ante el gran dilema. El PSOE igual que ayer, o las lecciones de moral del partido de los bandidos y de los ladrones
Mitín de Fillon en el Trocadero durante la campaña electoral francesa que consiguió llenar pese a la (escandalosa) campaña en su contra en la magistratura y en los medios, que consiguieron dar cuenta no . obstante de él en las urnas. Casos Gurtel y Fillon, comparaciones odiosas. Botones de muestra del resurgir de una moralina democrática –hipócrita a fuer de puritana, e insidiosa- tras la fiebre anticorrupción/financiera en plena erupción los días que corren –como en la Revolución Francesa- e ilustración, a modo de refugio o tapadera, del hondo malestar que amenaza las sociedades occidentales: de un mal de civilización, de la civilización europea, amenazada e hipotecada en un futuro a corto y largo plazo –como lo advierte y denuncia Nietzsche en el Anti-Cristo- por un fenómeno de (auténtica) corrupción –a nivel física y espiritual, de cuerpos y de espíritus, de inteligencias y voluntades- propia al judeo-cristianismo, enemigo mortal e irreductible de la civilización clásica antigua, de la que nacieron (nacimos) todos los grandes países occidentales. Al pan, pan y al vino vino: más corruptos, cuanto más judeo-cristianos. De una corrupción espiritual (que no “financiera”)
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