lunes, agosto 04, 2014

"ESPAÑOLAS ¿SÍ O NO?" INCIDENTE EN BRUSELAS

En busca del Santo Graal. Visita de Heinrich Himmler a la abadía de Montserrat, el 23 de octubre de 1940, donde fue recibido por el prior y la comunidad de monjes de la forma que recoge la foto. No era la primera vez que visitaba Cataluña. Había puesto el pie por vez primera en España en junio del 1939, tres meses después de finalizada la guerra civil, precisamente por Barcelona donde fue acogido por muchedumbres ingentes y entusiastas que abarrotaban la Diagonal. Ese es el pasado que no pasa de los catalanes que más escuece a los catalanistas. Los catalanes, por culpa de la guerra civil fueron tal vez reticentes con Franco en la inmediata posguerra. Con el Nuevo Orden europeo del III Reich en cambio se volcaron. Como lo ilustra el arraigo que tuvieron siempre grupos de signo nazi o neo/nazi en Barcelona y en Cataluña, comparado al resto de España
Una escena todo menos trivial o anecdótica la que presencié en parte y en parte protagonicé a la vez ayer domingo a última hora. Estaba yo sentando en un café del barrio donde resido en Bruselas, a una hora ya relativamente tardía y los clientes que se repartían entre el interior y la terrazas empezaban ya levantar vuelo cuando hizo irrupción un grupo que me intrigo desde el primer momento de verlos aparecer por lo insólito o poco frecuente, y por lo desagradablemente familiar también ¿Para qué esconderlo?

Un grupo nutrido de mujeres jóvenes que por las trazas o el aire de familia me parecieron españolas desde el primer momento acompañadas o lideradas por un hombre joven -uno solo (...)-, que lucía coleta y un extraño parecido (aunque estaba claro que no se trataba de él) en el conjunto de sus fisonomía y su silueta con Pablo Iglesias. Se instalaron, tras una breve vacilación y no sin haber dirigido antes varías jóvenes de aquellas en mi dirección sus miradas, justo en la parte opuesta a donde yo me encontraba (...)

E intenté no prestarle atención lo confieso a la (ligera) desazón que me produjo su llegada, como un mal augurio que intenté conjurar desviando mi atención (y mi mirada) ex professo. En vano, porque a los pocos instantes uno de los clientes pasó por delante del grupo y se enfrascó en una conversación, en particular con ellas. Por la distancia entre nosotros no pude seguir el hilo de la plática pero me di en seguida cuenta -por alguna palabra suelta que llego hasta mí, por ejemplo la de “españolas” en él y en ellas  la de "catalanas" en cambio- de lo que estaba pasando, del malentendido del que aquel desconocido -hombre joven de parecencia afable- estaba viéndose victima a todas luces.
Pablo de Tarso Iglesias (Turrión) Así es como sin duda le pusieron en el bautismo y como se le debería llamar. Tan aficionado a los equivocos y a los maletendidos (letales) y tan cargado de negros presagios como "el  inventor del cristianismo". Como los que despedian la escena de ayer en un café de Bruselas. De uno de sus (doce) apóstoles o evangelistas (la misma coleta que él lleva en permanencia) acompañado de doce discípu-las (doce) alrededor de la mesa que él presidia, en un extremo. Casi casi como la Última Cena. Catalanas -¡lagarto, lagarto!- todas ellas (...)
El joven aquel a partir de un momento se fue retirando poco a poco hacia atrás, hasta desaparecer de la escena, como apabullado -y un tanto embarazado también- por la lluvia de explicaciones (y de reparos) que aquella mujeres jóvenes españolas (en apariencia) le lanzaban al rostro. Y mi impresión se confirmó poco después cuando movido por la curiosidad y presto a recoger de todas todas (humildemente lo confieso) el guante del desafío hice ademán de pasar por delante de ellas con intención de abandonar el local y volví a pasar delante de ellas camino de la caja a punto de marcharme ya.

¿Sois españolas? les lancé un poco al aire al pasar" “¡Otro igual!" respondieron al unísono todas ellas, con aire mitad de jolgorio mitad de fastidio (y desafío) Y tras explicarles que acaba de oír que eran "catalanas" lancé al aire sin más, "españolas, ¿sí o no?”, y ahí ya se fundieron los plomos (que es lo que yo quería) porque aquellos se vio seguido de un silencio sepulcral, lo volví a repetir por dos veces, e igual, no hubo ni una tan siquiera que se atreviera a responder en un sentido o en otro. Tras lo que se siguió un breve pero intenso rifirrafe verbal entre ellas y yo que concluí tratándolas de renegadas y de traidoras (sic) y a él de fantoche (sic) justo en el momento de marcharme, ante lo que no parecieron reaccionar ninguno, ni él ni ellas.

