jueves, marzo 04, 2021

LUMPEN Y GUERRA CIVIL

 

 


Federico Engels. Alter ego de Carlos Marx. Fue él quien acuñó el termino de Lumpenproletariat, que abrió con él –como la caja de los truenos- un debate (entre marxistas y no marxistas) del nunca acabar. Debate sin fin. Como nuestra guerra civil

Lumpen proletariado (o proletariat), un término que da mucho de qué hablar. Del que se ocupa muy en particular un autor que me obsesiona al decir aquí de algunos, léase Francisco Umbral. Y lo es (lo de obsesionante) a no dudar, porque tanto en ese tema como en el de la guerra civil –ya me expliqué al respecto largo y tendido aquí- parece que lo que escribe me está especialmente destinado, a mi. Y es por sentirme como él –hijo de un destacado falangista que no le quiso reconocer-, y como otros muchos del lado de los vencedores –del bando nacional (un Narciso Perales, un Dionisio Ridruejo o un Fal Conde y paro de contar)-, me siento como digo, caído (armas y bagajes) en una trampa (sic) o celada histórica y a la vez ideológica que es lo que habrá puesto de relieve –por lo menos para mi- la interminable guerra civil –o guerra de los Ochenta y Tantos Años (sin fin)- a la que habré asistido impávido (hasta hoy) y en el “belvedere” o balcón privilegiado que me habrá ofrecido Bélgica a mí los (largos) años que llevo ya residiendo aquí. Y es por sentirme también miembro o formando parte (nolens volens) de ese lumpen aborrecido que tanto parece obsesionarle también a él, a Francisco Umbral. A él y no solo a él, que no hay que mas darse una vuelta por la Red en la reseña que se ve reservada en Wikipedia y en el amplio e interminable debate que ahí se acaba por mostrar, sobre todo entre marxistas y filo marxistas y también me figuro entre pos-marxistas (¿o no?) ¿Amigos o compañeros de clase "sin conciencia" (de ella), o enemigos (de clase) conscientes o inconscientes, y peores que los otros? That's the question.

Tanto que -echando la mirada hacia atrás- me llena de pasmo y de sorpresa el vacío tan sobrecogedor que se veía reservado ese tema -del lumpen- en los estudios de ciencia económica tan dominados –hasta la asfixia- por la ideología marxista en mis años de estudio de Economía –en las Galerías Castañeda-, a mi paso –segunda mitad de los sesenta, principios de los setenta- por la Universidad (Complutense, de Madrid). ¡Ni pío en verdad! Como si no supieran o no pudieran -o quisieran- zanjar en aquel álgido debate tan crucial y hoy de nuevo tan actual. Como por aquello de "mejor no meneallo", que al profesorado aquel tan instruido y tan sabio –y acomodaticio y tan hábil (en la voltereta y en el vuelo de veleta)- la temática aquella tan incandescente y tan explosiva parecía inspirarles, puestos a pensar. Dejando asi  o abriendo más bien de par en par –aunque de ello parecían no darse en absoluto cuenta-lo que se me asemejaba a un coto cerrado (del marxismo y de los marxistas), a saber el ámbito de la realidad -a secas- (o de la ciencia) social. Cuestión o asunto todo menos trivial, se me reconocerá. 

Convirtiendo así a alguien como el que esto escribe, por su trayectoria o currículo tan poco frecuente o -como dirían (con sorna) los franceses- tan “original”, en profeta o visionario privilegiado (y a mi pesar) en esa cuestión tan candente, como un pionero en ese terreno virgen y a la vez semi salvaje que sólo pueblan o recorren esa especie –de especímenes-, léase, la fauna (un decir) un tanto heteróclita de parias, de marginales –“marginais” en portugués-, y de excluidos o marginados o expatriados o desterrados –o “transterrados”- de toda laya, y más aún si cabe que todos ellos, una especie completamente aparte, y es –¡presente! (o servidor), como se decía anteriormente- la del paria/internacional. Porque fue allí en donde me crucé –de a primeras, bien a mi pesar- con exponentes arquetípicos de todos aquellos, de una variante o variedad de ellos que interesaba más que ninguna otra a Francisco Umbral. Y son los mal llamados “quinquis”, mercheros, como así se llaman ellos mismos y como así prefieren que se les llame, evitando (a toda costa) el otro calificativo -por lo infame-, de lo que recientemente ahora me cabo de enterar. Y habrá sido por unos comentarios llegados hace unos días a mi blog de María Merchera, como ella misma firma y se califica en su blog, al natural. 

¡Todo un manual de historia española contemporánea a fe mía!, la que se podría llenar con la historia de los mercheros y del capítulo (en particular) de sus relaciones o de su relación –de amor y de odio- de sus encuentros o como los portugueses dicen, “desencuentros”, con el régimen de Franco –entre la colaboración de un principio y la resistencia (a la represión y  la criminalización al final)-, y antes aún, de su papel o protagonismo en la guerra civil y en el clima o espiral de violencia que nos llevaron hasta allí en particular. 

Que de verdad no me expliqué del todo hasta ahora la razón ultima del boicot del que me vi objeto en la universidad que yo frecuentaba en Bruselas, en mi trabajo –de doctorado- sobre Umbral. ¿Fue la guerra civil que me diga la memoria histórica de la guerra civil –y la ley funesta- como lo pensé hasta ahora, o fue sólo tal vez esa temática casi “maldita” (maudite)  –del lumpen o sub-proletariado- excluida por todo lo que aquí acabo de exponer del ámbito (autorizado) del pensamiento unico, y vetada o baneada –a titulo de acientífica (y por supuesto, políticamente incorrecta)- del ámbito de la investigación científica y universitaria, estampillada de charlatanería, sin más, o relegada al ámbito de las fabulas o leyendas, como la historia de los Templarios, o (mutatis mutandis) como fue de la ciencia médica alternativa –homeópatas, osteópatas, acupuntura, medicina natural, o medicina antroposófica y demás. Como si un escalofrío (de vergüenza ajena) les recorriese a aquellos augustos profesores de los pies a la cabeza, así fue como yo lo sentí exponiendo mi (superfundada) tesis, y en mi nombre (español), para qué lo voy  ocultar. Y era a no dudar por los tabúes de orden más ideológico que puramente intelectual, con los que –como Don Quijote con la Iglesia- nos fue dado el toparnos (¡calamidad!) 

Trampa (sic) de la guerra civil, sí: y fue por lo que tuvo (por un lado) de guerra de religión –que me diga en defensa de la religión- y también (del otro lado) por lo que tuvo de lucha de clases –tal y como y lo expliqué en mi libro “Krohn, el cura papicida”-, y  por lo que tiene de eso hoy aún: atrapado (yo), en la línea de en medio de las (indefensas por tantos conceptos entonces) clases medias –sobre todo en la España del Sur- y en la trampa o celada a la vez reservada a los lumpen por la izquierda española e internacional. Como lo sentí y experimenté (de nuevo) en el largo recorrido –¡como una travesía del desierto!- por los circuitos (desérticos) de la reinserción profesional –reservada en Bélgica –en España no lo sé, la verdad- a los reos de derecho común, cuando al final de una de aquellas (penosas) etapas -de trabajo manual- se me ofreció como toda salida otra variante de trabajo o de contrato “social” –léase subvencionado (y discriminado), en el campo (….)-, y a otro en cambio, compañero mío de fatigas en aquel trance, mucho más joven es verdad -y sobre todo y al contrario que yo, servible o (en terminología marxista) "empleable" (por propia definición)-, se le ofreció (en fin) un contrato “normal", en la Volkswagen (de Vilwoorde), punto privilegiado de arribada de la emigración española (política/económica, años sesenta), como por casualidad. Todos ellos bien provistos –al contrario que el sub-proletariado por regla general- de una tarjeta como dios manda (sindical)(...)

¿Pero en qué mundo vives, Juan?, se preguntarán aquí (estupefactos) algunos: al que di (consciente) la espalda, es verdad, pero que en contrapartida, me abrió los ojos o despegó ante mí el (séptimo) sello de la realidad (social) Igual que la (cruel e irresponsable) denegación de la paternidad de la que se vio victima (inocente), se los abrió a Francisco Umbral. Por lo que –ante el asombro (o escándalo) tal vez de algunos- lo erijo en bandera y en mi pensador e ideólogo favorito. En mi campaña de Reconciliación Nacional

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