sábado, abril 05, 2025
DERECHO ABSOLUTO LA VIVIENDA? CONFESIONES DE UN SIN/TECHO
Viviendas baratas ("protegidas" o sea) Buque insignia de la política social del Régimen de Franco -y de su Instituto Nacional de la Vivienda-, y vía a seguir en la crisis en curso? Aunque los nuevos indignados (tantos años después) le echen la culpa de la crisis del alquiler y de todos los males de ahora en materia de vivienda. No queríais alquileres indefinidos (sic) y propiedad sin caseros especuladores ni jueces desahuciantes? Tres tazas llenas!!! En las páginas de nuestra historia más próxima
Derecho a la vivienda. Como una consigna urgente que habrá barrido en
una movilización histórica, sin precedentes, las calles de las ciudades españolas, situándome a mí, sin comerlo ni beberlo, en primera línea o en cabeza de las reivindicaciones, con la imperiosa misión de soltar en publico y a la luz del día , todo lo que sé del tema, lo que habré aprendido a mis expensas (ay dolor!), al cabo de una larga travesía de meses y meses - día tras día, noche tras noche- viviendo y durmiendo en la calle -como aquí ya lo conté- a través de un incansable deambular por las calles de Bruselas: la voz sin reproches ni vergüenzas de un sin/techo, lo que aquí ofrezco ahora a todos los que gimen frente a este galernazo que se nos viene encima y amenaza nuestro modo de vida y nuestras condiciones más innegociables de subsistencia.
Y disimulada o agazapada tras la amenaza, otra más fatal e ineluctable aún e incluso más aciaga y funesta si cabe, que es lo que me venia a la mente leyendo la propuesta de ley de SUMAR, en la persona de su secretaria general YOLANDA DIAZ, de reforma de la Ley de la Vivienda, que sonaban fatalmente a mis oídos como un desenterrar -despierta LENIN!- más de cien años después, del hacha de guerra, de la lucha de clases, o sea. Y era tras una dialéctica penosa de ricos contra pobres, y en un llamamiento -así yo lo entendí al menos- a la indignación y a la algarada callejera, de funesta recordación, tratando de traidores y de cómplices (sic) a los que optaran por la vía de la conciliación -del consenso o sea.
Lo que ya nos da una idea de lo que vaga en el aire, lo que se nos avecina. En una burda maniobra de recuperación, en el Parlamento y en la calle, que esperamos no encuentre ecos en la mayoría silenciosa, a riesgo de dejarnos caer en el caos y la anarquía. "Años y años de desgobierno, antes que un minuto de caos tan siquiera", es la máxima que aprendí navegando en la Red, de una luminaria del pensamiento islámico, coránico, de nuestros días. Todos como un solo hombre (o mujer) contra la especulación financiera: como un poner barrera o presas al mar, o como un poner puertas al campo, eso es lo que nos viene a enseñar -letra con sangre entra- el mismísimo Donald TRUMP, declarando al mundo entero su guerra financiera.
Y dejo a un lado ex professo un análisis de la situación en clave de teoría económica: como un callejón sin salida -incluso en un economista de secano como siempre fui- echando mano en su lugar de lo que nos enseña la historia española del pasado siglo y de las ultimas décadas, política de la Vivienda en el régimen de Franco -y en sus ministros falangistas (...)- o sea. verdad de este lado (de los Pirineos), error del más allá, decía PASCAL, y fue lo que yo aprendí en carne viva como quien dice observando el 15-M y todo que le acompañaba y lo que se siguió la indignación callejera del 15-M, desde mi balcón o belvedere privilegiado, en Bélgica y en Bruselas: un país de propietario -de la propia vivienda- lo que el Régimen de Franco postuló y lo que finalmente consiguió, completamente a medias: frente a países de alquilados y realquilados, en el resto de Europa, y más especialmente en Bélgica donde viví y desde donde me era difícil por no imposible el comprender o un mínimo de empatía tan siquiera tras un recorrido de trece o catorce mudanzas en trece o catorce años -una o dos por año, de media- ante aquellos jóvenes indignados, o jóvenes propietarios (que es lo que en realidad eran), gimiendo bajo el peso de la hipoteca y al cabo, en muchos de ellos, de una azarosa aventura de especuladores sin suerte, (para dejarnos de eufemismo) echándole al Estado que me diga al gobierno (de derechas), la culpa de todas sus cuitas y miserias, como algunos se la echan ahora al Régimen de Franco y a su política de la Vivienda.
La vía queda libre pues, y el debate abierto de soluciones antes y después que entre en vigor la nueva ley, sin antojeras, y sin obviar ni despreciar las lecciones de nuestra historia española, y a la luz por q0é no, de la teoría económica en busca de soluciones de consenso y de concordia, sin dogmatismos en nombre de la Economía que no es o no del todo una ciencia exacta como tampoco lo es la Medicina. Un derecho a la vivienda (salubre y digna) sin okupaciones, en paralelo a la postura difícil de mantener, en la cuerda floja, como en los años treinta, de una Reforma Agraria sin expropiaciones forzosas, y con un respeto riguroso al derecho a la propiedad privada de inquilinos o caseros y no de los bancos o de los especuladores de fondos buitre, que llevó a aquel exabrupto en las Cortes de la Republica de un diputado tradicionalista amenazando él y sus compañeros con hacerse cismáticos griegos (sic), si aquel ministro de la CEDA -democristiano, ay dolor!- seguía arremetiendo contra la propiedad privada, en el nombre de los Padres de la Iglesia, y al socaire de una dialéctica de ricos y de pobres, de lucha de clases en suma, bíblica o evangélica ay dolor!, que ahí se me antoja que esté el fondo del problema. (y que me perdonen los de la TFP, vademécum en mano, de los escritos de Plinio Correa de Oliveira q.e.p.d., de lo que les sonará a pura blasfemia)
"La cárcel es mala", le oí a menudo, a mi difunto padre con la dura experiencia de la guerra civil a cuestas: y la calle -lo digo yo al cabo de mi dura experiencia- lo es más todavía, pero no es el Mal absoluto, sin remedio --acaso (en vida) existe eso? Y a eso, al sacrosanto derecho a un techo, a lumbre y pan, lo podemos lograr entre todos por la vía de la concordia y del consenso, a base de albergues para hombres (o mujeres) como en la Alemania pre-nazi (años treinta) o aliviando las condiciones de acceso a todo tipo de residencias o la viejas recetas de congelación de alquileres, y de construcción masiva de viviendas (lo que los más indignados reivindican también ahora). Y una política social (enérgica) de casas baratas ("protegidas") y de "alquileres indefinidos (blasfemia!!!)
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