Nada trivial ya digo. Por lo insólito del grupo para comenzar, un hombre solo acompañado de doce mujeres jóvenes -que a fe mía que conté una docena- como una versión actual (feminista) de la Santa Cena, no me digan! ¿Una reunión de trabajo en el marco de la UE por las trazas que ofrecían de tratarse de euro funcionarios -de lo poco que capté de su conversación. O una reunión de la célula de Podemos operante en la capital de la UE y conforme a la fisonomía que ofrecía el joven que las acompañaba, y al protagonismo femenino del primer plano del que parece dar muestras esta nueva formación?
Concentracion por la Unidad de España el pasado Doce de Octubre en Montjuich, en el centro de Barcelona (a la que asistí) Para lograr la independencia tendran que pasar por encima de nuestros cadáveres. Como se lo dejé dicho bien claro a unas jovenes catalanistas en el incidente que nos opuso ayer domingo en un café del centro de Bruselas
Y por la impresión tal vez más que nada de iniciación espiritual -cristiano/evangélica, o paulina o judeo/cristiana-que se desprendía del grupo y de la escena, idéntica a la que se desprende de la fisonomía y de la personalidad (hasta en su nombre de pila) del fundador del partido, estrella en auge de la policía española y llamado sin duda -horresco referens- a un papel del primer plano en la crisis en puertas en Cataluña. Al salir, en la terraza del bar me topé con el hombre joven que las había abordado que resulto ser -lo podría haber adivinado- serbio de nacionalidad y que por las pocas palabras que intercambiamos se mostró en sintonía total conmigo. Que no sueñen porque la independencia no la van a lograr, le dije en señal de despedida a lo que hico ademãn de asentir de forma incondicional, y como aquello le recordase viejos tiempos y le divirtiese a lo grande (…)

¿Esa es acaso la tercera vía -como el "ni de izquierdas ni derechas"- que nos están vendiendo en los medios y que parece llamada a verse encarnada en este nuevo partido del que los sondeos publicados hoy hacen la tercera fuerza en Cataluña en la próxima consulta electoral? En unos foros digítales de signo azul aparece un mensaje de referente españolista por llamarlo así de antiguo en Cataluña que mezcla sueños y verdades, y que de todas formas viene a echarme fatalmente la sal con ese axioma que algunos españolistas de Cataluña parece que tienen como verdad revelada o postulado inamovible que se ve plasmada en esa frase como un latiguillo que reaparece periódicamente en foros digitales sobre tema catalán, “más quisieran el resto de los Españoles –escribía ese referente de la unidad de destino en lo universal entre catalanes- de amar a España como los catalanes aman a Cataluña”

Lo que a mí me suena como cuando se hablaba –antes de las primaveras árabes y de que la imagen del monarca que acaba de abdicar entrase en una fase de declive en la opinión pública española- del apego que le tenían una mayoría de españoles a Juan Carlos, que en algunos seria sincero no digo que no, pero que en muchos otros no era a todas luces más que una coartada de poder seguir odiando al resto de España representada a todas luces para ellos en ese sector de la opinión pública y de la sociedad española que del monarca anterior se enajenó fatalmente de resultas de la transición y de algunos de los episodios que más la marcaron como el 23-F.
Hinchas ultras (nacionalistas) del Partisán de Belgrado. Los serbios sean tal vez el pueblo de Europa que mejor capte el problema que estamos enfrentando los españoles en Cataluña. Como me lo mostró una vez más la adhesión espontánea de un joven serbio en el incidente de ayer con las jóvenes catalanistas, en Bruselas. Es recíproco (en lo que me concierne al menos) Fui siempre pro-serbio (vox clamantis in deserto) en las guerras de los Balcanes. Factor de unidad los serbios en aquella region (en la posguerra) contra las tendencias centrífugas (y contra la amenaza islámica) Y tengo pruebas fehaciente de mi actitud (pública) de entonces
¿Aman a Cataluña muchos de los que optan ahora por la independencia, ya sea de forma clara o bajo el subterfugio de "la tercera vía"? ¿Hasta el punto que se muestra incapaces de de decirse españoles – españolas- en el extranjero, ni en presencia incluso de compatriotas? ¡Odian –y desprecian- a España y al resto de los españoles! Eso está claro y si dudas me cabían me las disipa el suceso que acabo aquí de contar. Y lo que está claro también es que una situación insurreccional como la que se están cociendo –con ayuda e inspiración extranjera- los catalanistas, con los de Podemos de árbitros de la situación –de segunda fuerza como apuntan los sondeos- sería el escenario más funesto y catastrófico que podemos esperarnos los españoles.

Nada de trivial o de casual ya digo esa reunión de alto nivel de Podemos en la capital de la UE que a todas luces sorprendí ayer sin comérmelo ni beberlo. Vaticinio más bien de los que nos esperan en un corto espacio de tiempo –dentro de tres meses no más- si no atajamos y cortamos por lo sano los españoles. Lo que les dije a las catalanistas (rengadas) ayer en el clamor de la trifulca. No quieren ser españoles, muy bien, que se vayan (a vivir) fuera pero Cataluña es tierra española y no les pertenece. ¡Y no nos la van a quitar! (Aunque se nos hunda el mundo encima de nuestras cabezas)

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