viernes, mayo 29, 2015

MI APLAUSO A ESPERANZA AGUIRRE Y A ALBERTO FERNÁNDEZ DÍAZ

Cola electoral en Madrid, febrero 1936. La historia de la segunda república y de la guerra civil nos enseña que la Falange se equivocó (trágicamente) entonces, en su estrategia electoral de “ni de izquierdas ni de derechas”, negándose a sumarse al Frente Nacional frente a un Frente Popular controlado y dominado por las centrales obreras y los partidos marxistas. Y cuando quiso hacerlo, en Cuenca –en la persona de su propio líder José Antonio, en candidatura común con el general Franco- y, en Granada ya era demasiado tarde: las elecciones en Cuenca (el 6 de mayo) se verían objeto de un colosal fraude, y en Granada, ante la violencia terrorista imperante de extrema izquierda, una candidatura conjunta análoga –de Falange y de la CEDA- se vería obligada a anunciar su retirada. Febrero (y mayo) del 36, mayo (y noviembre) del 2015 ¿cualquier parecido con la realidad pura coincidencia? Los pueblos que no aprenden de la historia están condenados a repetirla
¿Frente anti-Podemos? La consigna que lanzó Esperanza Aguirre al día siguiente de las elecciones parece que está teniendo mucho más eco al interior de su partido de lo que a primera vista parece, con el apoyo implícito o el visto ben en apariencia del propio presidente del gobierno.

Así, se habrá visto secundada en las últimas horas por el líder de los populares en Cataluña, hermano del ministro del Interior, Alberto Fernández Díaz que ha hecho un llamamiento a un pacto entre diferentes formaciones políticas catalanas -con exclusión nota bene de Izquierda Republicana- para evitar que Barcelona se convierta (sic) en la capital de los anti-sistema.

Y ecos de fuera del PP de esa preocupación en vías de generalizarse son fácilmente perceptibles también en la postura que reflejan las últimas declaraciones de la candidata a la presidencia de la Junta de Andalucía por el PSOE, Susana Díaz, alertando en términos a penas velados contra la formación de un bloque (sic) de frente popular léase en torno a Podemos y la marca catalana de ese partido liderada por la pasionaria anti-desahucios

¿Hacia la partición –por la mitad- del partido socialista? La candidata a la Junta de Andalucía no está solo en el pulso que le viene echando al actual secretario general del partido se diría que desde el momento mismo de la designación de este último. Tiene detrás suya a todas luces toda la vieja guardia del PSOE fundacional –del de la transición me refiero, y de la era felipista de arraigo notorio en la región andaluza todos o casi todos ellos y en partícula en la ciudad de Sevilla.

EL PSOE segunda época fue una copia pálida –y poco creíble, políticamente me refiero- del de la guerra civil. Los del PSOE -me glosó certeramente una vez persona amiga- con Franco estaban de vacaciones o en el frente de juventudes (…) Y esa falta de legitimidad –léase de credibilidad- en la lucha antifascista por expresarlo así que arrastra ese partido, se hace sentir ahora entre sus propias filas.

Ya me ocupé en entrada anterior del actual secretario general del partido, de una generación más joven que la mía, grosso modo la misma que la del líder de Podemos. ¿Un iluminado él también de la memoria de los vencidos de la guerra civil como lo es el de la coleta, y los que al interior de su partido denunciaron de antiguo y en particular tras la subida al poder de José Luis Zapatero el pacto de amnesia (sic) subyacente en el compromiso histórico que hizo posible la transición a la muerte de Franco?

Si la hipótesis se confirma esta claro que tendremos de alcalde en Madrid en breve plazo a Doña Rogelia. Salvo sorpresa de última hora. Y aunque la unidad geográfica del partido salte por los aires, me refiero por debajo de Despeñaperros, y en Cataluña.

Los pueblos que no aprenden de la Historia –decía Spengler (o dicen que decía)-están condenados a repetirla. En particular de sus capítulos más cruciales y por ende más oscuros y peor esclarecidos, como lo es todo el periodo de meses que siguió a la victoria del Frente Popular hasta el estallido (propiamente hablando) de la guerra civil. En mi último libro reviso la figura mitologizada de José Antonio, de sus últimas semanas preso y de las circunstancias que rodearon su muerte (asesinado) en la cárcel de Alicante.

Y esa misma lógica nos lleva a revisar la historia del movimiento falangista desde su origines y en particular en esos meses cruciales de la primavera del 36 en los que alcanzaron tan trágico protagonismo tras la victoria del frente Popular y de las circunstancias que la rodearon. El Frente Nacional se imponía de urgencia y la Falange que se negó (obstinadamente) en un principio a asociarse a él, cuando quiso hacerlo era ya demasiado tarde.

Y esa misma idea, de vuelta ahora, está en al aire, casi ochenta años después, tras las elecciones del pasado domingo, y de la propuesta de la formación de un frente anti-Podemos a cargo de la candidata vencedora –que lideraba la lista ganadora en la capital (lo blanco es blanco y lo negro es negro)- aunque sería tal vez mucho pedirle que la nombre Frente Nacional, como se impone, por culpa de esa montaña de complejos que paralizan al partido actualmente en el poder y a sus dirigentes fruto (envenado) en gran parte de la amnesia, del olvido de la memoria –de los vencedores del 36- y del desprecio de lecciones imperecederas de nuestra historia, y en particular de la historia de la guerra civil española.

Alberto Fernández Díaz –hermano del ministro del interior- acaba de hacer unas declaraciones importantes (y retumbantes) que me leo sobre la marcha y a toda prisa mientras concreto estas líneas. Y a fe mía que hay que reconocerle, su claridad, su lógica y su contundencia. “Yo no soy okupa, no tengo nada que pactar con Colau”, habrá declarado entre otras afirmaciones no menos tajantes.

Y es cierto que por qué hay que pensar –en nombre de qué testamento de Adán como declaro una vez José María Aznar- que lograría más eficacia y dispondría de más credibilidad en los designios que implícitamente se le endosan a la nifa egeria anti-desahucios de frenar en todo en parte el proceso de desmembramiento territorial, secesionígena, ya en fase tan avanzada en Cataluña, que el pacto anti-indignados que está proponiendo ahora el que algunos siempre consideraron autentico cerebro de la rama catalana del partido actualmente en el gobierno?

La disyuntiva creo que está clara y así de clara es como habré querido plantearla y exponerla y explicarla en estas líneas. Y mi apuesta también lo está. Sin dejar de ser conscientes del aislamiento o incomprensión (suplementario) que mi postura –clara y sin tapujos, e igualmente irreversible- en este tema pude granjearme entre los amigos que me quedaban aun en la política española.

Mi aplauso, como sea, a Esperanza Aguirre –que habrá tenido el mérito de clarificar (electoralmente) la situación en Madrid- y a Alberto Fernández Díaz que a todas luces no da todo por perdido ni en Barcelona ni en Cataluña

No hay comentarios: