lunes, julio 26, 2021

UMBRAL Y EL 27 (OBSESIÓN)


La poética de Francisco Umbral lleva de marca registrada la de Pablo Neruda a la que Umbral rindió tanta (obligada) pleitesía. Pero las cosas (sic) -de la realidad cosificada, en la terminologia politicamente correcta en vigor, y tema central en la poética de Pablo Neruda- no tienen ni importancia ni relevancia en la poética de Umbral -poeta del Yo, si de alguna forma se le debe calificar-, como lo ilustran sus poemas inéditos editados a título postumo. Una poesía umbraliana virgen, sin metáforas -o más bien pocas- y sin las credenciales de sus "influencias: la que se reivindica en este blog  

íGeneracion del 27, el no va más de la poesia española contemporanea en Francisco Umbral. Qué obsesión! Y hay que comprenderle tal vez un poco si nos ponemos a pensar. Si tenemos en cuenta que la literatura no era eso sólo para Umbral, al contrario que para el comun de los mortales o de las personas de psicología digamos normal. Y si tenemos en cuenta sobre todo y sin hacer ni un instante de ello abstraccion, el hondo drama existencial -de filiacion ("desconocida") de identidad- del que me habré  largo y hondo ocupado dentro y fuera de este blog, que hace que Umbral lo tuviera crudo y no lo tuviera nada claro a la vez, a la hora de separar o deslindar la Literatura de la Vida, como él mismo lo confiesa en sus escritos, y pese a incurrir en eso como en tantos otros puntos en contradiccion grosera una y otra vez, tal y como lo señaló su biografa ("no autorizada") en la monografía que le dedicó. Pero es verdad que la literatura era como un utero materno, digamos de adopcion, o como la (cerrada) circunferencia de la obra y de la vida de su idolatrado Gómez de la Serna (Ramón), como una suerte de espacio vital sagrado o sacral y acotado,  refugio de alta montaña donde Umbral acaba huyendo con o sin maquina de escribir, de sus (muchos) enemigos y del ruido mundanal.  

Y la generación del  27 pues, debía ser fatalmente para Umbral ese puente providencial en el ambito puramente literario que le permitía, a él, pasar, y vuelta a pasar, de una a la otra de la dos Españas separadas (hasta hoy) por la interminable guerra civil, y el pasado que no pasa (o que no acaba de pasar). Y ello por la personalidad incolora o politicamente insulsa o anodina de la mayoría de sus exponentes, y sobre todo por la marca -y por la hora (italianas)- de la época que les vio nacer (en ese plano, generacional), bajo el patronago (no se olvide) de la dictadura de Primo de Rivera y de la persona misma del Dictador que tan generosamente les auspició, y también por lo italianizante de la poética -bajo la estrella de Góngora- y con la vieja polemica aún a rastras de Antiguos (lease castizos)- y Modernos (con la enseña por montera del soneto frente al octosilabo- que ellos trajeron a colación, muy de aquella  epoca de entreguerras, ya digo, y muy del viento o de la llama de poesia que alumbró Italia en  la primavera aquella "de belleza". Giovinezza. Y todo eso le dejaba al atormentado y al muy "rojo" Umbral libre o fuera de toda sospecha y le daba a él mucha cancha y mucho juego a la hora de dejar sentados a su aire y a su estilo, con toda espontaneidad, sin reservas ni complejos, sus gustos y sus preferencias en materia literaria o puramente poetica (o en el plano personal)

Como lo hace en algunos de sus libros, en "Las Palabras de la Tribu" por ejemplo, muy en particular. Una obra suya del genero de memorias -o váyase saber exactamente de cuál- que compré hace  la friolera de veinte años (y más) , y me acompañó -en mi estantería- fiel y silenciosamente hasta hoy sin prestarle excesiva atención como una las suyas del género "memorias", una más, y en la que me veo de nuevo enfrascado de un tiempo a esta parte como un libro de horas y en la que a cada lectura que le hago salgo con nuevos descubrimientos de lo hondo y lo profundo del pensamiento poetico o del pensamiento a secas de Francisco Umbral.  Umbral fue maestro en la prosa y también en la poesia en verso como lo recuerda la edicion  a titulo póstumo de sus poemas gran parte de ellos inéditos, que no dejo tambien ahora de leer y repasar. 

Y yo diría -hallazgo mayúsculo de última hora en mis diarias incursiones en la obra oceánica de Francisco Umbral, y en el terreno de la poetica o de la filosofia estetica-, que en el marco de la historia de la literatura española contemporanea se registra una laguna u olvido propiamente monumental y es por el cerrojazo que la Escolastica -y el Magisterio eclesiástico por detrás- acertaron a imponer en esas materias, con lo que venian a erigir "La Poética" de Aristoteles, y eso desde los tiemps arcanos -Baja Edad Media- que sirven de marco a la novela histórica de Umberto Eco ("El nombre de la rosa") -de quien recogí la idea-, en dogma (estético/filosófico) o artículo de fe, sin más, lo que da a  Umbral y a sus escritos en la materia como el que aquí acabo de nombrar, la soltura y ligereza, propias de él, de su estilo intransferible, cierto, pero características ademas  de quien se adentra en terreno inexplorado y virgen, como así a él le ocurre en verdad. Con una poética como digo absolutamente personal, lo que a mi juicio no se merece toda la atencion debida en la edicion a titulo postumo de sus poemas inéditos -y de un poemario de su primera epoca ("Crímenes y baladas")-,  y aparece en cambio mucho más realzado en la biografia que le dedicó Ana Caballe ("no autorizada") 

"Literatura de la literatura", como habria que calificar -en gran parte, y en lenguaje suyo intransferible, la  poesia de Francisco Umbral y a la que me permito el preferir el lirismo en prosa que rebosa tan exhuberantemente en todas y cada una de sus memorias o novelas (o lo que sean) mas alla de sus maestros confesados y venerados -"Rubén", "Juan Ramon" o Pablo Neruda- que gravitan -a modo de pesadas losas- en todo lo que Umbral publicaría sobre el particular. 

Y más allá también de esa inflación que su obra acusa de la metáfora (sic), que acaba degenerando -en la impresion fatal que habra dejado en tantos incluso en sus más fieles lectores sin poderlo remediar-, de pesada  (y dura)  elaboración forzosa -como la que él achacaba a los vascos (sin romanizar) Pío Baroja, Ramón de Basterra, Ignacio Aldecoa y demás-, de socorrido artificio o de pura gimnasia verbal (y mental) Y de corsé empobrecedor -linguístico y conceptual-, y lastre e insufrible engorro y que sé yo cuantas cosas más. 

Lo que no obsta en absoluto a aquello que lo metafórico tiene de revelador en la obra umbraliana y en una faceta incluso -la sinestesia- de la trayectoria y del genio umbralianos, incatalogable y tan personal. Poeta (puro) del paisaje y de la Naturaleza, y de la Literatura y de la HIstoria (y de la violencia y de la Guerra, Francisco Umbral?) 

Y del Amor, y la Mujer, y de la infancia desvalida, sin metáforas (preferiblemente) y sin "influencias". Y de la Autobiografía (...) Y poeta pues no de las "cosas", sino de los sentimientos, los suyos propios de preferencia. (...) Poeta del Yo, Francisco Umbral


 

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