jueves, mayo 14, 2015

IGLESIAS Y LOS SUYOS SE MERECEN UN ESCARMIENTO

Irene Dimopoulou-Pappa, esposa del número dos de Amanecer Dorado, Cristos Pappa, y directora de la publicación oficial del partido. Estuvo presente el pasado domingo en la manifestación en homenaje a Juan de Arco en París a la que asistí. Al final, por la tarde, tuve ocasión de saludarla tras verme presentado a ella por Yvan Benedetti, cargo electo por una lista independiente “nationaliste” en la región lionesa. Me pareció, en el breve cruce de palabras –primero en español, y luego tras percatarme que no comprendía, en francés- una señora digna del mayor respeto, y persona perfectamente admirable, y en las antípodas desde luego de la imagen que dan ciertos medios de ese partido y de sus dirigentes. Los amigos de mis amigos son mis amigos también. Y viceversa, los enemigos de mis amigos son también mis enemigos, reze lo que reze la biblia (canónica) Y está claro que me siento mucho más cerca de los griegos de Amanecer Dorado –en el banquillo de los acusados mientras escribo estas líneas- que de los amigos españoles de sus enemigos antifascistas (de Syriza), y ya saben aquí a quiénes me refiero. Renegados –y no patriotas- los de Podemos. Hasta prueba de lo contrario. Se merecen un escarmiento. A modo de reparación moral: la que nos merecemos una inmensa mayoría de españoles que ya sufrimos demasiado de la guerra civil interminable
Campaña electoral, (mucho me temo) hasta en la sopa, hasta el dia de las elecciones, víspera electoral (léase jornada de reflexión) incluido, en estas páginas. Me resistía como el diablo en una pila de agua bendita que los franceses dicen, pero me rindo a la evidencia que mi puesto está ahí, cubriendo una campaña electoral que podría ser mucho menos anodina de lo que algunos se piensan, y la mosca detrás de la oreja me la habrán puesto el último mitin de Podemos y los nuevos niveles de crispación que habrá venido a alcanzar la intervención de su líder (el de la coleta)

Una vuelta al útero materno se diría esas referencias de Iglesias tan proverbiales en él, a los años del tardofranquismo y de la transición que él no vivió. Donde estaban algunos –se pregunta agresivo y arrogante ahora- cuando los demócratas de este país se la jugaba? ¿Y dónde estaba él? Sus padres por lo que los mismos interesados no habrán dejado nunca de jalear y de cacarear sí se sabe bien donde estaban, si eso era democracia –lo que ellos perseguían- que venga el dios bíblico y lo vea. Yo sí sé en cambio donde estaba yo, o mejor dicho a donde fui a parar, dando la espalda –con pleno convencimiento y con todas las de la ley- a aquellos demócratas de la Universitaria de mi época.

Un mensaje con valencia doble desde luego, el del líder de los indignados: de puertas afuera, habla en cuanto que le dan cancha y le dejan de la Segunda Guerra Mundial y de la guerra civil española –todo uno-, como lo hizo en su discurso (inaugural) en el parlamento europeo, para andar por casa en cambio prefiere el tardofranquismo y la transición de r referencias históricas, y los modelos de sus progenitores al de su abuelo Iglesias –exponente destacado del bando de los vencidos- de ejemplo y paradigma de demócratas y de luchadores por la democracia. Vuelve ahora de nuevo –como el reo al lugar del crimen- a los atentados del 11-de marzo y lleva la impudencia a exigir a Aznar que pida perdón (sic) de haber mentido. Y de la humillación (sic) que les infligió a los españoles.

¿Y ellos no tienen acaso que pedir perdón de haberse puesto (conscientemente) entonces del lado de los agresores, de los ejecutores y de los mentores e instigadores (materiales e intelectuales) de aquellas horribles matanzas? ¡Traidores, reos de alta traición, de lesa Patria! Por más que Iglesias la tenga en la boca a veces. Ese es el calificativo que se merecen. Arremete también contra la mujer de José María Aznar, por haber pasado revista (sic) a esquiroles en abrigo de visón. ¡Basta de intimidaciones! De un lenguaje beligerante con el que nos intimidaron demasiado y demasiado tiempo.

Eso de esquirol se lo oí yo por vez primera Eduardo Magallón, un energúmeno (de gran altura) que encabezaba a los rojelios más extremistas de la Universitaria el año que entré yo en Facultad. “Esos fascistillas esquiroles”, dijo en tono amenazador refiriéndose a mí y a un amigo que me acompañaban por nuestros comentarios críticos ante los carteles que cubrían en permanencia los muros a la entrada del bar de la facultad, que ya no pude reconocer de vuelta por aquellos parajes tantos años después.

Esquirol era el obrero honrado, de orden, con sentido de lealtad y de la dignidad, -y de patriotismo- y con conciencia profesional de su oficio (digno), por más que los despreciasen (y calumniasen) algunos falangistas. Los del Libre puede que estuvieran (un poco por demás) manipulados y supervisados por las instancias eclesiásticas –no más que lo están hoy algunos azules del genero sindicalista- , pero lo pagaron bien caro muchos de ellos, y en particular su principal líder Ramón Sales Amenos, que descuartizaron vivo (sic) los energúmenos y asesinos de la FAI a las pocas semanas de empezada la guerra, en la vía publica, en plena rambla de Cataluña. Como también lo pagaron muchos terratenientes andaluces –y manchegos y extremeños- a los que algunos bien/pensantes siguen echando las culpas de todos los pecados de Israel, de toda nuestra historia española.

Y el broche del mitin electoral indignado lo puso la pasionaria de la magistratura (que lo fue) alertando contra el pesimismo (sic) de los que piensan que la corrupción es inherente a la naturaleza humana. La corrupción no sé, pero la sed de sangre de los revolucionarios jacobinos que hicieron rodar tantas cabezas por cuenta de aquella, parece como una segunda natura de la humanidad doliente –en sus más bajos fondos- al cabo ya más de dos siglos de historia contemporánea.

¿Una magistrada honorable esa pasionaria que va ahora de madrina de los de Podemos? O jueza indigna e inicua más bien, como los jueces que condenaron a muerte –léase a verse bárbaramente asesinado- a José Antonio Primo de Rivera en el tribunal popular de Alicante?

El candidato que cerró el acto parecía en cualquier modo contradecirla declarando alto y fuerte que la corrupción no era (sic) un problema ético, si no económico. ¿En qué quedamos? ¿Pecado contra el espíritu de los que no se perdonan ni en esta vida ni en la otra, crimen de guerra (imprescriptible) o al contrario, una fatalidad del sistema económico capitalista, o pre capitalista más bien, porque en la revolución francesa el capitalismo era aún inexistente, propiamente hablando? ¡Pesadilla que no acaba la subversión indignada! Al menos para los que no tenemos jurado aplastarle la cabeza.

Para el sábado 23, víspera de la jornada electoral hay convocada de nuevo –aunque sin hora definitiva- una nueva manifestación que quiere a no dudar venir a repetir aquella otra del viernes 21 de mayo del 2011 tras la eclosión del 15-M, la de la famosa foto (de Sol) que dio la vuelta al mundo. Erschrikkend Bild. Como lo fue –en la fórmula de Ernst Nolte- la revolución bolchevique (mutatis mutandis) para sus contemporáneos. Como lo fueron o acabaron siéndolo- las instantáneas gráficas de la jornada del 14 de abril del 31 en Madrid, en la Cibeles y en otros lugares céntricos –también en Sol- de la capital madrileña. Espectro amedrentador, sí, esa foto fetiche. Por las resonancias y las visiones tan aciagas y tan siniestras que acertaban a hacer revivir en muchas mentes, y era por detrás o por debajo de su mensaje (insidioso) de no violencia.

Una concentración silencios, un grito mudo (sic) nos prometen los recalcitrantes del 15-M. Tumba y dale. Tan mudo como ruidosas lo serían las banderas republicanas con las que a odas luces cuentan verse acompañados. No pasarán. Que se les meta bien en la cabeza. Y la intervención a la que dediqué mi artículo de ayer del general González-Gallarza es el último botón de muestra, uno más, que en la sociedad española algo se está cociendo y viendo la luz que hace auspiciar que muchos estén ya dispuestos a recoger (de una vez) el guante del desafío que la protesta indignada viene lanzando a la sociedad española y a sus instituciones desde hace ya un buen rato (demasiado)

No podemos permitir que vuelvan, dice el Coletas, en alusión al PP. ¿Por qué esa inquina tan implacable, tan irreconciliable, tan sectaria y tan unilateral contra “unos” políticos en particular y no contra la casta en general como tanto lo pregonan (de bocas afuera)? La respuesta ya la conocen los que me leen en este blog, ellos lo mismo –en más y mejor- que los que hayan leído mi último libro donde brindo un amplio diagnóstico de fenómeno de Podemos y de la protesta indignada en general. Y es por el espíritu beligerante y por la memoria de guerra civil que les anima.

Echar al PP de las instituciones, la consigna de guerra de propaganda que viene recorriendo las filas de la izquierda desde el triunfo electoral del PP a los pocos meses de la erupción de la protesta indignada. Una consigna de ruptura (sic) como lo ha recordado ahora la (vieja) pasionaria de Podemos, candidata a la alcaldía madrileña, sin poderse privar de soltar esa palabra fetiche. Ruptura, cambio de régimen. Léase vuelta –por el túnel del tiempo- al 14 de abril o lo que es lo mismo, a los inicios de la guerra civil.


Se merecen un escarmiento. Se lo merecen ellos y también nos merecemos esa reparación moral (indispensable) el resto de los españoles que ya sufrimos demasiado de esa guerra civil interminable. Un gesto fuerte de los poderes del estado, lo que se impone. Que les haga comprender de una vez por todas, a ellos -y como de rebote a los sectores de la sociedad española más refractarios y recalcitrantes, que la guerra civil del 36 se acabó ya de una vez por todas. Y ese gesto podría serlo -¿y por qué no?- la prohibición efectiva poniendo toda carne en el asador -léase todos los medios e los que sin duda disponen el Ministerio del Interior y la Delegación de Gobierno- de la concentración que tienen programada para la vigilia electoral en un claro desafío del orden establecido y de la legalidad vigente.

Aunque se hunda el mundo, aunque se pongan a a ladrar al unísono los medios del mundo entero. Que quien ladra el último ladra dos veces. Como lo está demostrando Jean Marie Le Pen en la prensa francesa las horas que corren, después de haberse visto puesto en la picota las últimas semanas. A todas horas en los medios, como sea, incensado o crucificado, un triunfo mediático que raramente conoció el fundador del Frente Nacional en los largos años de su carrera política.

Tigres de papel los medios. Esa es la moraleja del culebrón de la ruptura en el Frente Nacional que viene sirviendo la presna francesa. Y está claro que los mismos medios (españoles) que auparon a Podemos y a su mesías, le cavarán su tumba. Cuando les llegue el escarmiento que se merecen. Más pronto de los que muchos se piensan

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