Una muestra insólita, excepcional (la de la foto) de nudismo escultórico en la ciudad de Bruselas, que se exhibe en una de sus principales avenidas. Sin la crudeza (un tanto impúdica) que ofrece la dedicada al filo/anarquista Francisco Ferrer, a la entrada de la Universidad Libre de Bruselas (ULB) El único -ese español/catalán guerra civilista- a poder mostrar (post mortem) sus testículos al viento en la capital de la UE. Nudismo para españoles, que no para belgas, la glosa que se merece esa anomalía. Nunca vi nudismo en publico en Bélgica, los treinta años que llevo aquí residiendo. Ni en sus playas ni en sus piscinas. Nudismo (español) guerra civilista, para uso y consumo de españoles como el que amenaza de invadirnos ahora a los madrileños, por culpa de la Carmmena“Día sin bañador”, la ultima ocurrencia de la alcaldesa marxista/feminista. El nudismo, si hay que creer a lo que escribía José María Gironella en su novela “La Marea” -ambientada en la Segunda Guerra Mundial- que me leí en mis años universitarios en fase ya de repliegue ideológico y psicológico de todo lo que se respiraba en el campus y en las facultades, fue una practica generalizada en la Alemania nazi, en las playas de sus mares (nórdicos) hay que suponer y no sé (a creerle a él) si en las piscinas y otros lugares públicos también, y de la fiabilidad del dato -me refiero a que fuera algo generalizado- pienso que quepa albergar (serias) dudas, lo mismo que de su ejemplaridad, léase de lo factible o simplemente posible de su aplicación hoy día.
Una cosa es el nudismo artístico del que el Nuevo Orden dio tantas muestras, que se piense en las imponentes esculturas de Arno Breker el escultor oficial del régimen nazi o en los conjuntos escultóricos –propiamente impresionantes- del Foro Itálico de Roma, en la Italia de Mussolini (sobreviviente hasta hoy) En pintura en cambio -valga la salvedad- triunfarían en la Alemania nazi las tendencias -nada transgresoras- del “Blut und Bodem” (de la Tierra y de la Sangre) Otra cosa en cambio, como digo, es el nudismo convertido en práctica social generalizada. Los ideólogos del actual equipo consistorial madrileño habrán argumentado el anuncio de la medida en unos términos que a fuer de sibilinos e insidiosos nos merecen un a réplica sin falta.
El cuerpo no es criminalizable, dicen. En sí no lo es, es cierto (per se, en lenguaje escolástico) Pero lo mismo que la sociedad, el orden social tampoco lo son, y no dejan de someterse al imperio de la ley, los cuerpos que no son puras entelequias sino que vienen a encarnar los integrantes del orden social no se ven exentos del amparo y de la protección de aquella. ¿El sexo no es malo? Una pregunta que nos llevaría lejos. Un mal sagrado (sic) veía en él Francisco Umbral. Que pide a voces como todo lo “sagrado” una protección, léase un estatuto, cabe apostillar de inmediato.
Porque si es cierto que en sus escritos -y en su vida personal incluso- Francisco Umbral reivindicaba la libertad sexual (sic) no es menos cierto que no la veía en absoluto como algo exento de límites y de barreras, la barrera por ejemplo que él establecía explícitamente entre erotismo y prostitución. Como sea, el nudismo en cuanto que fenómeno social repuntó de forma esporádica en determinados de nuestro pasado reciente en la últimas décadas.
Lo hizo en la Transición, marco cronológico y ambiental de la llamada movida (en Madrid, y también en Barcelona), como lo ilustraría una concentración multitudinaria de nudistas a finales de los setenta, promovida por colectivos anarquistas en el parque Güell de Barcelona en un espíritu de claro desafío al conjunto de la sociedad en la España de entonces. Lo que pude ser visto retrospectivamente como el canto del cisne (definitivo) de aquellos, tantos años ya transcurridos de la terminación (oficial) de la guerra civil. El nudismo volvió a resurgir con el 15-M en formas de protestas exhibicionistas, delante de las sedes de organismos públicos o a la vista de los transeúntes, en una de las variedades mas proto típicas del movimiento de indignación callejera.
Y en la actual propuesta del consistorio madrileño cabe sin ver dudar una secuela o la resaca de todo aquello, travestido o metamorfoseado en una típica muestra de ingeniería social al servicio de la subversión institucional y de un desafío político de innegable signo guerra civilista (ácrata o anarquista) Y es que el nudismo en España arrastra un signo “federal” republicano innegable, de ese federalismo decimonónico que acabaría derivando en el anarquismo de las décadas que precedieron al estallido de la guerra civil.
Y un botón de muestra fehaciente de lo que aquí afirmo lo frece la Escuela Moderna -que propugnaba el nudismo como práctica social y método de educación de la infancia- que fundó a principios del siglo XX en Barcelona Francisco Ferrer, al que en Bélgica se sigue rindiendo culto de martirologio, por su protagonismo (y responsabilidad innegable) en la Semana Trágica de Barcelona que le llevaría -tras verse sometido a un consejo de guerra- delante de un pelotón de ejecución.
En casa del herrero, cuchillo de palo. Nudismo (sin límites) para españoles, que no para los belgas. Esa es la glosa que se merece la estatua de aquél -un tanto impúdica para qué andarnos con eufemismos- que preside la entrada, por uno de sus flancos (el más a la vista de transeúntes y automovilistas), de la Universidad Libre de Bruselas (ULB) en donde siempre respiré a mi paso por ella un ambiente de lo mas convencional, de pudibundez incluso, de un signo burgués (y liberal y democrático si se me apura) fuera de toda dudas. Y lo confirma el tratarse de una manifestación insólita de nudismo (adulto) en la capital belga. Con alguna salvedad que no llegan al mismo nivel en crudeza nudista, me refiero.
En claro y crudo, el único que tiene (post mortem) derecho a mostrar sus testículos al viento en la capital de la UE -y no digamos en la ULB- lo es un español -no exactamente como los otros- por el derecho sin duda que le confiere el rango de mártir -de la libertad de conciencia (sic)- que la historiografía y la memoria oficial del estado belga independiente le reservó hasta nuestros días.
En las playas belgas no vi nunca desde luego, en los treinta años que aquí llevo residiendo, manifestaciones de nudismo generalizado, excepción hecha de casos excepcionales (y contados) -por lo general mujeres tomando el sol en bikini, los senos al aire- y en sus piscinas (casi todas cubiertas) ni siquiera eso. No es europeo, ni moderno, sino rancio y guerra civilista, como no cabía menos de esperar, el nudismo que nos propone ahora la Carmena y toda su banda (de feria)
ADDENDA Al hilo de la redacción de este articulo -caigo navegando en simultáneo por la red- sobre un articulo nada trivial de Francisco Umbral (yo diría de los que mejor le retratan) , "Pla" (de octubre de 1975, recogido en su "Diario de un español cansado") que su biógrafa Ana Caballé evoca certeramente y un tanto vagamente a la vez -sin dar la referencia expresa-, en la obra que le dedicó ("Francisco Umbral. El frio de una vida", pp. 262-264) y que pude considerarse sin exagerar fiel resumen o ilustración fehaciente de la concepción umbraliana en materia de erotismo. “Erotismo -escribe Umbral (en respuesta a un comentario anterior que le había dedicado en la misma revista, ”Destino”, José Pla sobre sus libro “Mortal y rosa”)- es todo lo contrario de prostitución, libertad es todo lo contrario de caciquismo y justicia es todo lo contrario de caridad” Y se merece verse subrayada ese nexo un tanto insólito que parece establecer Umbral en su artículo entre caridad y prostitución. De lo que dejamos por cierto a titulo póstumo la responsabilidad a su autor. Como sea, esta santa/alianza (querracivilista) de nudistas y marxistas/feministas que repunta ahora a la sombra de la actual alcaldesa madrileña, es algo de lo que hubiera abominado sin la menor duda Francisco Umbral del que las feministas tenían puesto a precio la cabeza.
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