Botón de muestra de la crisis de conciencia que la apostasía (sic) del negacionista Vincent REYNOUARD crea en el medio católico integrista francés con el que estuvo estrechamente asociado
El catolicismo integrista, o integrismo católico o integrismo a secas, en reacción o respuesta al Vaticano II, habrá sido un fenómeno francés, y a fe mía que tenía que ser así. Y así lo fue. Aunque en seria objeción a lo que avanzo, como la excepción que confirma la regla, tenga que mencionar a ese fenómeno centrifugo -brasileño- del que ya me ocupé aquí, y me refiero a la TFP. Un quiero y no puedo, como se puede glosar ahora sobre ellos, a la hora de su implosión. Mas católicos que los españoles, y mas franceses que los franceses, y más europeos que todo el resto: ese fue el sueño despierto de su fundador -el profesor Plinio-, y de los que tan ciegamente le siguieron, y por eso sus lecciones de moral y de historia -a los españoles, a los europeos- llevaban el sello o la señal inconfundible de los dedos marcados (en pleno rostro) y de ahí ese fenómeno de rechazo profundo visceral -en España sobre todo, pero también en otros países- sin lo cual esa implosión que muchos no vimos venir, no se habría producido. Francés pues (el integrismo) porque la Revolución -con mayúsculas, la primera de ellas- también lo fue. Y francés o a la francesa quizás -puestos a conjeturar- porque la Colaboración (con el Nuevo Orden, del III Reich) donde más cuajó de todos los países europeas fuera de la órbita lingüística o cultural germana- fue precisamente en Francia.
Y esa Colaboración, francesa o franco/alemana, sin el sostén o el apoyo (precioso) de la Iglesia en Francia no habría sido posible. Después que el episodio -doloroso, desgarrador- de la condena (pontificia) de la Acción Francesa, y la excomunión de su líder, tan crueles e injustas las dos, hubieran servido de escarmiento y de lección a los católicos franceses tanto eclesiásticos como seglares. Y en ilustración viva (en su tiempo) de lo que aquí dejo sentado (por escrito) figuran los nombres del líder y fundador de aquella, Charles MAURRAS, y de un retoño de aquella como fue el Rexismo belga -que tuvo como matriz (nota bene) a la Juventud de Acción Católica allí, y del (joven) discípulo de aquél, Leon DEGRELLE, líder y fundador de REX (francófonos, éste y él) . Y avanzo aquí todo lo que precede a modo de preámbulo obligado del debate que me habrá sido dado seguir por Internet, entre un eclesiástico (diácono, "Monsieur l'Abbé")- ordenado ("diâcre") por Monseñor Lefebvre y con el que coincidí los años que pasé en el Seminario de Ecône (de excente recordación), y otro francés, negacionista (sic), convicto y confeso y recalcitrante que habrá coleccionado con el paso de los últimos años condenas judiciales y penas de cárcel (y de extradición), como si fueran triunfos o trofeos o copas u otras muestras (en ristra) de galardón. Con la cosecha consiguiente de una fortísima publicidad (negativa of course) en los medios de la prensa "mainstream", en Francia, y no en España pero sí en otros países, y con el corolario obligado de esto ultimo, por paradójico que parecer pueda, a saber, una rebosante popularidad en sus medios o ambientes culturales e ideológicos de origen.
Y digo que se veía venir, el debate y la crisis de conciencia que traduce, entre un integrista (o "traditionaliste") de una pieza, pegado más que apegado a la letra, en sentido literal o figurado -de la Letra y no más allá-, y un negacionista (sic), de formación científica universitaria -como todos o casi todos los negacionistas- y con un trasfondo o background intelectual, léase mayormente ideológico e histórico/filosófico, que trasluce en su pedigrí, en su postura a priori -de apostasía (sic)- léase de libertad o toma de distancia para con el Magisterio eclesiástico-, y en el enfoque filosófico, y por decirlo así libre pensador de su abordaje -de "libre pensée"-, libre de las ataduras de unos (agobiantes) textos canónicos -ya sean en latín en griego o en francés. Libre también también en su crítica y ataques a los textos mismos, buscando (y explotando) a todo precio sus contradicciones (sic), sin duda tras las huellas de Federico NIETZSCHE -en "El Anti-Cristo" Con lo que se ve no menos embarcado (sin remedio) en una vía resbaladiza y expuesta a las respuestas y contrataques de los guardianes de la ortodoxia, y es por cuenta del sentido simbólico o figurado de los textos (y de sus contradicciones) objeto (repetido) de discusión y puesta en entredicho. Tal y como se habrá puesto de manifiesto a lo largo del debate y de lo soso e insulso y de la monotonía y de la duración interminable que lo habrán (mayormente) caracterizado:
Ancilla Theologiae, la Filosofía, esclava de la Teología, una frase (de Santo TOMÁS) que dejó escapar en el debate el integrista ensotanado ("traditionaliste"), clave del fondo del debate y de la manera como transcurrió, o como hubiera debido transcurrir con la ayuda del contrincante (al que en cambio no se veía por la labor de ser esclavo de nadie) Y era sin duda del hastío o el hartazgo que le producían a todas luces los razonamientos y argumentos expuestos en repetición -en perfecta calma y parsimonia- del guardián y recopilador por propia cuenta -no menos desesperante a fuer de prolijo (...)- de los textos, y era también de la actitud visible de aquél en su semblante- escéptico- y de una (ligera) mueca socarrona y de una mirada cáustica e irónica, como de vergüenza ajena las dos y perfectamente respetuosas a la vez en su mucho humor (en buen francés, desternillante) Vencedor? Dejémoslo en tablas, no sin dejar aquí de mi propia cosecha una última reflexión
Y es referente a los motivos de credibilidad (sic) a saber -en la más rancia teología- los milagros y las profecías. De los primeros y ante el avance tan vertiginoso de la ciencia y de la tecnología en estos tiempos de revolución informática o digital, se me ocurre solamente una broma (en francés "boutade"), que leí una vez de un italiano anticomunista, y era que los mayores milagros del buen Papa Juan (XXIII) lo habrían sido los votos a espuertas que iban a parar a las arcas del PCI (Partido Comunista) tras cada mensaje o toma de posición de aquel papa tan bueno. (...) Y en cuanto a las profecías, se me ocurre -en tono más serio- la distinción entre su lectura escatológica -obsoleta, del Mas Allá (como una petición de principio)- y la lectura histórica de las mismas, algo que llegó a su auge con el advenimiento de los nazi/fascismos, y la (innegable) exhumación que en ellos se llevaría a cabo de la figura y la obra (profética) de Joaquín de Flore, que veían en su Obra -como éste, en la Historia- la realización de las profecías bíblicas y evangélicas. Todo lo cual se vería seriamente en entredicho tras la Segunda Guerra Mundial y su desenlace.
Motivos de creer aún hoy pues? Inexistentes, y más (grave) que eso. Y nos lo (pre) anuncian los signos de los tiempos (sic), el nuevo motivo de credibilidad que -por cuenta de la Nueva Teología- promulgó por su cuenta el Concilio Vaticano II, y que anuncian "a contrario", por todas partes, el crepúsculo de un mundo, y el final de una época, y en guisa de corolario o colofón, la Muerte del Dios bíblico y evangélico. La Muerte de la Iglesia o sea. Católicos sin Iglesia, o en otros términos, obsoleta la distinción maurrassiana entre cristianos y católicos? El debate o la polémica están servidos. Como sea, esa crisis del tradicionalismo católico -o "catholicisme traditionaliste" francés- de la que el debate que nos ocupa habrá dado muestra, se me antoja el nuevo signo magno de nuestra época
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